Entrevista a Ariel Dacal, Doctor en Ciencias Históricas y Educador Popular.

Por Fabiana Girona Falcón (Uruguay) y Maite Pérez Millet (Cuba)

Para tener un acercamiento a la experiencia político pedagógica del Centro Martin Luther King en la Habana, conversamos con el Educador Popular Ariel Dacal. Socialismo, metodología, contexto y aprendizajes, son algunos de los elementos que nutren este diálogo

—La realidad cubana ha cambiado mucho en los últimos tres años ¿qué transformaciones han asumido en la práctica formativa del CMLK para acercar más la esencia de la Educación Popular a la realidad cubana actual?

Es un hecho irrefutable: la sociedad, la economía, la política y la vida cotidiana son otras en Cuba, pasado tres años de pandemia. En realidad es el resultado, digamos un poco acelerado, de la combinación de tres variables esenciales: a) el recrudecimiento del bloqueo de los Estados Unidos contra el proyecto de la Revolución cubana; b) la aguda crisis integral del sistema mundial generada por la pandemia; c) la deficiente gestión de las reformas en Cuba, inciada una década atrás.

De cara al tema que nos ocupa, este contexto devela tres asuntos que ocupan nuestra atención como movimiento de educadoras y educadores popules, a saber: a) crecimiento del fundamentalismo, esencialmente de carácter religioso; b) pluralidad política con los más variados signos, entre los que destacan posturas contrarias a los procesos de socialización y poder popular; c) el incremento de la conflictividad social, con manifestaciones de odio no conocidas al interior de la sociedad cubana.

La formación que hacemos tiene entre sus principios el carácter contextual. La entendemos como parte del instrumental que está al servicio de un proyecto político emancipador. Por esta razón, el contexto interpela permanentemente los contenidos y las prioridades que le damos a nuestra aparato formativo.

Un primer elemento que se profundiza en estas circunstancias es el análisis crítico de la realidad, en el entendido freireano de comprender las contradicciones y procesos históricos sociales que condicionan determinados fenómenos. Circunstancias que también lo son para asumir la potencialidad tranformadora en clave de alternativa en emancipación.

Un segundo elemento es el diálogo con actores emergentes que, desde presupuestos socializadores, intentan posicionarse dentro de la realidad para empujar hacia carriles socialistas, entendidos en el poder y control popular. Actores que no están en un solo lugar social, que se presentan desde la sociedad civil hasta la institucionalidad.

Un tercer elemento es enteder que toda práctica, discurso y planteo formativo tiene contenidos políticos propios, con sentidos más o menos definidos, pero básicos. De ahí la participación en el rescate de la formación polítca como instrumento para la organización y movilización popular.

Un cuarto elemento, y aquí aparece una tensión metodológica, es ampliar al máximo posible nuestro alcance formativo, es decir, llegar a más personas en el menor tiempo, sin atentar contra la calidad, profundidad y rigor de nuestra propuesta.

Nuestro colectivo asume las demandas del contexto como una oportunidad para participar en los debates sobre el futuro y viabilidad del proyecto socialista de la Revolución cubana. Lo asume, al mismo tiempo, como terreno de disputa política en la que asumimos un posicionamiento claro y permanente a favor de un proyecto liberador, que tiene como método viable a la Educación Popular.

—¿Cuánto se han fortalecido los procesos de Educación Popular vividos, de sistematizaciones realizadas a las propias experiencias o a otras conocidas?

Sistematizar es, esencialmente, aprender. Es asumir una lectura crítica, en tanto comprensión, de la labor que realizamos, de su alcance. Un movimiento de educadores y educadoras populares que no se mire constantemente, que no urgue en su quehacer, tendría poco de liberador.

Una base importante de este proceso lo es el diálogo con otras experiencias formativas. Un diálogo que tiene mucho de escucha, de indagación, de asombro, de encontrar incluso aquello que no se busca. La sistematización es también, dentro de la pedagogía toda, el arte de sorprenderse y de crecer en colectivo.

La Educación Popular se fortalece cuando se consolida como propuesta desde los aprendizajes del hacer constante. Crece como comprensión pedagógica, como didáctica, como metodología. Crece como propuesta política formativa con capacidad para dialogar y ser propositiva dentro del contexto tenso que, en este caso, se vive en Cuba.

De todas maneras, no es ocioso decir que la sistematización de nuestra experiencia formativa no es todo lo permanente que debería ser. Los apuros organizativos y las respuestas a las demanadas del contextos no nos han permitido, o no lo hemos priorizado, ser más sistemáticos en la sistematización. Tampoco nos hemos dado, en todo rigor, los debates debidos en referencia a los sentidos y entendidos de esta práctica vital.

