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“La Educación Popular tiene la habilidad y el compromiso de estar leyendo críticamente el mundo para reinventar apuestas y estrategias”

Liliana Sierra Sánchez

Rosa Elva Zúñiga López (Rosy, como la llamamos cariñosamente) es una mujer con muchas historias que contar, tiene una de esas vidas que bien pudieran servir de hilo conductor para una novela real, no ficticia. Secretaria General del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL) y miembro del Instituto mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC), su amplia experiencia como educadora popular le permite tener una visión crítica, problematizadora, del contexto que la rodea y tal vez por esa razón dialogar con ella es un aprendizaje, de los que mueven de verdad el pensamiento y la reflexión. La oportunidad del intercambio se produjo al concluir el II Seminario de Profundización en el Centro Martin Luther King, en el cual nos compartió algunas estrategias metodológicas para abordar el trabajo desde los territorios. Más de una hora de diálogo revelaron a una Rosy comprometida, visionaria y apasionada con los procesos que acompaña y defiende.

Rosy, ¿cómo llega a la Educación Popular?
R: Digamos que por accidente, yo viví en la década de los 90 en Chiapas y trabajaba en un centro de investigaciones. Teníamos preocupaciones como investigadores sobre cómo actuar en la comunidad de manera tal que pudiéramos comprender las problemáticas pero hacerlo de forma participativa, incluyente. Esta inquietud nos llevó a articularnos con el centro Fraiba y nos facilitaron un curso de investigación y acción participativa. IMDEC nos formó en Guadalajara, fue un curso de formación intensivo de IAP. A partir de esa experiencia en1999 puse en práctica lo aprendido con un grupo de mujeres indígenas, comenzamos a recuperar los sentidos de su vida y fue muy interesante lo que compartieron. Estas mujeres vivían en sus casas, algunas eran parte de organizaciones locales, religiosas, de café, tal vez algunas eran parte de los zapatistas pero no lo decían por seguridad. Yo hacía juegos con ellas, usábamos elementos naturales, piedras, la tierra para dibujar líneas del tiempo, aprendí de la solidaridad, y así entré en la Educación Popular (EP).

Tiempo después en mi trabajo el coordinador del área donde estaba me dijo que buscara un proceso formativo, para lo cual había un fondo, opté por un taller de sistematización de experiencias en Guadalajara. Para mí fue maravilloso conocer la propuesta metodológica de la EP a partir de la sistematización de experiencias. Yo hacía trabajo de investigación, soy socióloga, tenía mis hijos pequeños y me sabía muchísimas rondas infantiles, era una especie de mujer educadora popular en potencia, me dejé conmover y sentir por lo que nos proponían en el proceso de recuperar nuestras propias historias, analizar las experiencias como un método concreto y comprender los sentidos de cada experiencia. Para mí significó descubrir un mundo nuevo, yo venía de la academia y en este spacio había representantes de organizaciones civiles, movimientos democráticos, de derechos humanos, movimientos de mujeres, una población muy diversa. Esta experiencia me hizo emocionarme muchísimo y al finalizar mis compañeros de IMDEC me propusieron trabajar en Guadalajara.

¿Hubo un cambio significativo en usted al acercarse a la EP? ¿Esto influyó en las personas con las que trabajaba?
R: Sí, por supuesto, creo que nuestra vida está llena de contradicciones, de satisfacciones y de sentidos. El taller en Guadalajara significó la posibilidad de ver mi vida en retrospectiva, era un tiempo que no me había dado nunca, reconocer que lo que yo era en ese momento era el resultado de una serie de decisiones, acciones, contextos, por qué estaba yo donde estaba; era muy joven en ese momento, era como una oportunidad de ver la vida y decir de esto que he vivido qué quiero seguir haciendo y qué no. Aparte, por contradicciones y dolores, al invitarme y aceptarme, tuve que cerrar un proceso con mujeres indígenas, que yo venía construyendo con ellas, organizativo y de reflexión. Cuando nos despedimos me dijeron: “nadie que venga va a ser como tú”; habíamos tejido una relación de amistad, no solo de trabajo, nos dejamos tocar, fue muy doloroso dejarlas pero también reconocí que al moverme a otro lugar tenía la posibilidad de compartir mi experiencia, mi saber con otras mujeres en otros territorios.

Al llegar a Guadalajara, participé en la Escuela Metodológica Nacional, fueron 4 talleres intensivos y resultó ser un proceso de formación filosófica, sociológica, educativa, política; era una manera de comprender las relaciones complejas que existen en la sociedad, porque las vivíamos; fue una escuela de formación impresionante. Luego estuve unos tres años al frente de este proceso formativo. Conocí experiencias de otras partes de México y supe que la lucha estaba viva con muchas iniciativas. A la vez, con Roberto Antillón, un salvadoreño refugiado acogido por IMDEC, coordinamos el taller, nos atrevimos y fueron buenos los resultados. De Cuba todos los años fueron personas a ese espacio, es una propuesta metodológica y política que contribuye a que las personas miren su práctica y a partir de la lectura decidan dónde quieren ir y problematicen su propia vida.

