Una joven algo pesimista no creía posible que gente con pocos recursos para convertir ropas viejas en nuevas muñecas, quisiera revertir los aprendizajes de una semana de taller, en otra apresurada jornada cose que te cose para niñas y niños desconocidos. “La vida está muy difícil para eso”.
Este 5 de junio me hubiera gustado ver en el Taller de Transformación Integral del Barrio de Pogolotti, a aquella muchacha con talento probado para hacer bellos juguetes de trapo. Muchas de las mujeres entusiastas que aprendieron a armar lo mismo una vaquita, que un gatico, un payaso o una bruja, con moldes aportados por el proyecto comunitario Carsueño de Camagüey, estaban allí. Ellas eran tan protagonistas de esta jornada como las niñas y niños que vinieron ante la invitación para pintar un mundo mejor en ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente.
La palabra empeñada
Joel Suárez, coordinador del CMLK, lanzó la idea de volver a organizar un espacio para que los más pequeños jugaran y cantaran y hasta se llevasen un premio por tanta diversión. Sus palabras en la mañana de aquel sábado 17 de marzo como cierre del Taller de muñequería, una de las acciones por el aniversario 25 de la institución, encontraron oídos receptivos.
El Taller había sido muy intenso, con desvelos incluidos para terminar las muñecas que se compartirían en una rifa esa mañana, mientras otras se irían hasta Haití con la Brigada del Movimiento Sin Tierra de Brasil que apoya allí al campesinado.
Por suerte el agotamiento acumulado no fue mayor que las ganas de seguir un proyecto que renunció al punto final con la anuencia de sus protagonistas. Trabajaron como hormiguitas, con recursos propios y regresaron al CMLK para recordarnos la palabra empeñada.
Motivos para celebrar
El Día Internacional de la Infancia se pintaba solo para la nueva convocatoria. La amenaza de la lluvia, frecuente en esta época, les hizo pensar que el mejor sitio sería el propio local del TTIB de Pogolotti, o el tanque, así lo conocen por allí. No importa que pareciera pequeño el espacio para tantos niños que tiene este barrio o que el calor les sacara a los asistentes las gotas de sudor.
La cantautora Liuba María Hevia sería la invitada a esta fiesta infantil. A pocos días de la fecha logramos contactar a la representante de la artista para “enamorarla” con la propuesta. Corrieron por el correo electrónico fotos de la actividad barrial de marzo y los deseos infinitos de recibir el sí.
“Liuba está enfrascada en una nueva producción discográfica”, nos alertó, así que los tiempos no le alcanzan para mucho. Pero Liuba confirmó que vendría, solo que unos días después. Por eso este 5 de junio en Pogolotti, se juntaron los motivos para la celebración del Día de la Infancia y del Medio Ambiente.
Los niños y las niñas que no entienden todavía muy bien eso de dedicarles a ellos solo un día y otro al medio ambiente, como si todos los días no pudieran ser para celebrar la vida de la niñez en el mejor ambiente posible, nos regalaron su presencia. Le pidieron a Liuba varias de sus canciones más conocidas. Tararearon con ella las letras, la aplaudieron y le sonrieron porque esa es la forma en que saben agradecer.
Ese era solo el comienzo. Hildelisa, una de las hadas madrinas de esta iniciativa, les invitó a colgar sus dibujos en la pared exterior del local. Ahí improvisaron una galería de arte infantil para elegir el dibujo de su preferencia. El pequeño o la pequeña ganadora se llevaría una de las lindas muñecas hechas por las mujeres, que volvieron a unirse para regalar sus creaciones a cualquier niña, a cualquier niño.
Una rifa y un mural pintado en plena calle terminarían atrayendo a decenas de pequeños y sus familiares. Y otra vez el agotamiento de los días de preparación afloraba en los rostros de madres y abuelas costureras, pero nunca con tanta fuerza como para borrarle la alegría de ser útiles o sencillamente de aportar un granito de canela a la felicidad de la niñez.