—¿Qué sueños en términos de emancipación, transformación, ubican en el horizonte?

El sueño es reinventar las formas políticas del poder popular. Ese es, en esencia, el horizonte hacia el cual miramos hoy. “Solo el pueblo salva al pueblo”, afirma una grafiti en varios muros del mundo. Y es cierto, pero eso lleva organización, movilización, lleva práctica, lucha, concientización. La formación es imprescindible para caminar hacia ese sueño. Y miren que digo reinventar, porque todo análisis presente parte de asumir que hay una historia de lucha, con acumulados, incluso con olvidos, que son parte imprescindible de nuestra reflexión, asumida esta en el sentido de praxis como método de actuación política.

El sueño inmediato lo es, también, canalizar ese proceso de repolitización que vive la sociedad cubana hacia derroteros liberadores, emancipadores; derroteros que se sustenten en un orden social, político, económico, cultural, espiritual, de justicia, dignidad, derechos, soberanía.

Al mirar en rigor la pregunta, sería más bien cómo actualizar las condiciones de posibilidad de ese sueño en el escenario actual. Este enfoque nos remite a afirmar que los sueños, sin contexto que los posibiliten, sueños son. De ahí que sueño ha de ser asumido como sinónimo de proyecto, en este caso, proyecto liberador, colectivo.

Tenemos la convicción más absoluta de que la Educación Popular es una concepción y metodología al servicio de los sueños/proyectos y de su viabilidad política, o al menos del intento de ella.

—Pensando en las estrategias metodológicas ¿cuáles son los criterios en los procesos de deconstrucción-reconstrucción en el diseño participativo?

El primer y definitorio criterio es que trabajamos con y desde las relaciones de poder. Todo lo que la Educación Popular devela esencialmente son las relaciones de poder. Nos ha llevado tiempo, debates (incluso tensiones), reformulaciones, acercamientos sucesivos, llegar a esta idea esencial. Todo lo que hacemos es develar las prácticas en cuanto a relaciones de poder, el contenido que las define, las disputas que representan y la potencialidad transformadora que entrañan.

Desde esa perspectiva, asumimos la participación como variable permanente de análisis. Participación política en la gestión de la vida cotidiana en todo su alcance. Como contenido pedagógico, como recurso didáctico y metodológico. La participación es develada como contenido, pero también como práctica en el proceso de aprendizaje. A la vez que propiciamos la conformación de los grupos de aprendizajes, mostramos los modos diversos de asumir la participación.

El carácter vivencial resulta una de las columnas vertebrales de nuestra propuesta formativa desde la Educación Popular. Le decimos algo así como, vivir por adelantado el mundo que queremos. Vivirlo aquí y ahora.

Otra estrategia metodológica, que hace parte de las ideas anteriores, es crear ejercicios diversos, pequeños laboratorios, que ofrezcan la posibilidad de mirar críticamente las relaciones que se generan, de dominación en este caso, para luego poner en práctica relaciones liberadoras. Esto se acompaña por una permanente sistematización de los aprendizajes sobre participación. Dentro de ellos destacamos los ámbitos internos y externos que la tipifican. Entendemos por externos: querer, poder y saber participar. Entendemos por internos: ser parte en la definición de las necesidades, en la decisión sobre las necesidades, y en el control sobre las decisiones.

—¿Cómo contribuye el CMLK Cuba a desarrollar sujetos politicos con capacidad crítica para el análisis de la propia realidad?

A riesgo de repetir, subrayo que el análisis de contexto es esencial en nuestra propuesta. No hay lucha sin contexto, como tampoco ajuste y proyección política viable. Contexto, entonces, es sinónimo de condiciones para un sentido equis. Condiciones que dentro de la realidad nos permiten visualizar uno u otro escenario y nos interpelan a una u otra actuación.

La contribución referida en la pregunta es por medio, fundamentalmente, de la formación política, la organización que esta implica y la movilización de la que se alimenta. O la Educación Popular contribuye al desarrollo de sujetos políticos con capacidad crítica para el análsis de su propia realidad, o no es Educación Popular.

El asunto que particulariza esta pregunta nos coloca en otro de los pilares de nuestra propuesta formativa, el carácter histórico de los procesos sociales, la historicidad, para contarlo en términos freireanos. El contexto es el episodio de la historia. La historia es la explicación del contexto. Una pregunta recurrente en nuestros espacios es “¿por qué actuamos así?”. Esta nos lleva a las condicionantes culturales que se han ido asentando como práctica. Razón que nos lleva a afirmar que vivimos el resultado de decisiones políticas, y en tal carácter, pueden ser transformadas en prácticas histróricas de contenidos liberadores.

