Se ha ido Santiaguito Feliú, y nos consolamos con que nos quedan sus canciones, y aquello de que siempre estará ahí para volvérnoslas a cantar, una manera esquiva de enfrentar la tristeza, para quienes admiramos su trabajo y amamos la Nueva Trova, que es canción comprometida con la vida, con los amores y el día a día.
El Santi, el gago, el zurdo de corazón y de mano, el que usaba la guitarra a la izquierda con las cuerdas puestas para derechos, tal era su maestría y su ironía. Para un provinciano como yo, los acontecimientos de la urbe capitalina nos llegaban con cierto retraso, por eso Santiaguito era casi desconocido cuando en el Festival Adolfo Guzmán, Silvio Rodríguez defendió “Para Bárbara”, que fue todo un éxito.
Luego vendría “Vida”, y en el lenguaje de hoy diríamos que se convirtió en viral. No obstante, en cada uno de sus discos hubo siempre canciones emblemáticas, en su más reciente, por ejemplo, está “Ay, la vida”, que le da nombre, en que nos muestra al artista maduro y reflexivo acerca de lo pasado, de los recuerdos, del futuro, de la vida. Por eso es capaz poetisofar (filosofar con poesía):
“La vida es suficiente,
si entonces no se acaba
cuando se halló el final
donde se encuentra el pasado con la nada.”
Del Santi, como le llamaban sus amigos, recuerdo aquella noche calurosa en la Habana de mediados de los 90, en el patio del Luther King, luego de haberlo escuchado en un concierto junto a Vicente Feliú, entre cigarros, ron y guitarra salió a conversación el tema del Movimiento Zapatista, alguien bajó unos libros con algunos escritos del Sub Marcos y la Declaración de principios. Santiaguito, a medida que leía el texto le iba poniendo música, de allí salió la idea del disco “Ansias del Alba”, con temas que recogen las esencias de esos días terribles, de
alumbrones, bicicleta, un mendrugo de pan y las ansias de seguir, de no claudicar, de no dejarnos llevar por la corriente, sabiendo que, como dice la sabiduría popular, el río revuelto es siempre ganancia del pescador (en nuestro caso cubano de tiburones), días en que dormíamos asidos a la esperanza del día que vendrá. Así, en “Mi mujer está muy sensible” logra captar aquel sentimiento compartido por muchos.
No eres tú,
es el destornillado cotidiano azar,
la puerta del delirio, la fangosa realidad,
los narcos, la inflación, la solución impar,
los dioses apagados, la fantasía incapaz,
Berlín, Fidel, el Papa, Gorbachov y Alá.
No eres tú, mi amor…
No eres tú,
son estos días de mierda que también se irán,
son Lennon y Guevara que no quieren regresar,
latinos divididos sin América;
soy yo, que no me curo de quererte más,
es por los pasaportes y la enemistad.
No es por ti, mi amor…
Por todo ello, por tu música que siempre nos acompañará, es que no te dejaremos ir, porque como escribiste “la vida es una sola entre todas las vidas”.
por: José Conde, teólogo y poeta cubano residente en Alemania