Y cuando me muevo de país, especialmente cuando voy a La Habana, constato que la VIDA está tan pendiente de ir y volver, de re-inventar, de volver a sentir, de decirse y decirnos a quienes estamos dispuestos a oír, que experimento eso de que la tierra que piso es tierra sagrada. Por tal experiencia me conmueve hacer el intento de mirar de fondo lo que acabo de vivir en el Encuentro Nacional de Educadoras y Educadores Populares de Cuba.
La Habana es un horizonte abierto hace tanto tiempo para los pueblos de América Latina en la acogida, en la posibilidad de desmontar el capitalismo, en la apuesta por un mundo mejor a través del socialismo. Y en medio de las dificultades ese horizonte no se cierra.
Ser testigo del Encuentro de 250 mujeres y hombres, educadores
populares por opción, haciendo una reelección por su pueblo, su historia, los tiempos mejores por venir desde una práctica de construcción comunitaria, de arraigo de identidad, de enredo colectivo que les ha confirmado dicha elección, ensancha la visión de lo que significa la resistencia en la lucha.
Cada uno de los que fueron llegando de sus lugares de origen, venía con el corazón lleno de nombres, con el cuerpo en fiesta y las manos extendidas para seguir construyendo. Realmente fue un encuentro sentido y pensado desde prácticas con huellas socialistas del camino de 50 años de revolución, y deseo de seguir andando.
Lo que hemos visto y oído no puede sino convencer y conmover al corazón, a la piel que sueña con un mundo otro desde aquí y ahora.
La RED de Educadoras y Educadores Populares que ha podido enredar el Centro Memorial Luther King. Jr en Cuba, constata que la solidaridad, el replanteamiento del sentido de la educación, el trabajo grupal, es una energía capaz de hacer acontecer relaciones más sororales.
Estos días no fueron fáciles para el corazón, dejar de abrazar a cada una/uno, sentir y alentar la esperanza era nuestra energía vital: estar allí no para ver multitud pasiva, sino un pueblo en movimiento, personas dispuestas para el porvenir en su tierra, y con ellas renovar la fe en la mía, esta República Bolivariana que constata desde el Caribe cubano que se puede seguir creyendo en la VIDA, en este apasionante proceso político que llamamos revolución.
por: Jacquelin Jiménez