En cierta ocasión, Santiago Gamboa, le preguntó a Gabriel García Márquez, cuándo iba a escribir su primera novela policíaca. Ya la hice, contestó, pero en esta, desde el principio el lector sabe a quién van a matar. Sobra decir que se refería a “Crónicas de una muerte anunciada”. Vale recordar, que fue la siguiente a “Cien años de soledad.” Era un reto para el mismísimo Gabo, hacer algo que le saliese redondo después de aquella entrega.
Algo semejante ocurrió este martes 31 de enero, en la Sala Rubén Martínez Villena. Pero al revés. Quizá una persona, como pudo ser José Ramón Vidal, le comentaría a su amigo Leonardo Padura Fuentes el amigo a quien siempre llamará “Cheíto” aun y mientras fue su director del diario Juventud Rebelde, que después de “El hombre que amaba los perros”, el resumen de columnas escritas para IPS, sería , sin lugar a dudas, el texto necesario para compensar la llevada y traída novela de Trotski, Ramón Mercarder y compañía. Y sin lugar a dudas lo fue.
El controversial escritor estuvo acompañado en esta ocasión, por su antiguo director del diario donde laboró en los años ochenta, por el corresponsal en La Habana, de “La Jornada”, Gerardo Arreola y la Directora Residente de COSUDE, Regula Bäbler, una suiza que intenta, según sus propias palabras, entender esta isla, para poder ayudarla.
La sala Villena se volvió pequeña para el público que se fue reuniendo desde las tres de la tarde. Allí estaba desde el poeta Alex Pausides, hasta Reynaldo González.
“La memoria y el olvido”, es una justa, buena y necesaria entrega al lector cubano. Manera peculiar de cómo se puede ver un ciudadano insularísimo, en el espejo del polémico escritor. Son los artículos, que, necesitaríamos, aunque fuese una sola vez al mes, para no asustar, en alguna prensa de circulación nacional.
Esta es una edición presentada por Editorial Caminos en colaboración con la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), más la buena concomitancia de la agencia noticiosa, Inter Press Service (IPS) -donde vieron la luz los textos compilados en el volumen. El más reciente titulo de Padura empieza su recorrido de mano en mano, de lector a lectora. Por fortuna esta edición tendrá espacios en las bibliotecas públicas y universitarias del país, un gesto que merece aplausos.
Padura trae a colación, columnas en las que tiene que explicar, para el lector foráneo, ahora para el cubano y, lógico, para él- ¡vaya tríada!- los avatares de Cuba, desde los años 2006 y 2011. No importa que seamos contemporáneos y que cada quien sepa a su manera, cómo se han vivido estos años acá. De igual modo, la nueva invitación de leerlo al estilo suyo, convoca a cientos de personas de manera inesperada. Conste que no hubo información previa de la presentación del título en la nombrada sala de la UNEAC.
Aun no es primavera. Toca, según un impostado calendario meteorológico, asumirnos en pleno invierno. Aun no es primavera, eso dicen, pero otra imagen parecía querer transmitirnos Padura, con su camisa amarilla. Otra imagen parece que nos transmite el libro, con la gotas de agua cayendo en la portada. Bien sabemos los cubanos que prescindimos de estaciones. Aquí o es temporada de seca o es temporada de lluvia. Veamos la coloración de la hierba y habremos entendido que esta no precisamente es una novela policíaca donde el protagonista es Mario Conde y, a diferencia de “Crónicas de una muerte anunciada”, dichas líneas nos ayudarán algo, para descifrar lo que tal vez sucederá.
Otra invitación de Padura a la lectura
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