Miguel Palacín se inició en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas en su comunidad natal, a orillas del lago Chinchaycocha, el segundo más grande de Perú, cuando la incursión de una empresa minera vulneró el medio ambiente y los derechos territoriales de su pueblo.
Desde allí emprendió una labor de articulación de todos los pueblos que sufrían la misma agresión. Como resultado de este proceso, en 1999 nació la Coordinadora Nacional de Comunidades de Perú Afectadas por la Minería, Conacami, de la que fue presidente en dos períodos consecutivos. Y de la articulación de Conacami con sus organizaciones hermanas de la región andina nace la CAOI, que agrupa a las principales organizaciones indígenas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.
Al analizar la situación del movimiento indígena en Abya Yala, el continente americano, y la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas, que se celebra desde hoy y hasta el 31 de mayo en Puno (Perú). Palacín recuerda que a finales del siglo XX las experiencias organizativas de los pueblos indígenas andinos confirmaron que «comparten el pasado y la problemática actual, lo que les obliga a buscar soluciones conjuntas y a construir un futuro también común».
Articulación indígena
Es en 1998 cuando Ecuarunari (Ecuador), Conamaq (Bolivia) y Conacami (Perú), articulan un proyecto de intercambio de experiencias entre líderes indígenas andinos y en octubre del 2005, en Lima, se reúne la I Asamblea de Nacionalidades y Pueblos Indígenas Andinos. La Coordinadora Andina comenzaba a germinar, alimentada por la inclusión de los pueblos mapuche de Chile y los pueblos indígenas de Colombia organizados en la ONIC. Más adelante se uniría la Onpia de Argentina.
«Así llegamos al congreso fundacional, reunido en el Cuzco en julio del 2006, donde la decisión de fundar la CAOI fue unánime. Y la Coordinación General recayó en Perú», detalla.
Más adelante definieron su plan estratégico, cuyos objetivos centrales son la defensa de territorios y unidad con la madre naturaleza, la construcción de estados plurinacionales y sociedades interculturales, la implementación de derechos colectivos, la reconstitución de sus pueblos y la consolidación de su articulación internacional, incidencia política internacional y no criminalización de las demandas indígenas.
Para Palacín, el movimiento indígena ecuatoriano fue el que dio el grito para el despertar de América del Sur. «Con enormes aciertos y algunos errores, hoy se ha articulado a la lucha de todo el movimiento social. Y aunque ha perdido representación política en espacios oficiales, sigue siendo un gran referente en propuestas y movilización».
Respecto a Bolivia, dice que el movimiento indígena es el actor principal de todos los cambios políticos, y a través de la lucha, el debate y las propuestas, defiende el proceso de cambio.
«En Perú estamos en un camino de articulación y construcción de una propuesta colectiva del movimiento campesino e indígena. Y para fortalecer la articulación andina, es vital consolidarnos en Perú», subraya.
En este contexto histórico y de lucha, la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala «hace un alto para evaluar la crisis mundial, la invisibilidad de las mujeres, las propuestas programáticas y políticas de nuestros pueblos. Entre ellas la transformación de los estados, el reconocimiento de los derechos de todos y todas, incluidos los de la naturaleza, y la respuesta a las políticas neoliberales que se imponen con prácticas colonialistas», explica.
El lema de la cumbre, «Por estados plurinacionales y buen vivir», marca los ejes del debate.
Articulación global
Hace tres semanas, en la reunión celebrada en Rabat (Marruecos), la CAOI entró a formar parte del Consejo Internacional del Foro Social Mundial (FSM). Palacín asegura que «es sumamente importante que nuestra participación sea reconocida en el FSM, para construir desde este espacio una alternativa diferente para el movimiento social en el mundo y responder a la crisis ambiental y del pensamiento occidental».
Agrega que en este marco se convoca a la Minga Global en Defensa de la Madre Tierra, una movilización mundial, el 12 de octubre, contra la mercantilización de la vida, la contaminación y la criminalización social, y en defensa de los derechos de los pueblos y de la naturaleza. Y también al Foro Social Temático sobre Crisis de Civilización y Buen Vivir, en 2010, porque «frente a la crisis global, los países desarrollados proponen más financiación para los bancos, el control de sus fronteras y alternativas comerciales que están llevando a la hecatombe del planeta, con lo que el remedio resulta peor que la enfermedad».
Sostiene que los pueblos indígenas pueden sobrevivir a estas catástrofes porque viven de lo que les da la naturaleza y en armonía con ella. «Estamos frente a dos propuestas para salvar el planeta, por eso es importante que intelectuales, ambientalistas y políticos de todas las tendencias debatamos sobre esta crisis para encontrarle la salida».
En el FSM 2009 en Belem do Pará, Brasil, se dio una articulación en torno a este cuestión entre pueblos indígenas y naciones sin Estado, que, liderada por vascos y catalanes, construyeron el espacio de Derechos Colectivos de los Pueblos.
«Ambos nos definimos como pueblos y culturas ligados a la naturaleza, defendemos nuestros orígenes, creemos en nuestra autonomía, desarrollamos políticas y ejercemos nuestros derechos y conocimientos en colectivo. Lo que nos diferencia es que vivimos en continentes separados, con procesos distintos. Pero en esta hora difícil estamos juntos en la tarea de construir un nuevo paradigma», señala.
Enfatiza que les une también el que «no queremos estados que saqueen, destruyan y militaricen a nuestros pueblos; queremos la paz, la armonía con la Pachamama y con los hombres. La integración de nuestros pueblos debe basarse en la cultura, el respeto y la armonía, no en simples relaciones entre estados, basadas en intereses económicos».