Las Cumbres ambientales de NNUU (Estocolmo 1972, Río 1992, Johannesburgo 2002 y Rio +20 2012) han quedado ligadas a las sucesivas publicaciones de informes al Club de Roma (claramente venido a menos en los últimos años, pero ciertamente fuerte y pionero en los años 70), el primero del cual, durante el mismo año 1972, se llamaba, precisamente, “Los límites del crecimiento”. Sus autores, que se han mantenido después, salvo por razones de fuerza mayor, han sido: Jorgen Randers, Donella Meadows y Dennis Meadows. Y los sucesivos informes después del primero ya citado han sido: “Más allá de los límites del crecimiento” en 1992, “Los Límites del crecimiento 30 años después” en 2002 y, ahora, en este 2012, “2052: Una predicción global para los próximos 40 años “, cuyo autor es ya sólo Jorgen Randers.
No es sencillo encontrar series temporales de análisis coherentes (en este caso temáticamente y metodológicamente como mínimo) sobre el tema que nos ocupa hoy. Esto constituye otro de los valores añadidos principales actuales colaterales en este caso de este conjunto de informes, sobre todo porque existe como tal conjunto temporal en una época muy importante: 1972-2012.
Pero, en cualquier caso, también está claro que, con el revuelo que provocaron sobre todo los dos primeros, el debate sobre los “Límites del crecimiento” sigue siendo central para todo el que quiera pensar seriamente en el futuro de la humanidad en nuestro pequeño planeta, y no se quede en un hoy o en un presente en el que demasiadas veces nos instalamos unos seres humanos con unas expectativas de vida relativamente cortas, comparadas a las del propio tema del que estamos hablando.
Como es sabido, todos estos informes utilizan las herramientas teóricas y aplicadas de una teoría científica que tiene varias raíces y varias ramificaciones: comenzando en la Cibernética y la Sistémica y terminando, en el caso de estos informes, en la Dinámica de Sistemas. En definitiva, lo que se acaba haciendo con esta metodología es construir escenarios de futuro posibles, dependiendo de las situaciones de partida que tengamos y, sobre todo, analizando posibles trayectorias con los correspondientes finales que se podrían seguir en función de las decisiones que se puedan tomar a lo largo del camino. Lo que suele llamarse un ejercicio de Prospectiva y que, desde mi punto de vista, siempre tiene mucho más interés por el hecho de que nos ayuda nos debería ayudar a tomar mejores decisiones en términos de futuro, y no tanto porque dibuje posibles escenarios futuros, algunos de ellos más o menos catastróficos.
Sin embargo, hoy, no quiero omitir, sino al contrario, aprovechando la ocasión de la salida a la luz del cuarto de estos informes (con una distancia entre ellos de 40 años), algunas reflexiones acerca del debate de fondo y su importancia y trascendencia sobre los “Límites del crecimiento”.
En definitiva, la tesis y la conclusión fundamental y clave de estos informes es que las diversas dinámicas de crecimiento (poblacional, económico, de consumo de recursos, de emisión de residuos, etc.) que tenemos y observamos, sobre todo desde los años 50 del siglo pasado, no son sostenibles y nos pueden llevar, nos llevarán, a situaciones de colapso críticas (con crisis humanitarias de gran alcance y consecuencias bien nefastas, que deberían evitarse a toda costa todo anticipándose para no llegar a padecerlas).
El elemento central que pesa sobre esta tesis y / o conclusión y sobre su certeza (los mismos autores han defendido siempre que lo que ellos han hecho y hacen son previsiones posibles, no predicciones fatalistas) es el propio papel de la tecnología. Gracias a ella hemos roto, a lo largo de la historia, muchas barreras que considerábamos infranqueables y que han abierto caminos impensables en las formas y posibilidades de nuestra vida. Y mucha gente, muchos dirigentes, muchos líderes consideran que esto será más o menos siempre así. La revolución industrial como ejemplo de que la tecnología siempre terminará silenciando los “maltusianismos” ha pesado y sigue pesando mucho.
Hay algún otro ejemplo importante que también parece continuar avalando a los mismos: la capacidad de reacción, y lo que parece haber sido haber llegado a tiempo, ante la problemática del aumento del agujero de la capa de ozono que, como es sabido también, era debido a la utilización masiva de una sustancia química como refrigerante, que llenaba por ejemplo los circuitos de nuestras neveras hace unos 30 años. La humanidad, sus científicos, sus organizaciones ambientales supieron y pudieron reaccionar a tiempo y se podría decir que, tecnológicamente, se supo encontrar la alternativa a este producto y que esta dinámica, en definitiva, es la que se irá produciendo cada vez que tengamos una problemática similar.
