El comienzo de esta campaña reconcentrada ya es visible en los grandes medios de comunicación, cuando el país se encamina hacia las elecciones presidenciales de octubre.
En las redacciones el bombardeo mediático se conoce con el nombre de “Tempestade no Cerrado”, que de algún modo evoca por su ubicación geográfica el Planalto, sede del gobierno. La expresión recuerda la “Tempestad en el desierto” de la primera invasión a Irak en febrero de 1991, dirigida por el general Norman Schwarzkopf, que arrojó 70 mil víctimas.
La orden en las redacciones de Editora Abril, de O Globo, de O Estado de São Paulo y de Folha de São Paulo es de disparar sin piedad, día y noche, sin pausas, contra ese triple objetivo (que en realidad es uno solo), para provocar una onda de fuego tan intensa que le resulte imposible al gobierno y al PT responder puntualmente a las denuncias y provocaciones.
La cartilla es la siguiente: 1) mantener permanentemente una denuncia, cualquiera que sea, contra el gobierno de Lula en los portales informativos en Internet; 2) producir titulares de tapa (manchetes) impactantes en las versiones impresas y utilizar fotos que ridiculicen al presidente y a la candidata; 3) resucitar el caso de mensalâo (coimas a los parlamentarios) de 2005 y explotarlo al máximo, y al mismo tiempo asociar a Lula a supuestas arbitrariedades cometidas en Cuba, Venezuela e Irán; 4) elevar el tono de los editoriales; 5) provocar al gobierno, de modo que cualquier reacción pueda ser calificada como tentativa de censura; 6) seleccionar datos supuestamente negativos de la economía y aislarlos del contexto; 7) trabajar los ataques de manera coordinada con la militancia paga de los partidos de derecha y con la banda alquilada de los promotores; 8) utilizar al máximo el poder de fuego de los redactores.
Esta estrategia tucano-mediática (el tucano es un ave trepadora que el PSDB utiliza como símbolo) fue trazada por Drew Westen, un ciudadano estadounidense que se presenta como neurocientista y presta servicios de cuño electoral, siendo autor de The Political Brain (El cerebro político) que según se dice es el libro de cabecera de José Serra, gobernador de São Paulo y próximo candidato presidencial del PSDB.
La adaptación del proyecto corre por cuenta de Alberto Carlos Almeida, que funge como politólogo y escribió los libros ¿Por qué Lula? y La cabeza del brasilero. Ha sido contratado a peso de oro para formular diariamente la táctica de combate al gobierno. La denuncia abunda en ejemplos concretos, reveladores de que esta táctica ya se está aplicando desde los diarios y es trasvasada luego por Internet.
Se refieren a falsificaciones numéricas (en varios casos de enormes dimensiones) para ocultar o invertir los buenos resultados de la política económica y social del gobierno en materia de infraestructura en todo el país, en la construcción de viviendas, en el combate a la inflación. Una campaña especial toma como eje a Dilma Roussef y su “pasado terrorista”, diciendo que además de asaltar bancos tenía placer en torturar y matar a buenos padres de familia.
También ponen en escena a un hijo de Lula. Es decir: la clásica campaña de tergiversaciones y calumnias, pero en este caso agigantada en sus proporciones y en la sumatoria de medios puestos a disposición, que sin duda se irán incrementando y subiendo el tono a medida que nos acerquemos a octubre.
El lector podrá apreciar, además, hasta qué punto campañas similares a ésta en su esencia se vienen desplegando ahora mismo contra gobiernos de izquierda del continente, como sucede con Cuba, Venezuela o Bolivia, entre otros. En el caso de Brasil, el operativo tiende a impactar el ascenso de la campaña electoral por Dilma Roussef, que redujo considerablemente la ventaja inicial de Serra y sigue subiendo mientras éste desciende hasta situarse en virtual situación de empate técnico.
También corren a su favor la notable proyección internacional de la política del presidente Lula, expresada estos días en su compromiso directo y en el terreno para la solución del problema palestino-israelí; así como sus éxitos en el frente interno. El presupuesto de la educación se triplicó en 8 años, pasando de 17,4 mil millones de reales en 2003 a 51 mil millones, destinándose gran parte del aumento del PBI a educación básica; y febrero registró un récord de 209.425 nuevos empleos formales, cifra que llega a 390.844 en el primer bimestre del año.
por: Niko Schvarz, uruguayo, responsable periodista que escribe regularmente en el matutino La República, de Uruguay, y en otros medios internacionales.
