“Las cosas hay que hacerlas en la realidad y que se reflejen en internet”. Eso dice Francisco Rodríguez Cruz, un periodista cubano que ha logrado apropiarse de recursos de la red para compartir puntos de vista y hacer comunidad de lectores, de seguidores y de amigos. El también periodista del semanario Trabajadores, participa junto a otros comunicadores y estudiantes de la carrera de Periodismo, en un espacio
de intercambio y aprendizaje para aprovechar mejor las aún limitadas
posibilidades de la conectividad en la isla.
El peso que tiene en la actualidad la identidad virtual, el uso que se hace de las redes sociales en internet y la importancia de cuidar la huella digital que queda en estos nuevos medios, son algunos de los puntos de la agenda del debate, organizado como parte de un Taller sobre redes sociales. El espacio sirve de preámbulo al evento de periodismo audiovisual para jóvenes “Ania Pino in memoriam”.
¿Cómo acortar la distancia que separa a cubanas y cubanos de otros
usuarios de internet? La clave podría ser intercambiar experiencias y
lecciones aprendidas por otras personas, más allá de la geografía
insular, para que la práctica de navegar tenga más vientos a favor que
en contra, una vez que sea posible adentrarse en el mundo digital con
menos estrecheces.
Las sesiones del taller, entre el 2 y el 4 de noviembre, han permitido
aclarar dudas sobre Facebook, Twitter, WhatsApp y otras redes on line,
para la labor periodística y el vínculo con la ciudadanía conectada.
Desde un medio, una secretaría de gobierno o una institución privada o
pública, las redes sociales se han puesto de moda y conocer sus
lógicas, está en el centro de este Taller sobre redes sociales.
Las profesoras, Rosa Cristina (rosacris) y Renata Cabrales
(
cabralita) cuentan sus andanzas como usuarias activas en redes y
sobre todo, como profesionales que gestionan contenidos en ellas. Son
dos colombianas apasionadas por las oportunidades que ofrecen las
redes sociales para darles más participación a las audiencias en la
construcción noticiosa de la realidad.
Al encuentro asisten concursantes del Ania Pino, jóvenes desde
Guantánamo hasta La Habana, que no solo traen sus obras audiovisuales
a competir, sino también sus deseos de convertirse en nuevos
periodistas, con la apropiación más integral de los nuevos medios en
una Cuba que aspira a ir transitando, paso a paso, de la desconexión
al mundo on line.
La isla caribeña ha llegado tarde al uso masivo del ciberespacio. No
obstante, en la red de redes sobresalen ejemplos de blogueros y otros
ciberactivistas que maximizan sus accesos a internet para socializar
ideas y contar, en su propia voz, las miradas al país que viven y
transforman. Desde centros de estudio y laborales ha ido creciendo la
presencia cubana en internet y el interés por estar representados
allí, aunque sea de manera discreta.
El surgimiento de las cuentas nauta, como opción para conectarse por
Wifi, ha captado el interés de nuevos usuarios y usuarias que van
descubriendo y compartiendo aplicaciones para comunicarse con
familiares y amistades. Son las y los jóvenes quienes avanzan más
rápido en el consumo digital. Las redes sociales, como nuevas plazas
públicas, son territorios de encuentro. Allí quieren estar las
cubanas y los cubanos. Se impone ser parte de un proceso de
alfabetización digital, sin pausa, que les permita a más personas
residentes en la isla, ciberexistir. Talleres como el que acogió el
evento Ania Pino, en estas jornadas de noviembre, son una manera de
avanzar a buen ritmo. El reto es no perder el paso, ni las ganas.