La muerte de Kirchner les sirve a esos poderes concentrados para confirmar, asquerosamente escondidos tras la formalidad del pésame, su idea de que “el ex presidente era quien en realidad manejaba los hilos del gobierno”, y no la presidenta elegida por el 53 por ciento de los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner.
Se apresuran, también, a decir que “hay que apoyar la Presidenta”, lo dijo, entre otros, el vicepresidente y líder opositor Julio Cobos, y los medios lo reproducen sin re pregunta: “¿Qué otra cosa debe hacerse, señor Cobos o estará usted pensando que si como dicen Clarín y La Nación, Kirchner manejaba todo, entonces debe renunciar Cristina?
Aparecen hoy tres componentes claros de la argentinidad: la solidaridad en el dolor de un pueblo que nunca se olvida de quien no lo traiciona, las mezquinas y hasta farandulescas apariciones de políticos de segunda y la apelación, por parte de la más concentrada derecha antipopular manifestada en los columnistas de los diarios, del “fantasma de la violencia” que siempre le endilgaron al Peronismo, como siempre hizo la derecha con todo movimiento de masas en Nuestra América.
“Hay que ayudar a la Presidenta”, dicho por la peor política, los empresarios y los formadores de opinión mete miedo. Suena a hay que rodearla, aprovechar el momento para que, sin ninguna señal de problemas de institucionalidad, se instale la idea de que existen presiones y peligros para la democracia. Lo hicieron con las retenciones móviles, lo hacen cada día con la inseguridad, con el Banco Central en el verano, y se preparaban a la batalla por evitar la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas como lo marca la Constitución Nacional.
Ahora hay que estar atentos y protegerla, acompañar a esa “Presidenta coraje” como la definía el propio Néstor, en su dolor, y en su fortaleza de mujer.
No es difícil imaginar que Cristina profundizará la distribución del ingreso, que avanzará con las leyes que continúen desmontando el gran andamiaje del coloniaje que todavía padecemos y que fortalecerá la integración regional tal como lo venía haciendo su compañero de toda la vida.
Sólo hay que resguardarla, estarle ahí, al pie de su ventana para que vea, sepa y sienta que lleva el luto por una parte de su vida que se va, pero también el de un pueblo que recuperó, gracias a la claridad y decisión política de Néstor Kirchner, la dignidad y la palabra para construir su destino de grandeza