Esta noche en el cine Chaplin del ICAIC tuvo lugar la inauguración de la semana de cine colombiano. Como parte de la jornada el cónsul de la embajada colombiana en La Habana, aseguró que la realidad colombiana es muy diferente a la que ciertos medios muestran. Negando una Colombia en guerra afirmó que todos aquellos que pueden visitarla constatan un país lleno de riquezas, bello y en paz. A propósito de este argumento declaró sus más profundos deseos de que los cubanos pudiéramos viajar a Colombia para que viéramos de qué realidad él nos hablaba. ¿En verdad puede estar en paz un país cuyo presupuesto militar es del 6.5% del PIB, que cuenta con 430 000 efectivos de la policía y el ejército sin contar los paramilitares activos?
Este insultante discurso no solo era el preámbulo de un filme que al estilo del cine más banal ocupaba el tiempo de sus espectadores para no mostrar los verdaderos conflictos de un país en masacre, sino que era también y sobre todo un recurso ideológico de la política más demagoga posible.
¿Cuáles eran las intenciones de este señor: hacer una contra campaña al libro La paz en Colombia de Fidel Castro y el interés mundial de conocimiento que este ha promovido sobre la realidad colombiana, o/y utilizar el espacio para provocar a quienes dentro de la isla tenemos que lidiar con nuestros problemas y las tergiversaciones que otros hacen de ellas? Como si el dolor propio doliera más en piel ajena ¿A qué llama el señor cónsul al expresar sus más profundos deseos de que los cubanos podamos viajar? ¿Llamaba al triste aplauso que encontró en un público víctima de la más burda manipulación ideológica? Por suerte si esa era su intención también pudo encontrar la voz de indignados e indignadas que reclamamos nuestros deseos de que también pudieran viajar los hermanos y hermanas colombianas, pero esta vez no como los más de cuatro millones de desplazados, sino como ciudadanos enteramente libres.
Al cónsul se le ha olvidado mencionar el genocidio político que vive hoy Colombia, ha olvidado los más de 300 000 muertos que según el registro oficial cuentan en los últimos diez años (la mitad a cargo de los paramilitares). Olvida a los sindicalistas asesinados, a los estudiantes presos, la falta de libertad de expresión, el miedo desde dentro y desde fuera de quienes solo intentan SOBREVIVIR. Olvida los verdaderos porqués de las FARC y del ELN. Pero no es un desmemoriado aquel que nos ofrece una colección de mariposas muertas o asesinadas (ya nunca sabremos) con las cuales se realizan desconsolantes obras plásticas, sino un pretencioso impostor que menosprecia la cultura política de los cubanos y sobre todo la historia de Nuestra América.
Alto es el riesgo que corren estos aventureros políticos, pero más alto es el riesgo que corren el prestigio, la responsabilidad y el compromiso político de nuestras instituciones si apoyan este tipo de declaraciones y actividades.
¡Cuidado!, todo es político. La cultura es ese sutil medio desde el cual somos más agredidos. Nuestros enemigos toman diversos ropajes: tenemos que ser tan ávidos como para descubrirlos tras sus máscaras y tan valientes como para ponerlos al descubierto en público con el único compromiso de la libertad y soberanía plenas. El camino de la justicia tenemos que conquistarlo nosotros a pesar de las sillas y las máscaras.
¡Por Colombia, por Cuba, por América Latina!
¡Por un proyecto de libertad y justicia plenas!
¡Por el socialismo y la vida!