Pero es muy interesante también ver la secuencia temporal en la que sucedió todo esto: la utilización y crecimiento exponencial de la utilización de los refrigerantes problemáticos se produjo en el período entre los 50 y los 70 (que finalmente fueron los 80 también); la primera alerta científica fue en 1974 pero hasta 1984 esta alerta no se convirtió en alarma y no se empezó a tener en cuenta seriamente. En 1987 se acordaba el Protocolo de Montreal como respuesta al problema y como camino para el cambio hacia otro refrigerante. No fue suficiente porque el problema seguía empeorando. En 1990 se aprobaba la prohibición total, a efectos ya del año 2000, de la utilización del refrigerante problema.
Esta evolución temporal está en el núcleo argumental de la tesis / conclusión de los autores de estos informes: precisamente, el tiempo entre que se empieza a producir la extralimitación (en el caso anterior la podríamos situar alrededor de los 70-80) y llega, primero, la constatación sobre el problema y, segundo, las decisiones y las medidas para su solución, siempre conlleva un importante desfase (en el caso anterior de casi unos 30 años) que es el que, en otros casos, podría llevar al colapso. Es decir, cuando tengamos realmente un problema encima y queramos reaccionar pero, entonces, quizás ya no estemos a tiempo. En el segundo de los informes se pone como ejemplo de esta posibilidad, nada descartable, la de un conductor de un vehículo por una pista helada y que ve, a lo lejos, un semáforo en rojo; ya lo ve, pero considera que le queda todavía tiempo suficiente para llegar y reaccionar en consecuencia; cuando lo hace y comienza a frenar, entonces, el vehículo se desliza por la pista y, inexorablemente, se pasa el semáforo rojo.
En estos momentos de la historia, mi sentido común y mi intuición que obviamente pueden estar del todo equivocados me dice que lo que ya se preveía en los años 70 en el primer informe se va haciendo realidad, sobre todo por un hecho: porque no estamos ante una sola extralimitación (como lo fue por ejemplo y bien singularmente la del singular caso del ozono), sino de varias extralimitaciones (en el consumo de energía, en la producción de emisiones de CO2 a la atmósfera, en la problemática de continuar alimentado equitativamente a una población mundial creciente, etc.). Y todo esto me dice que,
teniendo en cuenta los desfases que habrán (que hay ya) entre las constataciones
que ya si que se tomen como indudables extralimitaciones (que hemos llegado al peak oil, que la temperatura en la superficie de la tierra ha aumentado insoportablemente por sus efectos , que la frecuencia de las hambrunas es cada vez más elevada y sus efectos más importantes la actual en el Sahel está afectando a cerca de 20 millones de seres humanos, etc.) y las tomas de decisiones y sus implementaciones, entonces , las probabilidades de llegar a colapsos críticos para la vida humana sobre la tierra son, a mi modo de ver, cada vez, cada día que pasa, más inevitables y muy a punto de llegar … si estoy vivo revisaré autocríticamente estas palabras a finales de esta segunda década del siglo XXI.
Cuando a menudo digo que, actualmente, soy un pesimista activo es porque mi seguimiento personal de las crisis energética, climática, alimentaria, económica, etc. me dicen (a través de mis limitadas capacidades de analizarlo) que tenemos una conjunción de llegadas a extralimitaciones (y justamente esta conjunción es ahora el principal problema porque las retroalimenta mutuamente), que la capacidad de tomar decisiones esta prácticamente bloqueada ( como ocurre más evidentemente en el caso del cambio climático -no tanto por sí mismo, sino porque afrontarlo requiere cambiar muchas cosas fundamentales de nuestra manera actual de vivir … la conjunción que hemos mencionado! -), y que mientras no llegamos a signos de colapso (que mi previsión personal pone ya dentro de esa misma década), no se pondrá explícitamente de manifiesto cuan mal estamos y vamos …. quizás entonces empezaremos a reaccionar!
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*Profesor de la Universidad Politècnica de Catalunya. Presidente de la apGDM – asociación proyecto Gobernabilidad Democrática Mundial
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