Los transeúntes pasan de un lado y otro de la acera, algunos atraviesan el Parque Memorial que fuera inaugurado años atrás en la céntrica esquina de las calles 23 y F, en el Vedado habanero. Las miradas se cruzan, se escuchan canciones y los curiosos preguntan: ¿qué pasa aquí? Cuatro jóvenes estudiantes de pintura de la Academia San Alejandro dibujan la imagen que va saliendo a trazos de creyón de la cartulina. La gente que ha venido hasta este sitio de La Habana se agrupa para escuchar las palabras, las canciones, la danza y los himnos que recuerdan al líder negro norteamericano, al pastor que defendió a las minorías de su tierra del odio y la discriminación.
Han transcurrido cuarenta años desde aquel día en que una bala atravesara el cuerpo de Martin Luther King, jr. cuando se dirigía a la multitud desde el balcón del hotel Lorraine, en Memphis, Tennessee. Practicante y principal defensor de la No Violencia como método y alternativa de lucha, King supo discernir los males latentes en la sociedad norteamericana entre ellos el poder, la arrogancia, la codicia de los gobiernos de la mayor potencia del planeta, la misma que continúa multiplicando la violencia y la guerra “en cualquier oscuro rincón del mundo”.
Como un profeta en el sentido bíblico, calificó el reverendo Raúl Suárez, director del Centro Memorial Martin Luther King, la personalidad del pastor bautista, cuya obra sigue vigente porque “va a las raíces de los problemas de su realidad y denuncia con pasión los males”.
“El Dr. King —dijo el también diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular— asumió que para emprender cualquier proyecto libertario, había primero que realizar una profunda transformación de la conciencia y por ello se empleó en erradicar todo vestigio de mentalidad esclavista y discriminatoria entre los propios afronorteamericanos”.
Al reafirmar la vocación patriótica, diacónica y comprometida, el reverendo Suárez confirmó el compromiso del Centro Memorial Martin Luther King jr con el pueblo cubano y su rechazo a la política hostil del gobierno de Bush contra la Isla.
Orar por la libertad no fue para el pastor bautista norteamericano un asunto de Dios, fue una seria responsabilidad cotidiana.
Son muchas las enseñanzas que dejó el reverendo King a los jóvenes de su país y de todo el mundo. Entre ellas cabría mencionar su incesante lucha por la paz.
Aquella frase poética de King “Yo tengo un sueño” sigue retumbando en el alma y el corazón de todos los hombres y las mujeres que soñamos por un mundo más pleno y justo. Él supo juntar en su vida y su testimonio cristiano y humano dos cualidades: la de ser un soñador y, a la vez, un líder religioso que vivió con los pies afincados en la tierra. Tenía un sueño —y así lo expresó en su memorable discurso— el de ver un mundo diferente lleno de igualdad social, económica, política, religiosa, racial; un mundo sin exclusiones, sin guerras y sufrimientos.
En la actividad de recordación se encontraban presentes Caridad Diego, Jefa de la oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido, Leonel González, del Departamento de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional, una representación de jóvenes de la Federación Estudiantil Universitaria y del grupo de estudiantes latinoamericanos que cursan diversas especialidades en Cuba, junto a trabajadoras y trabajadores del Centro Memorial Martin Luther King y el Consejo de Iglesias de Cuba.