La primera ronda electoral, realizada el 9 se septiembre pasado, la ganó
Alvaro Colom con el 25.63 por ciento de los votos, contra el 21.35 por
ciento de Pérez Molina. De los 5 millones 990 mil 29 inscritos sólo
votaron 3 millones 615 mil 867,lo que da una abstención del 40 por ciento.
Para esta segunda votación el cuadro habría cambiado, si las encuestas
reflejan la realidad, porque mientras unas dan un empate técnico, otras
le dan leve ventaja a Pérez y no falta la que lo da como ganador hasta
por un 7 por ciento, mientras la intención de abstenerse va creciendo.
Esto es reflejo de las características que ha tenido esta campaña
electoral, que se estima ha sido la más violenta desde 1985. Entre marzo
de 2006 y septiembre de 2007 fueron asesinadas 56 personas
pertenecientes a entidades políticas, 18 de ellas de la UNE, 8 del PP y
varios cercanos a la postulación de Rigoberta Menchú.
Los observadores políticos destacados en la capital guatemalteca ven con
preocupación el desarrollo de una campaña electoral en la que los
candidatos no han confrontado sus ideas y programas. La UNE ha estado
dispuesta a participar en los debates que se han propuesto, no así el
PP, cuyo candidato a vicepresidente dijo que estaban en la mejor
disposición de hacerlo y enseguida justificó la negativa a participar en
la discusión de las propuestas de ambas candidaturas en materia de
seguridad diciendo que estaría allí un diputado de la UNE, al que
calificó de “personaje de confrontación y agresión”.Y respecto al debate
que organizaba Univisión, señaló que no participarían porque “no
encuadra en la agenda”.
Mano dura y mano solidaria
El problema de la seguridad se ha convertido en el punto más destacado
en esta campaña. Como en todos los países, la violencia va en aumento, a
la par de la pobreza ,mientras la riqueza se concentra cada vez más y se
acrecienta el poder del narcotráfico. Estos problemas son comunes a
América Latina, porque son consustanciales al modelo económico impuesto
desde el norte desarrollado y para superarlos se requiere de un cambio
profundo y colectivo que no se está intentando. Lo que abundan son las
políticas represivas que no van al fondo pero que favorecen a Estados
Unidos, que las impulsa. En este contexto, veamos que plantean los dos
candidatos.
Alvaro Colom, ingeniero industrial, Secretario General de la UNE, cargo
que equivale al de presidente, es sobrino de Manuel Colom Argueta, que
fuera alcalde de Ciudad de Guatemala, asesinado por los militares en
1979,crimen cometido junto al de Alberto Fuentes Mohr, y que causó
impacto internacional porque ambos representaban una opción democrática
en un momento en que el país estaba inmerso en una sucesión de
dictaduras militares. En sus actos de campaña ha puesto de relieve las
diferencias con su oponente diciendo “Con el otro candidato no tenemos
nada que ver, mientras él ofrece mano dura ¿pero qué es mano dura?, sólo
sirve para golpear, yo les ofrezco una mano solidaria, justa”.
De él han dicho cosas que anteriormente se han señalado también en otros
países como, por ejemplo, que va a quemar las iglesias si es elegido. Le
ha pedido al electorado que no se olvide de lo sucedido en el período
dictatorial: “Recuerden cuando las personas desaparecieron. Entraban por
la madrugada, en camiones se llevaban a los niños, había miedo en la
población y no queremos volver a sentirlo otra vez, como en el
pasado”.Colom ha dicho que no está en contra del ejército, pero que su
adversario “es un jefe de pelotón”. Hay que recordar que en Guatemala, a
raíz de la violencia desatada por la intervención estadunidense que
provocó el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz en 1954, han
muerto 250 mil personas, en su mayoría indígenas, los que constituyen el
61 por ciento de la población.
Entre los asesinatos que han causado mayor conmoción en los últimos
años, además de los de Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr, se
encuentran los de Monseñor Girardi, autor del informe “Recuperación de
la Memoria Histórica” y la desaparición forzada de la escritora
guatemalteca, catedrática de la UNAM y fundadora del movimiento
feminista mexicano Alaíde Foppa. A estos se agrega el asalto e incendio
de la embajada española en 1980,ordenado por el régimen del general
Lucas García, en el que murieron 36 personas, entre ellos el padre de
Rigoberta Menchú, quien después recibiría el Premio Nobel de la Paz.
Otto Pérez Molina, su biografía oficial, contenida en la página de su
partido señala que inició la carrera militar en 1966, que en 1982 se
contó entre quienes impidieron que el dictador Ríos Montt se
autoproclamara presidente de la república, hecho que consideran como
inicio del retorno a la vida democrática en 1985.Luego se alude a sus
estudios superiores de Defensa Continental en el Colegio Interamericano
de Defensa en Washington, al estudio del programa de Alta Gerencia en el
INCAE-Escuela de Negocios de Harvard, con sede en Costa Rica, y a la
maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Francisco Marroquín.
De los estudios se vuelve a su carrera militar poniendo el acento en que
se opuso al autogolpe protagonizado en 1993 por el entonces presidente
Jorge Serrano Elías. Luego Ramiro de León Carpio lo nombró Jefe del
Estado Mayor Presidencial, cargo que ocupó entre 1993 y 1995, al año
siguiente fue nombrado Inspector General del Ejército y jefe de la
delegación de su país ante la Junta Interamericana de Defensa. Al
firmarse los Acuerdos de Paz en 1996, representó al ejército y firmó en
su nombre. En el campo político, llegó al parlamento en el 2004 y es
Secretario General de su partido, equivalente a la presidencia.
Su biografía es cuestionada por los organismos de derechos humanos que
apuntan que se ha omitido su desempeño como hombre de confianza y
miembro del estado Mayor Presidencial del general Lucas García, quien
encabezó el que se considera el periodo dictatorial más sanguinario.
Entre 1978 y 1982 se cometieron 538 masacres, fueron asesinados Colom
Argueta y Fuentes Mohr y se produjo la desaparición forzada de Alaíde
Foppa. En el informe de Monseñor Girardi se indica que el destacamento
Nebaj Quiché, comandado por Pérez Molina, cometió 20 masacres en las que
murieron mil personas. El escritor estadounidense Francisco Goldman lo
relaciona con la muerte de Girardi en su libro “El arte del asesinato
político”.
Pérez Molina ha reiterado en su campaña que aplicará mano dura contra la
inseguridad y hace pocos días sostuvo que “Si es necesario aplicar un
estado de excepción, uno verdaderamente corto, lo vamos a hacer”. Los
que temen el inicio de un nuevo período represivo señalan que ya hay
mecanismos legales para sancionar los crímenes de lesa humanidad,
incluso en forma retroactiva, pero al mismo tiempo advierten del daño
que le haría al país un aislamiento internacional.
– Frida Modak es periodista chilena.
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