Inicio Resumen Semanal No. 18-2012 “Que no se repita la historia de negociación seguida de represión contra...

“Que no se repita la historia de negociación seguida de represión contra el pueblo”

Sergio Ferrari

El movimiento social colombiano “viene dando pasos importantes hacia una mayor unidad”, lo que le permite percibir el proceso de paz con relativa seguridad. Sin embargo, es fundamental seguir limando las diferencias y comenzar a clarificar “quien van a asumir la vocería de dicho movimiento a la hora de la negociación”. Diagnóstico y perspectiva avanzadas durante una reciente visita europea por Marylén Serna Salinas, dirigente campesina del Cajibío (Cauca, suroeste colombiano), una de las responsables a nivel nacional del Congreso de los Pueblos. Espacio que reúne a numerosas iniciativas, organizaciones y plataformas sociales y que apuesta, junto con otros actores sociales, a participar activamente en la construcción “de una paz con justicia en Colombia”. Entrevista a Marylén Serna, vocera del Congreso de los Pueblos y dirigente campesina.

¿Cómo percibe el movimiento social la actual coyuntura de diálogo para la paz?

Con algo de sorpresa, al principio, con una gran expectativa, ahora. Estamos generando las condiciones para una participación efectiva en el proceso de paz. Queremos afianzar un real movimiento por la paz que sea incluyente, en el que participen todos aquellos que han venido contribuyendo desde años y desde distintos escenarios y regiones a ese objetivo. Proponemos, también, consensuar y construir entre todos lo que denominamos como agenda social, es decir las propuestas y temáticas concretas, que expresan las reivindicaciones de los diferentes sectores sociales. Somos conscientes que es esencial definir la forma organizativa de la participación del movimiento social en el proceso de negociación. Porque no vamos a poder ser miles los que nos sentemos en una mesa. Nuestro dilema es cómo ser participativos, diversos, incluyentes y al mismo tiempo, asegurar aportes reales, concretos, sistematizados, consensuados, al proceso en marcha.

¿Quién y cómo puede convocar al conjunto para que desde la sociedad civil, desde la base, se participe en el proceso de paz, dada la multiplicidad de actores sociales en la Colombia actual?

Es una pregunta clave. Es inimaginable que solo el Congreso de los Pueblos lo logre. Ni siquiera, me animaría a decir, solo el movimiento social articulado puede abogarse la representación de la sociedad colombiana en su conjunto. Hay que ir más allá. Conscientes de esta realidad, hemos convocado desde hace seis meses a la promoción de la Ruta Social Común para la Paz. A donde han ido confluyendo diferentes sectores y plataformas que coinciden en la necesidad de una salida política al conflicto armado. La Ruta se lanzó públicamente el pasado 8 de octubre en el marco de una movilización nacional convocada en la semana de la indignación. Soy optimista cuando veo que en los últimos dos años se ha ampliado el espacio de unidad popular, que ahora reconoce a esa Ruta Social Común para la Paz como una propuesta importante. Participan o la apoyan, entre otros, movimientos de víctimas, las organizaciones estudiantiles, algunos sectores de los trabajadores, Colombianos y Colombianas para la Paz, la Marcha Patriótica, la Red de Iniciativas de Paz desde la Base, el Congreso de los Pueblos, la Coalición de Movimientos Sociales de Colombia. Y un sinnúmero de otras iniciativas…
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La representación del movimiento social*

¿Cuál es el debate más complicado al interior de un espectro tan diverso?

Pienso que va a ser aquel en torno al concepto de la paz y de la participación. A nivel de agenda, todas nuestras organizaciones y escenarios han ido trabajando los contenidos. Y tenemos hoy una serie de insumos. No queremos inventar nada nuevo. Sino sistematizar mejor lo consensual. Intuyo que la dificultad más grande a lo interno del movimiento social será sobre la cuestión de la representatividad del mismo en el diálogo y la negociación. Porque somos muchos: hay organizaciones locales, plataformas, regiones enteras, pueblos indígenas, los afros…Y de la misma manera que no le queremos entregar nuestra vocería de movimientos sociales a las insurgencias ni al Estado, va a ser denso definir a quién le entregamos nuestra representación en el proceso de negociación de la paz… Y ahí vamos a poner a prueba los avances reales que hemos hecho hasta ahora en cuanto a la unidad.
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Se trata de un movimiento social amplio. Pero por el momento, los que están montados en el tren de la negociación son un sector de la insurgencia y el Gobierno. ¿Cuál será la reacción de uno y otro cuando el movimiento social unificado exija participar también en ese proceso?*

