Una vez más el año nos lleva a la gran Celebración de la Espera, y este año pareciera que no hay razones para esperar algo bueno, en medio de un mundo que se empeña de caminar hacia el mal.
Sin embargo, con la misma terquedad del Jesús niño que se atreve a nacer nuevamente en medio de su pueblo, son muchos los motivos por los cuales tenemos que aferrarnos a celebrar ¿el primero? Que no nos cansamos de soñar, no nos cansamos de luchar, no nos cansamos de esperar… Ha sido un año intenso, difícil y a su vez lleno de luces. Este adviento nos recuerda, que en medio de los tropiezos, es urgente continuar.
Este es tiempo de recobrar fuerzas, de disfrutar la belleza, de contar las victorias y sobre todo, reconocer, acercar, abrazar a quienes caminan a nuestro lado, con el mismo empeño.
El Adviento, también es una celebración familiar, y este año, la familia en movimiento, que somos desde nuestra sede, desde las redes, desde cada país y organización donde dejamos parte de nuestro corazón y nuestro espíritu, tiene, necesariamente que multiplicar su satisfacción. Nos ha acompañado la sabiduría de María que defendió y protegió su vientre, como hemos defendido nuestros valores, nuestras apuestas, nuestras entregas; el valor de José para enfrentar prejuicios y limitaciones personales, de la misma manera que enfrentamos críticas, incomprensiones, desacuerdos, cuestionamientos internos y oposiciones.
Al mismo tiempo durante este periodo se multiplicaron las Elizabeth, aquella mujer que aún embarazada y despreciada acogió en genuino acto de solidaridad a su prima, y de esto, no nos ha faltado, las amigas, los amigos, compas en Cuba y alrededor del mundo que una vez más nos acompañaron y cerraron pactos espirituales con nuestro trabajo, con nuestros sueños para nuestro país, nuestro continente y todo nuestro mundo.
Con el adviento, comienza el año litúrgico (de celebración) para la iglesia cristiana, para nuestra familia, puede significar un nuevo emprendimiento, en que cada quien aporte desde su fe, sus creencias personales, para hacer nacer, si no un niño, al menos la esperanza autentica, de poder con nuestras manos transformar en vida plena, las realidades a medias que hoy nos laceran.
La Buena Noticia es que somos muchas y muchos en disposición para intentarlo.¡Feliz Adviento!