Diciembre es un mes diferente. Llega tocando a las puertas con un aire festivo de encuentros, reencuentros con familiares, viejas y nuevas amistades. Este final de año, en particular, convida a manifestar sentidamente nuestra solidaridad y a levantar entre todas y todos lo que destruyó el huracán Sandy en Santiago de Cuba y Holguín. Llega también para invitarnos a calificar las acciones que hicimos, incluyendo desaciertos, y a seguir alimentando los sueños, acercando, en lo posible, el horizonte que nos hemos dado como asociación de la sociedad civil cubana.
Es legítimo este “detener el paso” a que nos invita diciembre, un mes que nos propone vivir y sentir la espiritualidad y renovar el compromiso desde nuestras acciones en el día a día. Es un tiempo para rehacer planes, darnos un abrazo, sanar heridas, perseverar, perdonar y dedicar un momento a quienes nos siguen acompañando aunque ya no estén entre nosotros. Si queremos un mundo diferente, tenemos que hacer la diferencia.
Diciembre también trae asociada la metáfora del pesebre y del niño que vino envuelto en un lienzo a habitar entre nosotras y nosotros como hermano. Aquel pequeño no vino para vivir en comodidad. Fue en un pesebre, en medio de un establo, donde reclinó su frágil cuerpo. ¡Cuánta sabiduría encierra la inmensa fragilidad de su estatura para nuestro mundo! ¡Cuánto aún ese símbolo nos tiene que re-encantar en lo personal, en nuestras relaciones diarias en la familia, la comunidad, la iglesia, el país y el Centro que aún queremos construir desde paradigmas de emancipación y respeto!
Este mes también pone un alto para que nos miremos por dentro, ahondemos en nuestras esencias, cómo funcionamos como institución y en el tejido asociativo que intentamos edificar junto con las redes que animamos. Estar atentos a lo que está pasando en la vida de cubanas y cubanos, dejándonos interpelar a fondo por las circunstancias nuevas, evadiendo facilismos, lugares comunes, con la filosofía de la pregunta como guía para descubrir certezas, rescatando la curiosidad, el humor, la osadía para construir tejido social y sentidos políticos.
Aún queda mucho por asimilar, reflexionar, pensar. Dispongámonos a caminar por el nuevo año viviendo los valores éticos del Reino, en solidaridad con todos los seres humanos de Cuba y el mundo, tejiendo unidad, asumiendo como Jesús, la ecumenía en su más legítima expresión: participando en la casa común al lado de nuestras hermanas y hermanos.