¿Cómo llega al CEAAL?
R: Llego en el 2002. Era parte del equipo de educación. Me nombraron como la referente de IMDEC en el CEAAL México. Después se realizó el 2do Encuentro de Promotores del Desarrollo Comunitario, fui a conocer las experiencias de diversos países, con diferentes causas. Así estuve un tiempo, me volví referente de Alforja en IMDEC, promovimos cosas de la escuela mesoamericana, de encuentros, de creatividad, luego regresé al CEAAL como en el 2008. Oscar Jara me escribe: “oye Rosy queremos que seas parte del programa latinoamericano de apoyo a la sistematización”; me empiezo a integrar hasta que ya más activamente en el 2012 me dicen que va a haber la asamblea general en Lima. Fue impresionante, hubo delegaciones de varios países, allí fui muy activa, conocí a Anita Freire y la acompañé en varias jornadas. Decidimos crear un colectivo animador, al regreso quedo en el equipo coordinador, voy teniendo un poco de protagonismo animando, me eligen como enlace nacional de México. En el 2014 en la Asamblea en Quito hacemos propuestas de cómo avanzar, generamos un ambiente muy interesante, en uno de los procesos se hace la propuesta para ver en qué país se hará la siguiente asamblea, se decide que sea en México, fue un desafío. Se desarrolla en Guadalajara, la responsabilidad de organizarla recae en el Equipo IMDEC de Educación Popular, me proponen que yo sea una de las candidatas al equipo de la Secretaría de la CEAAL, lo pienso con mi familia, con la organización, es un compromiso de tiempo completo, me cuesta un poco de trabajo decidir, luego digo: va pero en el sentido que me sienta acompañada por los compañeros. Hacemos la propuesta para que no sea una candidatura individual sino colectiva, vienen las elecciones y resulto seleccionada.

Pongo en debate en la asamblea que es urgente la formación política, una educación popular feminista, una economía solidaria, pensar nuestra estructura organizativa, cómo vamos a hacer las cosas, cómo estamos en los territorios; esto se convierte en mandato para este período de 4 años. Hacer un recambio en el CEAAL no es fácil porque hay estructuras que se han generado por 35 años, pero poco a poco generamos esas inflexiones en nuestras maneras de hacer. Se realizaron encuentros de educación popular feminista, de economía solidaria, de la comisión de formación política; nos hemos ido articulando con movimientos sociales, con el Foro Social Mundial de manera más orgánica; estamos presentes en procesos desde los movimientos, nos reafirmamos como un movimiento de EP.

¿Cuáles a su entender han sido los principales aportes desde la educación popular a procesos políticos en América Latina, a los logros concretos de los movimientos sociales?
R: Hay bastante que contar al respecto, CEAAL nace en un contexto de conflictos o de triunfos revolucionarios ante conflictos de las oligarquías, de los imperialismos. Uno de los principales aportes de la EP del CEAAL en particular es en Nicaragua, donde contribuimos a un proceso de alfabetización de todas las personas, y a combinar esa lectura de las letras con una lectura crítica del mundo. La educación popular ha propiciado la construcción de una conciencia crítica del movimiento organizado, en Centroamérica, en Mesoamérica, en países como Chile que es la sede del CEAAL, en el Cono Sur, donde ha habido procesos de dictaduras, restricción de derechos, abusos, desapariciones, masacres…; hemos apostado por la construcción de esperanza pero también por la construcción desde el área de denunciar esas atrocidades a partir de la sistematización. Vamos reconociendo que en este proceso la historia no es solo de los ricos que la escriben, sino que será la que nosotros decidamos construir con nuestras acciones.
Otros aportes: organización, comunicación, espacio para el encuentro, la construcción colectiva, el debate. La EP tiene la habilidad y el compromiso de estar leyendo críticamente el mundo, y reconocer qué me está pidiendo este contexto para reinventar apuestas, paradigmas, metodologías; se trata de qué mediaciones construimos para leer lo que está pasando en la realidad y entonces actuar al respecto para ser coherentes y decir cómo influimos en la construcción de procesos democráticos, liberadores. La EP nos da la posibilidad de no desesperanzarnos aunque se sigan agudizando las situaciones que dieron origen a los procesos de liberación, donde hay despojo de los territorios, de los cuerpos, un despojo que sigue presente y no podemos dar tregua porque nos van a desaparecer.

