Poco o nada supo de la fuerza destructora del
mar y de los vientos del huracán Ike. El cineasta cubano Humberto Solás
falleció como si evadiera las ruinas de Gibara, la ciudad de la que se
enamoró sin remedio, a la que le inventó un festival y a la que volvía
fiel año tras año.
“Solás, Solás, de Gibara no te vas”, gritaban los habitantes de la llamada
Villa Blanca y le seguían cada abril, durante la inauguración del Festival
Internacional de Cine Pobre, una cita que nació tras la filmación en esa
ciudad costera de algunas de las escenas de su película “Miel para Ochún”
(2001).
El director de clásicos de la cinematografía iberoamericana como
“Lucía” (1968) no sólo no podía desprenderse de aquella “gente de pueblo”
con las que grabó sus escenas de Gibara, si no que de alguna manera
intentaba atraer la mirada hacia una ciudad catalogada como monumento
nacional, pero casi olvidada a 775 kilómetros de La Habana.
“Hubiera sido demasiado doloroso para él”, confesó a IPS una amiga de
Solás que, en las últimas semanas, respetó la decisión familiar de
mantener discreción sobre el cáncer diagnosticado hacía apenas unos meses,
el rápido deterioro de su salud y la fase final en que había caído en los
últimos días.
Justo el miércoles, horas antes de su muerte a los 66 años, un
comunicado de la dirección del Festival Internacional de Cine Pobre, que
él presidía desde su creación en 2003, llamaba a “los amigos” del
encuentro a iniciar “campañas para la reconstrucción de Gibara” y
gestionar el apoyo de gobiernos y entidades de cooperación.
“Ahora más que nunca, los gibareños necesitan del evento y de nuestra
gestión para su reconstrucción”, añadía el texto circulado por correo
electrónico.
Metido de lleno en la defensa de lo que llamó el “cine pobre”, Solás
dedicó las energías de sus últimos años al sueño de Gibara, a la apertura
de una escuela para promover el uso de las nuevas tecnologías digitales en
el cine y al proyecto que cerraría la trilogía que ya formaban “Miel para
Ochún” y “Barrio Cuba” (2005).
“Pobre no significa baja calidad”, diría una y otra vez al defender la
opción digital como una nueva manera de democratizar la cinematografía,
rescatar el cine de autor y, sobre todo, como una liberación de las
ataduras que suele tener el artista cuando depende totalmente de una
empresa productora, tanto nacional como extranjera.
“La reducción de costos se paraleliza a la reducción de compromisos
inocuos. Ello no sugiere un antídoto único contra la degradación de la
profesión. Usted puede realizar un filme muy honesto y personal con
grandes recursos técnicos y económicos, pero ello no es habitual”, dijo
Solás en una entrevista.
Esa decisión de “cultivar a última hora un audiovisual donde pesaba más
la ética que la estética” es la prueba de “un espíritu eternamente
inconforme; un espíritu ávido de ponerse a la altura de los nuevos
tiempos”, se sostiene en un texto distribuido vía correo electrónico por
el crítico e historiador cinematográfico Juan Antonio García Borrero.
Autor de la conferencia “Cine cubano post-68: Los presagios del gris”,
leída el 2 de este mes en el Centro Teórico-Cultural Criterios, García
Borrero recordó cómo había apelado, justamente, a una de las obras de
Solás en su disertación sobre los períodos más duros de la política
cultural cubana y su impacto en la cinematografía.
“Voy a recordarlo siempre como uno de los primeros cineastas cubanos
que me enseñó a pensar el cine cubano desde las contradicciones, que es
tal vez la mejor manera de reconocer su vitalidad”, añade el texto enviado
a IPS y publicado en el blog “Cine cubano, la pupila insomne”.
Premio Nacional de Cine 2005, realizador de más de 20 obras entre
películas de ficción y documentales, Solás comienza su carrera
cinematográfica en la década del 60 con obras sencillas y realistas como
“Manuela” (1966), que desembocan en “Lucía”, una pieza “experimental a
nivel dramatúrgico y también visualmente”.
Eran años gloriosos “por el amor al arte, por la convicción de que el
espacio que daba la Revolución no tenía fronteras, de que se podía indagar
en la nación cubana, legitimar su identidad cultural y experimentar para
que aquello no se quedara solamente en el concepto antropológico del
discurso”, dijo a la periodista Marta María Ramírez.
En entrevista para Cultura y Sociedad (CYS), publicación de la oficina
de IPS en Cuba, contó que después de aquella época juvenil, de euforia y
amor absoluto, “llegaron los años 70, con la crisis del pensamiento, por
cierta indigestión de recetas culturales en las que el realismo socialista
quiso señorear”.
