Es el Foro Social Mundial (FSM) celebrado desde el 22 y hasta este 29 de enero en la ciudad brasileña de Porto Alegre, intentó dar continuidad a un proceso que durante diez años ha servido a la articulación de movimientos sociales, organizaciones y redes de todo el mundo. Sin embargo, este nuevo encuentro devolvió algunas limitaciones que constituyen retos del FSM para cumplir sus objetivos en el contexto de las luchas sociales.
En la mesa que dio inicio a los debates: “Foro Social Mundial: balance de diez años”, se presentaron posturas diversas que marcarían las tensiones de esta edición.
Francisco Whitaker y Odette Grajew, miembros del Comité organizador brasileño, coincidieron en que el Foro es una oportunidad para el fortalecimiento de la sociedad civil que se une voluntariamente y se reconoce en la cultura de la participación democrática, contra los códigos de la llamada vieja cultura política. Siguen enfocado el objetivo a largo plazo del FSM, en superar al neoliberalismo como modelo económico.
Joao Pedro Stédile, representante del MST, dijo claramente que el Foro no consiguió acumular un programa propositivo ni logró abrir espacios que facilitaran acciones a nivel internacional, con la metodología de trabajo que ha sido utilizada, y llamó a los participantes a convertirlo en un espacio antiimperialista, que trascienda la resistencia al modelo neoliberal.
Desde el punto de vista organizativo, en esta ocasión se respiró cierta ambigüedad. No estuvo claro si participamos en un ejercicio evaluativo de la década vivida por el Foro, o de un FSM en sí mismo. El encuentro quedó atrapado en las enredaderas del camino: entre ser un seminario de análisis o ese espacio de construcción de alianzas, desde diferentes agendas sociales, que ha sido su esencia todos estos años.
Contradicciones entre la estrategia comunicativa y organizativa, en cuanto a la convocatoria y alcance del evento impidieron esta vez la claridad en sus propósitos.
El Foro dedicó sus mañanas al debate de la coyuntura y a trabajar la nueva agenda. Los organizadores lo nombraron: Seminario de estrategia y lo consideraron una de las actividades autogestionadas. Precisamente, su puesta en práctica nos deja enseñanzas para ediciones futuras.
La primera década de funcionamiento de este espacio pudo ser aprovechada para hacer un alto, mirarlo por dentro y sumarle temas que indicaran una mayor radicalidad y madurez del FSM. Se extrañó un momento evaluativo donde se escuchasen diversas voces en el análisis de alcances, logros, dificultades, para reorientarlo y relanzarlo como proceso, -propuesta planteada con antelación por su Consejo internacional y que en esta oportunidad no presenciamos.
Solo el último día del Seminario fue dedicado a una sistematización de lo sucedido en sus cuatro jornadas, por lo cual, tampoco se trabajó a profundidad la Carta de principios, ni otras limitaciones que podrían frenar la evolución del FSM y su efectividad en las luchas populares.
En algunas sesiones, los contenidos quedaron divididos en discusiones simultáneas y en diferentes sitios. También hubo fragmentación de los análisis a partir de ejes: lo social, lo económico, lo ambiental y político, sin un momento de integración y sistematización.
Sería oportuno replantearse esta metodología, teniendo en cuenta el carácter sistémico de la situación en la que actúan los movimientos y organizaciones sociales. No apropiarnos de una visión profunda y global del escenario actual podría influir también en una fragmentación de las propuestas de enfrentamiento. Corremos el riesgo de continuar resistiendo frente a ejes o temáticas determinadas y no al capitalismo como paradigma civilizatorio.
En ese sentido, no se logró un rico intercambio con respecto a la agenda de los movimientos sociales. Si bien se esbozaron cuestiones de interés continental y global como bienes comunes, buen vivir, sostenibilidad, economía y gratuidad, organización del Estado y del poder político, derechos y responsabilidades colectivas, nuevo orden mundial y construcción de hegemonía, llama la atención la ausencia de la militarización como asunto estratégico.
No es posible obviar un tema que despertó, movilizó y articuló a actores sociales en el año anterior y nos une hoy, como lo evidenció la Asamblea de Movimientos Sociales, celebrada en Sao Paulo del 20 al 23 de enero pasado, al convertirlo en eje central de las luchas populares para el 2010, en la campaña más importante que se teje contra los planes de inmovilización y criminalización por parte de la oligarquía y el imperialismo.
La creatividad, la facilidad para el reencuentro que promueve un evento como este pudieran dejar mejores resultados si las iniciativas y actividades autoorganizadas se divulgaran o se incluyeran en programas accesibles para todos. La articulación también queda afectada si se ubican, como ha ocurrido aquí, en espacios metropolitanos, ciudades que están distantes de Porto Alegre. Por la experiencia de estos días, el Foro debería hallar una estrategia para tocar, todavía de forma más cercana, a la población local.
Esta semana pudo ser un buen momento para dar un giro al proceso del FSM. Han transcurrido varios años de ver la construcción de la esperanza como un fin en sí mismo y considerar a la metodología como centro de los análisis, poniendo en segundo plano, los contenidos de lucha y las posibilidades de acción articulada.
El hecho de que cerca de 30 000 personas hayan llegado a Porto Alegre y a las ciudades metropolitanas para reencantarse con el espacio, compartir sus banderas e himnos y participar en la construcción de sinergias, da cuenta de la disposición para seguir camino a la utopía.
Y sin embargo, aún quedan temas por tratar sobre el Foro: su relación con los partidos, sus potencialidades movilizativas, la relación entre medios y fines, de cara a la importancia de articular una resistencia concreta; quedan aspectos organizativos y metodológicos por resolver que devienen desafíos para otro intercambio como este.
El contexto actual nos habla del tiempo, de la necesidad de aprovechar al máximo cualquier oportunidad para el encuentro que exista con el compromiso de luchar unidos en la esperanza de “otro mundo posible”.
por: Llanisca Lugo