¿Qué desafíos implica ser educadora popular en América Latina hoy?
R: Por un lado, el desafío de saber escuchar a las otras y otros, reconocer la complejidad de la contradicción que vive en nosotros para a partir de la humildad reconocer las debilidades que tenemos, cómo reproducimos ese sistema patriarcal, colonial o capitalista en nosotros mismos o en los colectivos de los que formamos parte para entonces decidir cómo vamos a actuar.

El reto del diálogo, implica escuchar las diferentes historias, comprender al otro, condolerme, decir qué es lo que puede hacernos transformar esta realidad injusta. Tener la habilidad de dejar que cada quien decida lo que mejor le corresponda a su vida, porque nadie debe tomar decisiones por otro, lo que hagamos debe ser en beneficio de los intereses individuales y colectivos.

¿En esta construcción de sentidos en la Cuba actual, cómo pude contribuir la educación popular a perfeccionar nuestro proyecto social?
R: Vengo viniendo a este país desde hace 15 años, no me considero experta en Cuba pero he convivido con cubanas y cubanos. Cómo hacer para fortalecer el proyecto socialista cubano: Claudia Korol dice que debemos retomar una pedagogía de las revoluciones, hacer una revisión crítica de nuestra propia práctica. El desafío para la EP en Cuba es construir las historias, de los mayores, de los jóvenes, de las mujeres, de cómo han vivido este socialismo, qué ha significado para nuestros cuerpos, nuestros territorios, nuestras políticas, nuestra relación con el mundo; que no se quede solo en una construcción individual, porque esta es parte de una construcción histórica, sociopolítica, que se tiene que poner a dialogar, intergeneracionalmente, entre pares para decir cómo yo he vivido esta Revolución y cómo quiero seguirla viviendo, para poner en cuestionamiento lo que hoy existe y cómo resignificarlo. Los cubanos son creativos, han tenido una vida dura por el bloqueo, el período especial tiene que recuperarse, contarse, los niños y jóvenes de ahora tienen que saber lo que sufrimos, y que eso fue por una opresión de afuera, pero que esa hambre que pasamos nos hizo sostener esa lucha, resistimos y nos transformamos. Necesitamos construir procesos flexibles, sin poner en riesgo la Revolución. Cómo ponemos a debatir las estructuras que tenemos para reconocer si estas desde un análisis político, económico, cultural, ideológico, feminista nos permiten tener otras maneras. Al reconocer nuestras historias reconocemos nuestras contradicciones y cómo abordarlas. Cuba es un ejemplo de lucha, un referente de resistencia, y tiene que mantenerse, con otros aliados, que permitan construir otras relaciones de poder, con una lectura regional y latinoamericana.

En el contexto de la necesidad de apropiación crítica de la realidad, ¿cuánta validez tiene la apuesta del Centro Martin Luther King y las redes para esa disputa de sentidos?
R: Creo que el CMLK es un referente de la educación popular en Cuba, en América Latina y el Caribe. Pienso que esas redes se han construido a partir de un trabajo constante, crítico, de reconocimiento a las particularidades y articulaciones. El reto está en cómo reconocer a los diferentes actores locales que también están apostando en fortalecer a este proyecto político y reconocer cómo nos articulamos con estos, cómo esto que estamos haciendo se pone a dialogar con las instancias gubernamentales de toma de decisiones, desde espacios más estructurales.

En la medida en que abramos el diálogo a esos otros que pudieran venir a retroalimentar o cuestionar, podremos generar cambios. Hay que organizarse, si tenemos un gobierno a nuestro favor tenemos la de ganar, vamos poniendo en práctica una apuesta colectiva en un espacio concreto.

Tenemos que construir una economía solidaria de la liberación, no de subsistencia ni de resistencia. Necesitamos cambiar el modo de producción que tenemos, para movilizar la economía de un país, esta es la parte más complicada de Cuba. Tenemos que revisar a dónde nos está llevando esto, y que sea junto con la gente, ver las relaciones económicas y pensar cómo reinventarlas para no reproducir un modelo de economía desigual. Es una situación compleja que necesita tiempo y es una apuesta política nacional, no de un centro. Se necesita pensar una estrategia colectiva de acción para la liberación.

Aprendizajes que se lleva de este intercambio en el CMLK
R: Siempre que vengo a Cuba mi corazón crece, admiro la fuerza de los cubanos y cubanas, su alegría, su capacidad de análisis, aprendo de su vida, me reconozco como una mujer privilegiada de conocerlos. El mundo tiene que saber lo que Cuba ha vivido, siempre que puedo hablo de lo que le duele a este país y de lo que las mujeres y hombres hacen cada día por sostenerse, por reinventarse, por mantenerse alegres. Son inspiradores, y tienen que seguir siendo ejemplo de liberación.

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