Como consecuencia de todos estos años, que pasaron a la historia como
el quinquenio gris, “unos desaparecieron, otros emigraron, otros
sobrevivimos, pero todos con el trauma de un proceso injusto, aunque los
optimistas y tozudos, como yo, seguimos en nuestra actividad, luchando por
reencontrar el camino perdido”, aseguró.
Para Solás fueron las incomprensiones por el filme “Un día de
noviembre” (1972), que seguía el camino iniciado por “Lucía” y que él
mismo definió como “no positiva, melancólica, sobre la derrota del
hombre”. Las “incomprensiones” lo apartaron de la cámara por seis largos
años.
El resultado fue un viraje hacia el cine histórico y la realización,
uno tras otro, de “Cecilia” (1982), “Amada” (1983), “Un hombre de éxito”
(1986) y “El siglo de las luces” (1991). “Ese debió de haber sido el cine
cubano en los 70, porque teníamos un legado, pero yo no soy rencoroso. Si
uno se sume en el rencor, se paraliza”, comentó a CYS.
Pero con los años 90 llegó la desintegración de la Unión Soviética, la
desaparición del antiguo bloque socialista europeo, la peor crisis
económica de la Revolución Cubana y, con ellos, la anulación casi total de
la cinematografía nacional. Solás estuvo 10 años sin filmar una película y
su regreso sólo fue posible por la opción digital.
Si con “Cecilia” y “El siglo de las luces” dirigió las películas más
caras del cine cubano, con “Miel para Ochún” empezó a hacer las más
baratas. “El hombre tiene que adaptarse a sus circunstancias y extraer de
ellas la máxima posibilidad creativa”, afirmó convencido de que son
tiempos de “películas muy humildes y sencillas”, comentó.
Tras “Barrio Cuba” (2005), que es una dura mirada a la realidad cubana
de hoy y que fuera para él como un “acto de liberación”, consideró que la
mejor forma de liberar a la cultura es tomando la cámara “sin tener que
esperar a algo que seguramente no va a llegar, ahogándote con tanta
institución y tanto ‘no’ para todo”.
“El primero y más duradero aporte de Solás al cine cubano es el ejemplo
conmovedor de su integridad profesional. Con toda la frescura de su
permanente juventud, supo enlazar su dramática visión de nuestra historia
con sus inclaudicables exigencias estéticas”, dijo a IPS el ensayista
Ambrosio Fornet.
Defensor del debate como un fuerte “antídoto” contra el derrotismo, la
indefensión y la visión del fracaso de la cultura y de las ideas
políticas, Solás pensaba que sus tiempos de lucha clandestina contra la
dictadura de Fulgencio Batista, antes del triunfo de la Revolución en
1959, le habían servido para consolidar su “voluntad inconformista”.
Convencido de que “hacer una película de compromiso con la realidad”
es, en estos momentos, una “hazaña en cualquier lugar del mundo”,
caracterizaba al cine cubano por su espíritu crítico. “Hay que aplaudir lo
que hay que aplaudir y negar y polemizar contra lo que está mal hecho, le
duela a quien le duela”, aseguró.
“Soy un hombre de la Revolución, pero sin hacer guiños, sin
complacencia, crítico con la sociedad y con la historia de mi país,
consecuente con mis principios. Por lo tanto, he sido un cineasta
incómodo, aunque no siempre claro”, afirmó de sí mismo y de su obra el
realizador de “Lucía”.
(FIN/IPS/da/dm/cr ae ip/sl la/08)
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+ Humberto Solás – Filmografía
(http://www.cubacine.cu/realizad/hsolas.html)
+ Festival Internacional del Cine Pobre
(http://www.cubacine.cu/cinepobre/index.html)
+ Cine cubano, la pupila insomne
(http://cine-cubano-la-pupila-insomne.nireblog.com/)
+ La casa de la cultura digital
(http://www.cubaalamano.net/sitio/client/report.php?id=398)
+ Lo imposible se vuelve posible
(http://www.cubaalamano.net/sitio/client/report.php?id=295)
+ La soledad de la Villa Blanca
(http://www.cubaalamano.net/sitio/client/report.php?id=305)
+ Humberto Solás: contra molinos
(http://www.cubaalamano.net/sitio/client/article.php?id=6297)
+ La estética del desgarramiento
(http://www.cubaalamano.net/sitio/client/article.php?id=7203)
+ Solás con jóvenes realizadores en Festival de Gibara, 2005
(http://ipsnoticias.net/fotos/Sola_con_jovenes.jpg)
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