El próximo 21 de julio llegará a Cuba la edición 23 de la iniciativa conocida popularmente aquí como la Caravana de Pastores por la Paz, a partir del papel de esa entidad religiosa norteamericana en la organización de la recogida y traslado de ayuda humanitaria para la nación caribeña.
Luego de recorrer 80 ciudades de Estados Unidos, activistas de ese país junto a ciudadanos de Alemania, Canadá, México y Reino Unido traerán a la isla medios destinados, entre otros sectores, a la salud y la educación, dos de los más golpeados por el bloqueo.
Sillas de rueda, medicamentos, equipos de primeros auxilios, materiales escolares e implementos deportivos son algunos de los productos donados por comunidades del país norteño para Cuba, donde el cerco impuesto por la Casa Blanca ha dejado pérdidas superiores a los 975 mil millones de dólares, según datos oficiales.
Decenas de toneladas de artículos de alta demanda en la sociedad han llegado gracias al proyecto fundado en 1992 por el reverendo estadounidense Lucius Walker, quien falleció en septiembre de 2010.
La nueva edición de la Caravana de la Amistad permitirá precisamente rendir homenaje a Walker y a otros activistas que han protagonizado durante las dos últimas décadas el empeño en romper el bloqueo de Washington.
Se trata de un proyecto de sólida inspiración cristiana y evangélica, aunque arrastra a personas de buena voluntad independientemente de sus creencias religiosas, destacó en declaraciones a Prensa Latina Joel Suárez, coordinador general del Centro Memorial Martin Luther King (Cmmlk), una de las entidades vinculadas aquí con los caravanistas.
De acuerdo con Suárez, la iniciativa tiene como principios la ayuda al prójimo y la solidaridad más allá de cualquier barrera humana.
Cuando el reverendo Walker comenzó las caravanas, su propósito era superar el entramado de leyes y regulaciones que conforman el bloqueo estadounidense a Cuba, una política antievangélica y agresiva con un severo impacto social en la isla, dijo.
“No querían pedir licencia, porque para ellos (Pastores por la paz) cumplían un deber evangélico y cristiano, un mandato divino de Dios, y nada podía impedir el objetivo de traer ayuda humanitaria a un país asediado”, apuntó en esta capital.
A partir del bloqueo, en territorio estadounidense no puede realizarse acción alguna respecto a Cuba como viajes, intercambios y otras que no impliquen la emisión de una licencia de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés).
En ese sentido, el directivo del Cmmlk consideró las caravanas una muestra de valentía y compromiso con la justicia repetida una y otra vez por pastores, jóvenes, veteranos y activistas.
Yo creo que su actitud y el conflicto permanente con las autoridades estadounidenses, que en la frontera impiden o dilatan el paso de la ayuda humanitaria, representan una osadía que generó simpatía en el pueblo cubano, opinó.
Según Suárez, el centro erigido en honor a Luther King, luchador social y pacifista asesinado en 1968, es testigo del agradecimiento de muchos cubanos a Pastores por la Paz y a Walker.
Ese reconocimiento popular se expresa en pinturas, décimas, poemas, cartas y canciones recibidas en todos estos años, expuso.
CARAVANAS DE LA AMISTAD, LA HISTORIA
Pastores por la Paz nació en 1988 como un proyecto de la Fundación Interreligiosa para la Organización Comunitaria (IFCO, por sus siglas en inglés) en respuesta a la agresividad en América Latina, y en particular Centroamérica, de la administración del presidente estadounidense Ronald Reagan.
El entonces director de IFCO, Lucius Walker, fue herido junto a otras 28 personas, y dos perdieron la vida, durante un ataque terrorista contra la Revolución Sandinista en Nicaragua, el 2 de agosto de 1988. Un día después, Walker creó Pastores por la Paz, organización que tuvo en la propia Nicaragua sus principales actividades de desafío a la política de injerencia de Washington en la región.
Desde ese momento, las caravanas constituyeron una de las principales acciones de la entidad religiosa, la primera de ellas en vísperas de la navidad de 1988 para llevar al pueblo nicaragüense 18 vehículos y 70 toneladas de ayuda humanitaria.