Historicidad, proceso, condiciones, contextos, son recursos interpretativos esenciales que, desde nuestros procesos formativos, contribuyen a fortalecer sujetos políticos en el actual escenario cubano.

—¿De qué manera se trabaja en el CMLK Cuba para fomentar que haya mayor equidad entre los géneros en la sociedad?

Dentro de las categorías de análisis que usamos está la de Sistema Múltiple de Dominación. Desde ella abordamos las manifestaciones del micropoder constituyente de nuestras prácticas cotidianas, prácticas de contenido opresivo. La relación de poder adultocéntrica, racial, clasista, territorial, cientificista, entre otras. Un destaque significativo tiene, dentro de ese sistema, la cuestión de género, a la cual le damos una importancia primordial.

Más allá de que la cuestión de género está contenida en nuestra perspectiva de feminismo popular, antipatriarcal, además de ser una constante que cobra cada vez más espacio en nuestros debates y elaboración de contenidos y propuestas formativas específicas, como institución hemos elaborado una política de género. La misma rige las relaciones dentro de la sede y dentro del movimiento. Esta política tiene de preventiva, educativa y de reguladora de las conductas.

Entendemos, y así consta en nuestras prácticas, que las relaciones de género son, más que todo, relaciones de poder que han sido dotadas de límites opresivos en desmedro de las mujeres y de cualquier manifestación sexual que no se acoja a los bordes impuestos por el patriarcado. Esta perspectiva incluye otras masculinidades como condición de posibilidad para una relación de género liberadora.

El Centro Memorial Martin Luther King prioriza la articulación con otros colectivos, dentro y fuera de Cuba, que aborden y desarrollen la cuestión del feminismo en general, y de las relaciones de género en particular. Recientemente participamos de manera activa en el debate popular primero, y en la campaña de apoyo después, referido al nuevo Código de las familias, el cual contiene muchos de los avances que hoy integran las agendas de lucha en lo que a equidad de género se refiere.

El ejemplo anterior nos pone en otro borde del análisis, y es la contribución que la Educación Popular puede hacer, a través de la formación de sujetos críticos, a la definición y defensa de políticas públicas. Esto nos coloca en lo que consideramos el Sistema Multiple de Emancipación, el cual entendemos como una impugnación holística y permanente a todos los rasgos, manifestaciones y estructuras de la opresión.

No es posible mirar un mundo que, al decir de Freire, condicione la humanización, sin asumir como centralidad de el la cuestión de género que pervive en los preceptos patriarcales. Un mundo emancipado será feminista o no será emancipado. Esta convicción hace parte inalienable de nuestra propuesta.

—¿Qué aporta la Educación Popular a la experiencia socialista cubana?

La propuesta ético, político y pedagógica de la Educación Popular, es una suerte de campanadas para los límites que aún tiene la realización del proyecto de la Revolución cubana.  Como práctica revolucionaria se garantizó el acceso gratuito, universal y obligatorio (hasta 9no grado) a la enseñanza. La campaña de alfabetización de 1961 demostró que la Revolución hablaba en serio.

Pero toda revolución entraña sus propias revoluciones, de ahí que a ese gran salto le era necesario una mirada a las formas de educar, a los contenidos y las relaciones que se generan en el proceso de aprender. Más específicamente, el proceso de aprender qué contenidos. En el caso especifico de la ensañanza llamada formal, la Educación Popular propone formas más socilizadoras de creación del conocimiento, más cooperativas, más solidarias, más de igualdad.

Este cambio de rumbo es, aún, un pendiente en Cuba. Nuestro sistema de ensañanza, sin desatender su carácter público y universal, reproduce lógicas bancarias que son un desafío grueso a procesos educativos esencialmente socializadores.

Ahora bien, la Educación Popular no se reduce al espacio educativo formal. Su alcance implica, como hemos repetido, la potenciación de nuevas relaciones de poder que impulsen una participación directa de los sectores populares en la gestión de su vida material y espiritual. De ahí que los aportes de esta propuesta político pedagógica alcanzan a las organizaciones políticas y sociales, a las instituciones públicas, comunitarias, de gobierno, estatales.

Es un método para viabilizar la socialización del saber, del poder y la de producción, que da contenido a la transición socialista en el desmonte de las estructuras de dominación del Capital y el enfrentamiento a todas las relaciones opresivas.

 

 

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