Pienso que va a haber una mayor dificultad con el Estado. De hecho, el Gobierno ya planteó que el método de participación de la sociedad civil será a través del Consejo Nacional de Paz, que es una figura institucional, no autónoma y supeditada al poder. En ese Consejo, el movimiento social tendría una participación reducida ya que hay otros sectores como los empresarios que van a estar también presentes. Esa propuesta oficial no es suficiente. Incluso, en la Ruta Social Común para la Paz está en discusión si participaríamos o no en ese espacio. Por lo tanto, vemos ya que esa va a ser una disputa que muy seguramente la vamos a poder dirimir solo con la movilización, como lo hicimos en la primera quincena de octubre. Para exigir la participación amplia, para ambientar la paz, para posicionar la necesidad de una agenda social. Con respecto a la posición de la insurgencia: el Ejército de Liberación Nacional (ELN) siempre ha sido explícito en cuanto a la necesidad que la sociedad civil participe en un proceso de paz. Las FARC, especialmente en sus últimas intervenciones, también hablaron de esta necesidad.

*El tren de la paz
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El proceso de diálogo FARC-Gobierno ya está lanzado. ¿No hay un riesgo que los tiempos políticos de esa negociación no coincidan con los del movimiento social que todavía no participa en dicho proceso? Y que por lo tanto podría quedarse fuera de este tren en marcha…

Pensamos que la agenda definida para esta fase de negociación entre la insurgencia y el Estado no se puede cargar demasiado, porque sería reventarla. Para este momento de negociación es suficiente. Aunque es insuficiente para un proceso de paz más estratégico. Esta fase la acompañamos, la saludamos, y no reclamamos, en todo caso como Congreso de los Pueblos, ahora, nuestra participación. Queremos acelerar nuestra propia preparación en tanto movimiento social para estar en el tren en una próxima fase donde se debata la agenda social. Que integre temas estructurales como tierra-territorio; las políticas económicas; presencia de las multinacionales en el país; los derechos del pueblo como educación, salud; la justicia y reparación ligadas al debate sobre la impunidad…

Algunas organizaciones en Colombia insisten en que es necesario que se inicien a corto plazo los diálogos humanitarios regionales entre los actores armados, el Estado y las organizaciones sociales, para discutir temas muy concretos como la no incorporación de los niños y jóvenes a la guerra, el derecho humanitario etc. Dichos diálogos son todavía penalizados por las leyes. ¿Cuál es su visión?

Sería importante lograr un cese al fuego mientras avanza la negociación. Es esencial que el conjunto del pueblo entienda la dinámica y la necesidad de la paz, lo que no se va a lograr si continúa el conflicto en las comunidades, en el territorio.

¿Cómo sintetizaría su mensaje a la comunidad civil internacional?
Que hay un resurgimiento del movimiento social y del deseo de la unidad. Ese movimiento apuesta hoy a un proceso de paz con justicia social. Y que es imperante el acompañamiento, la solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional.

¿Y el cese inmediato de hostilidades en los territorios?
Sí, también. Señalo tres conceptos importantes. Que participen de la negociación las dos insurgencias, para evitar que el proceso actual se quede cojo. Que haya un cese de hostilidades en los territorios. Y que nos aseguren garantías para la inclusión efectiva del movimiento social. Porque no podemos imaginar que nosotros participemos pero al mismo tiempo se nos amenace o persiga. Y eso es un llamado muy concreto al Gobierno. Que no se repitan otras experiencias que hemos vivido, donde la sociedad civil se batió por participar en la negociación y fue amenazada, estigmatizada, perseguida y asesinada.
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¿Qué es lo diferente hoy que le da al movimiento social confianza en que esta construcción actual de la paz pueda prosperar?*

Que el movimiento social se está apropiando realmente de la construcción de la paz y la exige. Hemos ganado en unidad si bien hay mucho todavía para avanzar. Todo esto sin olvidar que la gente en Colombia está muy cansada de la guerra. Por lo que impera un marco favorable para construir la paz con justicia social.

Sergio Ferrari, en colaboración con E-CHANGER, ONG de cooperación solidaria presente en Colombia

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