La Carta de los Movimientos Sociales de las Américas aprobada en Belem de Pará en el Foro Social Mundial, constituye una iniciativa que merece toda la atención y apoyo de los movimientos, redes y organizaciones comprometidos con el presente y el futuro de nuestros pueblos. En ella se llama a una integración desde abajo tomando los principios del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe) como referente.
Esta iniciativa surge desde experiencias concretas que varios movimientos tienen con proyectos del ALBA y fue promovido desde un seminario de organizaciones y movimientos sociales celebrado en Brasil a mediados del año pasado. De allí emergió una carta abierta a todos los movimientos y organizaciones con la propuesta, donde se solicitaban contribuciones e ideas para la iniciativa. Posteriormente en el Foro Social de las Américas celebrado en Octubre en Guatemala se presentó la carta con adiciones producidas en el proceso de consulta y se sometió a nuevas consultas. Finalmente en Belem de Pará se acordó la redacción definitiva de este documento.
A partir de la experiencia de la exitosa campaña continental contra el ALCA, este llamamiento pretende articular a diversas fuerzas, no sólo ya en la denuncia y la lucha contra las múltiples formas de opresión que atentan contra los intereses populares sino además, aprovechar en toda su magnitud las potencialidades que ofrece el ALBA, para lograr un alcance mucho más allá de los países cuyos gobiernos forman parte del acuerdo, y beneficiar a los pueblos de toda la región.
La carta explica que este proceso de integración de movimientos y organizaciones sociales, tiene como objetivo construir una articulación continental en torno a estos principios y promover diversos mecanismos y potencialidades que ofrece esta iniciativa para la integración latinoamericana desde los pueblos.
En una de sus partes la carta expresa: “En esta fase vamos intensificando las acciones de resistencia, pero también las experiencias alternativas, de poder popular, de ejercicio de soberanía, e incluso de relación con algunos gobiernos que expresan de manera contradictoria los intereses de las mayorías.
Es necesario construir colectivamente un proyecto popular de integración latinoamericana, que replantee el concepto de “desarrollo”, sobre la base de la defensa de los bienes comunes de la naturaleza y de la vida, que avance hacia la creación de un modelo civilizatorio alternativo al proyecto depredador del capitalismo, que asegure la soberanía latinoamericana frente a las políticas de saqueo del imperialismo y de las trasnacionales, y que asuma el conjunto de las dimensiones emancipatorias, enfrentando las múltiples opresiones generadas por la explotación capitalista, la dominación colonial, y el patriarcado, que refuerza la opresión sobre las mujeres”.
De esto se trata, de potenciar la activa participación de los sectores populares organizados, generando iniciativas, aprovechando al máximo los proyectos gubernamentales que los beneficien. Se desatan así procesos de carácter cultural, que van mucho más allá de lo económico y lo social concreto y son los que darán raíces profundas a la imprescindible integración latinoamericana. Pero lo más significativo puede ser la consolidación de una agenda común de luchas que se ha venido gestando en estos años y la activación coordinada de diversas fuerzas populares para hacer avanzar la actual emergencia de alternativas emancipadoras frente al neoliberalismo y a las múltiples formas de opresión.
El escenario global, para nuestros países y para toda la humanidad está cargado de amenazas. Las crisis se acumulan y se profundizan sus consecuencias. Crisis financiera, alimentaria, energética, ambiental. En la opinión de muchos analistas se trata de la crisis de un sistema y de una propuesta civilizatoria que ha provocado por una parte una acumulación irracional de riqueza y la extensión injusta de la pobreza y por otra, un abuso de los recursos del planeta que provoca ya desequilibrios graves de los ecosistemas naturales. Desigualdades enormes entre países y entre clases sociales al interior de estos que desde la desigualdad tendrán que enfrentar iguales desafíos para la existencia de la vida.
Pensamos que divididos, como nos dejó el coloniaje y nos mantuvo el neocolonialismo, no podremos hacer frente a tales desafíos. Sólo la integración, real y efectiva de nuestros pueblos nos permitirá sobrevivir a las crisis presentes y futuras.
El escenario contemporáneo también nos dice que los pueblos latinoamericanos tenemos grandes oportunidades. En los últimos 10 años la región transitó de un predominio casi absoluto de las políticas neoliberales impuestas por regímenes oligárquicos subordinados al denominado “Consenso de Washington”, hasta un accionar de los sectores populares que ha permitido la emergencia de diversos gobiernos que, en grado diferente y con matices importantes, desafían ese orden imperante.
