En su última jornada, la Asamblea recibió a la Iglesia Cristiana “Vida Nueva” como miembro pleno del CIC, con lo cual se amplía su membrecía.
Concluida la cita en un ambiente de fraternal sentido ecuménico, y en cumplimiento de su lema: “Unidos para servir” la cual tuvo por sede el Seminario de los Nazarenos en esta capital durante los días del 3 al 5 del presente mes, los más de 200 delegados hicieron voto de su “fe, vocación y lealtad a Jesucristo como Señor de la historia, de nuestras iglesias y de nuestras vidas, razón por la cual, además, expresamos nuestro amor y fidelidad por la identidad nacional de nuestro pueblo, al
que servimos en el cumplimiento de nuestra comisión evangélica.”
Expresaron, así mismo, su solidaridad con las familias de “los 5 cubanos
antiterroristas, presos injustamente en cárceles de Estados Unidos, y oramos por su liberación y pronto regreso a la Patria y reintegración a sus familiares.
Especialmente intercedemos por la concesión de visados para dos de las esposas, Olga y Adriana, para que puedan visitar a sus esposos, de los cuales las han mantenido separadas, como un segundo castigo. (San Mateo 25).
El documento, como su tercer punto, expresa: “Basados en nuestras experiencias y conocimientos bíblicos, teológicos y pastorales, sustentamos la necesidad de apoyar los esfuerzos populares en la búsqueda eficiente de producción de alimentos” y otras actividades de beneficio para el pueblo; fortalecer los valores éticos, morales, espirituales y patrióticos junto a la promoción y la defensa del “respeto a la
independencia y la soberanía de la Nación”, a la par que llama al “levantamiento del inhumano bloqueo económico y financiero impuesto por Estados Unidos al Pueblo de Cuba con fines políticos, y que afecta la calidad de vida de nuestra población.”
Así mismo convoca a los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea al diálogo respetuoso con Cuba, en igualdad de condiciones, “como corresponde a naciones independientes”, a hacer dejación de las presiones y campañas de descrédito en contra del país, motivando un diálogo inteligente de entendimiento, y a “Alentar, con nuestra participación, a nuestras autoridades para que apliquen, en la coyuntura en la cual vivimos, los que nos ha enseñado el doctor Fidel Castro: “cambiar todo lo que debe ser cambiado…” (Isaías 66), y que estos cambios fortalezcan el bienestar y los valores comunitarios, y que no alimenten actitudes egoístas.”
En su parte final, la declaración se refiere al logro, en los últimos años, del ideal martiano de una América unida e integrada en el actual escenario que viven los pueblos latinoamericanos y caribeños, donde se evidencian signos y esfuerzos de unidad e integración, y donde la iglesia de Jesucristo está llamada a una vida diacónica como respuesta al cumplimiento de su misión y de su obra evangelizadora (San Juan 17. 21-24); saluda el aniversario 25 de la publicación del libro de Frei
Betto “Fidel y la religión”, el cual “allanó el camino para un fructífero diálogo sobre el tema”; el aniversario 20 de la reunión de las iglesias y el movimiento ecuménico con el líder de la Revolución cubana “que abrió nuevas posibilidades para la presencia y trabajo de ellas en el país y para el desarrollo de las relaciones de las religiones con el Estado, a través de condiciones favorables para la proclamación del evangelio y el desarrollo de la misión de la iglesia y su notable crecimiento.”
De igual forma ratifica la importancia de la conmemoración, el pasado junio en Cuba, por el aniversario 80 del Congreso Evangélico Hispano Americano de La Habana y la celebración de la Conferencia sobre misión de la Iglesia para América Latina y el Caribe en el siglo XXI, como importante contribución teológica al centenario sobre el nacimiento del movimiento ecuménico en Edimburgo, Escocia, en el 1910. Sumados
ambos eventos a la jornada nacional por el aniversario 10 de la Celebración Evangélica Cubana “la que constituyó un esfuerzo por la unidad de los creyentes y del país, y animó a las iglesias en su tarea evangelizadora.”
También el texto se refiere a la solidaridad con los pueblos haitiano y chileno en sus correspondientes desastres naturales: “Declaramos que los pueblos de Haití y Chile son hijos de Dios, a los que él ama profundamente; que estos eventos son fortuitos y que nada tienen que ver con supuestos ‘castigos por pecados pasados’(1 Cor. 13. 1-4).”
En otro de sus puntos se señala que “Las escrituras proclaman y celebran la vida como don de Dios. Nadie debe atentar contra ella ni quitársela por sus propios medios. Por lo que lamentamos la muerte del ciudadano cubano Orlando Zapata Tamayo, y expresamos nuestras condolencias a sus familiares. (Romanos 8.28). Asimismo expresamos nuestros deseos que no se repitan hechos como estos que puedan ser manipulados para continuar una campaña mediática en contra de Cuba.”
Y concluye la declaración: “atesoramos la esperanza de que se hagan realidad, en la vida de nuestro país, las palabras del poeta cuando dijo: “(…) ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones ha llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra. (Cantares 2. 11-12 Biblia de Jerusalén).”
Al momento de la clausura, y ante la presencia de la licenciada María de los Ángeles Pérez, de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y otros funcionarios del Ministerio de Justicia, el presidente del CIC, reverendo Marcial Miguel Hernández, hizo énfasis en la necesidad de reafirmar el contexto y el trasfondo de la cita bíblica que dio cuerpo a la Asamblea, en el que se habla de una cantera y una piedra que ha sido arrancada, “lo que nos está diciendo que tenemos que mirar el ejemplo de nuestros antepasados, que fueron fieles, firmes, leales y que Dios obró a través de ellos. Si mantenemos los mismos parámetros de amor, vocación y servicio, también Dios obrará en y por nosotros.”
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