Mientras soñaba a Holguín como sede del encuentro regional de Educación popular (EP) en Oriente, imaginaba también desde el calor de nuestros abrazos hasta las carcajadas y sonrisas más sutiles, tejiéndose a muchas manos, a muchos ojos, y a múltiples y diversas voces, como la amplia red en que nos hemos ido convirtiendo.
Necesitaba, tal vez, un encuentro como este para seguir descubriendo un Guantánamo que no es el de la Base Naval, un Santiago del que cada vez me resulta más difícil desprenderme, un Bayamo que sigue mereciendo reverencias en la historia y el presente de Cuba, y un Holguín más profundo de lo que muchos de sus propios hijos e hijas imaginamos.
Cuando escuché las experiencias de cada provincia, comencé a hacerme cuestionamientos inevitables para alguien que, por su profesión, ha de recorrer muchos caminos: desde el de la autocomplacencia dibujada en la mentira del vacío y la inmovilidad; el de la frustración de los que viven y mueren – y mueren- soñando, hasta el de la satisfacción de los que logran tener éxito en su defensa de un país más justo, inclusivo y soberano.
¿Por qué vivimos hablando de la emigración de los orientales hacia la capital y no nos percatamos de las potencialidades de Guantánamo como como pueblo; de la sabiduría, experiencia y compromiso de sus educadoras y educadores populares?
¿Por qué seguimos estereotipando el carácter de la gente de Santiago, si hay en ellos tantos deseos de ver crecer su ciudad, su cultura, su historia?
¿Por qué las referencias a Granma nos llegan casi siempre desde las estructuras administrativas y en tan pocas ocasiones desde los innegables logros de sus comunidades?
¿Hasta cuándo la aldea holguinera va a seguir pareciendo un escenario para grandes eventos, para grandes resultados socioeconómicos y para otras tantas – grandes- cosas, con tanto que mostrar y enseñar desde la profundidad?
¿Será que nos estamos escondiendo de nosotros y nosotras mismos? ¿O será también que nuestra mirada (socialista) a veces se pierde de tanto buscar el horizonte, cuando tenemos tan cerca la tierra firme?
¿Por qué nos cuesta tanto trabajo generalizar pequeñas experiencias con resultados objetivos, si ellas pueden solucionar otros problemas? ¿Será que el valor atribuido al trabajo comunitario en nuestros medios de difusión no es más que un discursillo intermitente en constante lucha con lo “grande”?
Cuando experimenté la sensación de estar entre conocidas y conocidos de antaño – y hasta me sorprendí bailando conga a pesar de cierto mal que afecta mi columna con frecuencia- y sentí, tal vez por primera vez, tan fuerte, la energía de la educación popular, extrañé algo. No sé si eché de menos a los decidores de política entre quienes siguen a la EP, o a los principios y esencia de esa propuesta en las prácticas de los decidores. Tal vez lo segundo, es lo que extraño ahora, después de culminado el encuentro. ¿Será que la educación popular es como el embrión de un país que crece dentro de sus propias entrañas, para bien de sus hijos e hijas?
Los encuentros regionales de EP, desde mi perspectiva, pueden valorarse también a partir lo que dejan en sus participantes, desde lo que despiertan en el intelecto, la actitud y, sobre todo, las prácticas de los educadores y educadoras populares. Traspasar el regocijo y la satisfacción de lo mágico que tiene cada cita nuestra, también es necesario para reconocer dónde los hilos que nos tejen no son tan fuertes. Preguntémonos por qué no comenzar a ramificarnos hacia los municipios en las provincias donde existe un trabajo consolidado, si son las comunidades pequeñas, terrenos tan fértiles para embriones como el de la EP. Indaguemos cuánto se nos conoce fuera de la Red que somos y por qué un trabajo tan valioso en este momento decisivo para el proyecto revolucionario cubano, es tan poco divulgado en nuestros medios de difusión. Echemos un vistazo interior y descubramos hasta dónde tenemos verdaderamente impregnada la filosofía que defendemos. Con ello no pongo en duda nuestra autenticidad como Red, pero un nuevo país debe crecer desde el compromiso profundo con la obra social como principio en sus gestores y gestoras.
Este encuentro en Holguín trascenderá, como seguramente sucederá con los realizados en el resto del país. Esperemos que en noviembre-fecha del Encuentro Nacional convocado por el CMLK-, las semillas hayan comenzado a germinar con los verdaderos hilos que hacen grande nuestra Red: los resultados.
por: Sayonara Tamayo, integrante de la Red de EP desde Gibara, Holguín