Algo más de 17 por ciento de la población de La Habana Vieja es mayor de 60 años, lo cual lo convierte en el municipio con más habitantes de ese grupo etario en el país.
La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) anticipa que los adultos mayores en Cuba sumarán en cinco años algo más de 2,2 millones, una cifra equivalente a 19,6 por ciento de los habitantes de esta isla caribeña.
De hecho, El Fondo de Población de las Naciones Unidas proyecta que en 2025 Cuba encabezará la lista de los países de América Latina y el Caribe con población más envejecida.
En 15 años, 25,9 por ciento de los habitantes de Cuba tendrán más de 60, seguido de Barbados (25,4 por ciento), Trinidad y Tobago (20,5 por ciento), Uruguay (20 por ciento) y Chile (18,4 por ciento).
Ese acelerado proceso demográfico presenta, entre otros, el desafío de ofrecer una infraestructura y servicios sociales y de salud adecuados a un sector que, en el caso de Cuba, al cumplir 60 años podrá vivir aún dos décadas o más, de acuerdo con las proyecciones sobre las expectativas de vida de la ONE.
En este aspecto, el Centro de Día del Convento de Belén está marcando algunas pautas, al ofrecer desde viviendas preparadas para las discapacidades propias de edades avanzadas hasta programas sociales y culturales encaminados a mejorar la calidad de vida.
“Cuando llegué aquí andaba triste, abatida. Pero eso ya es historia, me siento bien, soy útil. Los propios abuelos me eligieron su presidenta”, dijo a IPS Cira Blanco, de 77 años, quien aprovecha su experiencia como antigua educadora en su labor diaria de mantener organizados a unos 600 adultos mayores que acuden diariamente al centro.
Ese proyecto es uno de los de mayor impacto social desarrollado por la dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, radicado desde 1997 en el antiguo Convento Nuestra Señora de Belén, una remozada edificación del siglo XVIII situada en el casco histórico capitalino.
En un día cualquiera, como el que IPS visitó el lugar, se puede ver a grupos en animadas partidas de dominó, un juego de mesa muy popular en Cuba, mientras dos o tres mujeres se afanan en la confección de pijamas para quienes están enfermos y otras tantas colaboran en lo que necesita Magali Hernández, que atiende a 150 ancianos que están en cama en sus casas.
Hernández es enfermera jubilada y responsable, de manera voluntaria, de los enfermos, apoyada por 26 asistentes del centro. “Los visitamos y atendemos sus necesidades de alimentos, ropa, medicinas, sobre todo si carecen de familia y viven solos”, comentó Hernández. Los ancianos y ancianas en mejores condiciones acuden diariamente a este lugar para comenzar el día con una reparadora ronda de ejercicios en la plazuela situada frente a la entrada del edificio.
Le sigue una breve jornada que llaman de “reflexión”, sobre temas de actualidad y de interés para ellos, y luego viene la participación en variados talleres.
Los hay de artes plásticas, computación, talabartería, tejido, papel maché, teatro y música y danza, entre otros. “La incorporación a estas actividades les cambia la vida, porque, además, son protagonistas de todo, lo mismo ayudan a distribuir una donación que visitan a un enfermo y se ayudan entre sí”, relató la enfermera Esther Ruiz.
En materia de vivienda, uno de los problemas más agudos de Cuba, el sistema de residencias protegidas acoge a personas mayores sin impedimentos especiales, pero que vivían en condiciones precarias. Hasta el momento se han construido cuatro edificaciones de este tipo, de las que se benefician 54 personas, entre ellas varios matrimonios.
Los apartamentos están equipados con todo lo necesario, incluidos baños con pasarelas y sillín para bañarse. Ante una emergencia pueden pulsar uno de los dos timbres para dar aviso a la administración. “Como ve, aquí no nos falta nada para vivir tranquilos”, afirmó Victoria López, de 68 años.
Ella trabaja en labores de limpieza en oficinas del Centro Histórico. Su esposo, Emilio Medina, de 73 años, ya está jubilado, pero le gusta ser útil y se encarga como voluntario de labores de plomería y mantenimiento en el edificio de 12 apartamentos. “El cambio al llegar aquí fue radical, mi esposa pesaba 70 libras”, algo más de 30 kilogramos, aseguró.
Los inquilinos de estas residencias no pagan alquiler, conservan sus pensiones de jubilación y se los ayuda con alimentos y medicamentos. Una empleada estatal lava sus ropas y mantiene la limpieza de los salones comunes. “Estamos investigando otras experiencias para mejorar este sistema”, afirmó el abogado Julio César Torres.
El trabajo de la Oficina de Asuntos Humanitarios parte de la necesidad y, en el caso de la gente de la llamada tercera edad se explica por sí solo. “Por su naturaleza, los adultos mayores son más vulnerables, de modo que atenderlos fue el primer objetivo, aunque no el único, de este departamento”, explicó su director Nelson Águila.
Los proyectos cuentan con apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y de la cooperación internacional, especialmente proveniente de Italia y España.
“Tenemos confianza en el desarrollo de nuestro país, estos programas están priorizados y yo diría que tienen garantizado su futuro”, aseguró Águila.
El centro tiene salón de fisioterapia, farmacia, servicio de oftalmología y optometría y, ante emergencias climáticas, como los huracanes, adecua sus instalaciones para brindar protección a estos sectores vulnerables o a personas que viven en zonas de mayor riesgo. También colabora con la asistencia a niños discapacitados.
Para expertos, el envejecimiento acelerado y profundo de la población implica para cualquier país cambios estructurales que necesitan respuestas adecuadas, mediante programas de inversión que anticipen las necesidades en materia de vivienda, transporte e infraestructura en general.
“Desde el punto del vista del diseño urbano, será necesario crear instalaciones y servicios apropiados, con conceptos arquitectónicos y funcionales actualizados”, advirtió el arquitecto Miguel Coyula en un artículo publicado en la revista teórica Temas.
Cuba cuenta con un programa nacional de atención a la población adulta mayor y en los últimos años se han impulsado iniciativas a favor de una longevidad satisfactoria, pero especialistas estiman que las medidas son insuficientes.