Yo vivo de preguntar / saber no puede ser lujo
Silvio Rodríguez
De lujo este taller de la FEPAD, de lujo porque si siempre es un lujo todo taller que convoca el CMLK, aquí, tuvieron en la noche del martes 31 de enero, como cerrando un mes lindo e inaugurando el del amor, otra inauguración. La inauguración más pronta de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Sin ceremonias oficiales, pero con ceremonia de curación y alma grande.
La voz grabada de Galeano advertía a los presentes que, si se proponían a escuchar cuentos, que los hicieran de noche. Él daba las razones que dan los haitianos. Parecen atinados esos motivos haitianos, pero la complicidad heterodoxa del momento, condujo a que cada uno de los presentes formulara sus razones, por díscolas que fuesen.
De tal forma, cada quien , fue colocando dentro del Salón Lucius Walker, aquel libro que lo había marcado en su recorrido, breve o más largo por la vida. Entonces fueron apilándose textos y cada ejemplar con anécdota adjunta, de gracia o desdicha, o impulso que lo condujo a la lectura.
Y se hacía la luz. Puede ser que todo comenzara a las ocho . Puede ser que tres horas más tarde era rumba y música, y momentánea culminación. Puede ser. Pero quizá estaban haciendo el mundo en siete días. Aunque esa parte no fue recogida por libro sacro, ni tampoco en alguno apócrifo.
En esas tres horas o más, donde siempre las técnicas de Educación Popular nos rondan, se sabían dichosas, de tener otros ejemplares y almanaques de un centro que festeja su 25 cumpleaños.
Ariel Dacal, John Freddy, las muchachitas coordinadoras, repartieron algunas de las novedades que tendremos en las presentaciones de La Cabaña.
En grupos los talleristas se quedaron palpando, degustando, lo que ellos y ellas sienten como obra también suya, pues de ellos y ellas, nacen las portadas y contraportadas. De ellos y ellas, porque sin su quehacer desde Guantánamo hasta Pinar del Río, el CMLK, ya no tuviese razón de ser. Ni siquiera publicar libros sería la magia que toda imprenta guarda intrínseca.
Las editoriales pueden venir e ir. Algunas viven para lucrar y otras del goce de saber que transmiten la alegría de vivir leyendo. La Editorial Caminos, no se pudiera concebir sin el festejo de la concurrencia de educadoras y educadores populares. Esos que se han atrevido a comulgar con una Cuba que apuesta por el cambio y los cambios. Esos y esas que dieron por inaugurando, con un cañonazo desde Pogolotti, a nuestra Isla y no precisamente , de un fortaleza colonial hacia la bahía habanera.