Luego de la derrota en 1990 de los sandinistas en las elecciones, Pastores por la Paz dirigió sus iniciativas pacifistas y de solidaridad a Cuba, país víctima de la agresividad de la Casa Blanca, postura expresada en un bloqueo económico comercial y financiero evidenciado casi desde el mismo triunfo de la Revolución del 1 de enero de 1959.
En 1992 comenzaron las Caravanas Estados Unidos-Cuba, proyecto contra el bloqueo materializado en coordinación con el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
Un centenar de caravanistas llevaron a la isla en su primer periplo 15 toneladas de artículos como leche en polvo, medicamentos, biblias, bicicletas y útiles escolares.
De acuerdo con Pastores por la Paz, nunca antes la Casa Blanca había presenciado semejante desafío a su hostilidad anticubana.
Encabezadas por Walker, las caravanas retornaron con una frecuencia casi anual, y en ocasiones hasta más de una vez en 12 meses, con su ayuda solidaria.
Cada viaje trajo a la isla artículos y productos destinados a un sector o grupo social específico, entre ellos la salud, los ancianos, los niños, el deporte y la construcción.
La respuesta del Gobierno de Estados Unidos fue retener cargamentos u obstaculizar su llega a Cuba, además de las amenazas de multa a los activistas.
Huelgas de hambre, demostraciones y la solidaridad dentro de la propia nación norteña y en la comunidad internacional obligaron una y otra vez a Washington a permitir el paso de los caravanistas estadounidenses, a quienes con el tiempo se sumaron personas de Canadá, México y Europa.
PASTORES POR LA PAZ, EL COMPROMISO
Para Joel Suárez Pastores por la Paz representa una prueba de compromiso con las causas justas y de apego a principios evangélicos.
En ese sentido, recordó momentos vividos por los caravanistas en su lucha por desafiar el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y revelar el impacto del cerco en la sociedad de la isla caribeña.
Me vienen a la mente expuso en su diálogo con Prensa Latina las semanas de huelgas y protestas de 1993 y 1996, cuando el Gobierno norteamericano ocupó uno de los ómnibus escolares y computadoras incluidas en las donaciones para Cuba.
Durante la caravana de 1993, oficiales del Departamento del Tesoro decomisaron un autobús escolar amarillo en el cruce fronterizo de Laredo, Texas, bajo el argumento de que “Fidel Castro podía utilizarlo como un vehículo militar”.
Los 13 activistas a bordo de ese ómnibus decidieron quedarse en este hasta su liberación, comenzando una huelga de hambre que duró 23 días.
Una movilización internacional en 20 ciudades, llamadas y mensajes a Washington y una protesta frente a la Sección de Intereses en La Habana lograron la devolución del vehículo.
Tres años después, la sexta caravana transportó 400 computadoras destinadas a potenciar en Cuba una red para el intercambio entre médicos y especialistas de la salud.
El gobierno de Estados Unidos confiscó en las fronteras de San Diego todos los equipos, medida que generó nuevas protestas de los activistas y la solidaridad con su causa.
Las acciones de rechazo al decomiso de las computadoras se movieron de San Diego a Washington D.C, hasta que 94 días después las presiones sobre las autoridades norteñas obligaron a la entrega de esos medios.
Walker y otros miembros de Pastores por la Paz mostraron una gran firmeza, la cual incluso costó de manera directa o indirecta la vida de algunos activistas, víctimas de las secuelas de sus huelgas, señaló Suárez.
Para el coordinador del Cmmlk, el reverendo y sus compañeros merecen un permanente homenaje por su solidaridad y defensa de principios cristianos como la misericordia y la solidaridad por encima de cualquier barrera humana.
Tenemos hoy en Cuba testimonios vivos de la presencia permanente de Lucius Walker y de quienes lo siguieron y siguen en las caravanas de Pastores por la Paz, expuso.
“Los ómnibus escolares amarillos traídos por los Pastores con sus graffitis, colores y consignas son un testimonio vivo del desafío a esa política antievangélica representada por el bloqueo”, sentenció.
Por: Waldo Mendiluza, Jefe de la Redacción Nacional de Prensa Latina.