La elección en 1998 de Hugo Chávez en Venezuela, la caída estrepitosa por la vía de insurrecciones populares de gobiernos en Ecuador, Bolivia y Argentina, los triunfos electorales de Lula en Brasil, Evo en Bolivia, el Frente Amplio en Uruguay, Correa en Ecuador y Lugo en Paraguay y las evoluciones de políticas, con una mirada más centrada en lo social, en otros países de la región, conforman en la actualidad un escenario geopolítico que expresa por una parte el agotamiento y la crisis del neoliberalismo que estremece hoy inclusive a los países capitalistas desarrollados, y por otra esta emergencia popular que se niega a continuar sufriendo en su existencia y la de sus hijos las consecuencias, primero de las políticas neoliberales y ahora las de su crisis.
La incorporación de Cuba al Grupo de Río y la propuesta de convertir este en una organización de Estados Latinoamericanos, la realización por primera vez de una cumbre de presidentes de la región sin presencia europea o norteamericana, la emergencia de diversas iniciativas integradoras como UNASUR, el Banco del Sur, Petrocaribe y sobre todo la existencia del ALBA, que parte de principios diferentes orientados al bienestar de los pueblos, con una centralidad de lo social y cultural, además de lo económico, que ya se concreta con la Operación Milagro, la Campaña Alfabetizadora del Yo sí puedo, las escuelas latinoamericanas de Medicina, Deportes y Agroecología, con su Banco, y sus proyectos grannacionales, son los resultados visibles de ese cambio de época que vivimos.
Sin embargo, las consecuencias de la profunda crisis económica, que galopante recorre el mundo, puede retrotraer algunos de estos logros y obstaculizar estas iniciativas. La derecha intentará capitalizar a su favor el descontento que se deriva de las afectaciones de la crisis en la vida cotidiana, algunos tecnócratas recurrirán a fórmulas contrarias a la integración que en el corto plazo pueden favorecer a las oligarquías nacionales, nunca a los pueblos.
Los Foros Sociales, la Campaña contra el ALCA, las luchas contra los TLC, contra el pago de las deudas ilegítimas, por la Reforma Agraria y una agricultura sostenible, entre otras y las diversas formas de organización sectorial, étnica, de género etc., son un acumulado importante de los pueblos de la región que puede ser potenciado, articulado, cohesionado en torno a agendas comunes que se han ido construyendo y merecen continuar siendo consolidadas. La articulación por una integración de nuestros pueblos según los principios del ALBA, puede constituir, una de las vías principales para lograr la imprescindible cohesión de las fuerzas populares de la región.
La integración no puede esperar a que los gobiernos decidan incorporarse o no a estos procesos, no puede limitarse tampoco al cumplimiento de los acuerdos gubernamentales, mediados siempre por las burocracias que porta o representa en la generalidad de los casos intereses ajenos a los sectores populares, la integración tiene que ser asumida desde abajo.
Los sectores populares no pueden esperar, porque no puede esperar el que tiene hambre, el que muere o mueren sus hijos de enfermedades curables. No puede esperar el que no tiene trabajo, ni techo o vive en condiciones precarias. No puede esperar el que está en la miseria, o el que se empobrece más cada día, ni tampoco los sectores de clase media que ven con angustia como, pese a trabajar sin descanso, se deterioran los niveles de vida de sus familias. Avanzar en el cambio profundo de las causas de todos estos sufrimientos es lo único posible y para avanzar hay que unirse, desde abajo.
La carta aprobada en Belem no se limita a una reflexión sino que se concreta en una convocatoria.
“Desde Belém, donde nos reunimos centenares de movimientos sociales de todos los países de las Américas, que nos identificamos con el proceso de construcción del ALBA, nos convocamos y nos comprometemos para:
1.- En cada país realizar plenarias nacionales, que generen colectivos unitarios de construcción del ALBA.
2.- Promover un gran encuentro continental de todos los movimientos, para el segundo semestre del 2009, en camino a la articulación de los Movimientos Sociales con el ALBA.
3.- Poner todas nuestras energías para la Movilización Mundial Contra la Guerra y la Crisis, en la semana del 28 de marzo al 4 de abril, reforzando el día 30 de marzo, como día de movilización continental.
4.- Participar activamente en las movilizaciones e intereses de los pueblos, en las jornadas del 8 de marzo, 17 de abril, 1 de mayo y 12 de octubre, como fechas históricas de nuestros pueblos.
5.- Seguir impulsando la solidaridad concreta con los pueblos en lucha contra el imperio, en Haití, Colombia, Cuba, Venezuela, Bolivia.
6.- Seguir impulsando las acciones concretas de construcción del ALBA, como los programas de ELAM, de alfabetización de adultos, los cursos latinos de la ENFF, el IALA, la Operación Milagro, etc.”
Pensamos que cumplir con esta convocatoria, sin dilaciones, con espíritu integrador, sin sectarismos, predominio de intereses estrechos, personalismos y otros males que heredamos de la propia cultura de la dominación, que llevamos dentro, aún los que luchamos por la emancipación, es una buena manera de avanzar.
– José R. Vidal y Tamara Roselló son integrantes del Programa de comunicación popular del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, jr. de La Habana, Cuba
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