Luego de más de 30 años de aquel recorrido sangrante por nuestro continente que fue el descubrimiento de Las venas abiertas de América Latina (Mención en Premio Casa de las Américas, 1971), el escritor uruguayo Eduardo Galeano no ha dejado de cuestionar(se). Tampoco, de involucrarnos a sus fieles en sus preguntas contagiosas y en la experiencia vital casi agónica, en tanto intensa, que representa la lectura de sus textos breves:
“…Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Dios decía que América era la Tierra Prometida. Los que allí vivían, ¿eran sordos? (…) Después, los nietos de aquellos peregrinos del norte se apoderaron del nombre y de todo lo demás. Ahora, americanos son ellos. Los que vivimos en las otras Américas, ¿qué somos?”
Espejos. Una historia casi universal contiene esta y otras muchas desobediencias. Las escucharemos el próximo martes 17 de enero, cuando en la propia voz de su autor salgan como pájaros hambrientos por las ventanas de la sala Che Guevara de la Casa de las Américas. Así es: Eduardo Galeano ha vuelto a Cuba y a la Casa, luego de casi 11 años de no haberse ido.
Lo recibimos esta mañana. Al rostro que a los cubanos nos recuerda a Titón, conserva el atractivo de sus años de juventud; pero han pasado los años y al hombre le han florecido otros encantos: la voz, ahora más calmada, apenas susurra y nos llega fuerte; y con el buen humor que celebra siempre en su inolvidable Roque —a cuya familia le han arrebatado hace apenas unos días el alivio de ver condenados a sus asesinos—, nos hace familiar el encuentro, como si le conociéramos de siempre.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano llegó este jueves a Cuba para inaugurar el próximo lunes 16 de enero, la edición 53 del Premio Literario Casa de las Américas. El autor de Las venas abiertas de América Latina regresa a la institución y al certamen a los que confió en 1971 su obra magistral. Más de 30 años y varios encuentros después, la Casa le ha devuelto el abrazo reconociendo a su libro Espejos. Una historia casi universal con el Premio de Narrativa José María Arguedas, de carácter honorífico.
“Estoy muy contento de volver a la Casa y a Cuba. A la Casa de las Américas que es mi casa, y a Cuba porque, aunque hace años que no vengo, siento como que vuelvo sin haberme ido. Cuba siguió siempre viva dentro de mí, en mis palabras, en mis actos y en mi memoria: todo lo que de aquí recibí, en una relación en la que yo jamás oculté ninguna de mis discrepancias o mis dudas; pero tampoco oculté mi admiración por esta Revolución que es un ejemplo de dignidad nacional, en un mundo donde el patriotismo es el obligado privilegio de los países ricos y poderosos, pero negado a los pequeños y pobres. No conocí en mi vida otro país tan solidario como este, ninguna Revolución tan ofrecida a los demás como ha sido y es la Revolución Cubana. Todo el resto son espacios de debate, de dudas que están siendo en alguna medida respondidas por este proceso de cambios que la Revolución está viviendo ahora y a los cuales, quienes la queremos, damos la bienvenida.”
Las venas abiertas de un autor de cabecera
“Con Las venas abiertas de América Latina tengo una relación como la de Quino con Mafalda. A Quino le identifican con ella y él la reconoce como una criatura suya, pero a veces le irrita Mafalda porque el resto de su obra queda opacada por el prestigio de esa niña terrible. Con Las venas… me sucede lo mismo. Se ha convertido en un libro de enorme difusión al cabo de los años, lo que ha conspirado contra la repercusión que me habría gustado ver en obras posteriores. Es una relación contradictoria, pero comparto con Hegel, Marx y los indios precolombinos que la contradicción es el motor de la historia, así que no me sorprende que la habite yo mismo.
“Escribí el libro para poder llegar a tiempo al concurso Casa. Recoge cuatro años de viajes y andares, que cristalizaron en ese libro escrito en 90 noches. Trabajaba en la universidad y en editoriales privadas, ocupándome de corregir textos sobre la vida sexual de los ratones, y solo por la noche escribía en máquina (aún no había conocido el placer enorme de escribir a mano). Noventa noches sin dormir hicieron posible que entregara a la embajada de Cuba el original de Las venas… que perdió el concurso. ¡Mi amor por la Casa de las Américas no empezó siendo correspondido [ríe], era como una pasión inútil! Aquel jurado de prestigiosas figuras de la izquierda, según supe después, consideró que el libro no era lo suficientemente serio como para recibir el Premio. Era un período en el que todavía la izquierda confundía la seriedad con el aburrimiento. Por suerte, eso fue cambiando y en nuestros días se sabe que el mejor aliado de la izquierda es la risa.”
Espejos para una historia universal
“Es un libro que anda por unas cuantas ediciones. Es el penúltimo, porque acabo de publicar Los hijos de los días.
“Espejos… se ha traducido a varias lenguas. Es una tentativa de colaborar a la recuperación del arco iris terrestre. No es que tenga la certeza, pero sí la sospecha, de que el arcoíris terrestre contiene más fulgores que el celeste. Es más hermoso el nuestro que el de los dioses de arriba. Quería ayudar a recuperar esos colores perdidos porque estamos ciegos, mutilados por una larguísima tradición de racismo, de machismo, de elitismo, de militarismo y de otros ismos que nos impiden descubrirnos en toda la plenitud de nuestra belleza posible.
Espejos es un libro que recoge esas voces que nos ayudan a sabernos bastante mejores de lo que creemos que somos.”
Indignos o indignados: no se puede ser neutral
“Las esperanzas andan por todas partes, no solamente donde salen a la luz pública o convocan la atención publica. Eso va creciendo como el moho en la piedra, como decía Violeta Parra, muy lentamente, como crece el amor. Sería injusto que mencionara como ejemplos a un país u otro, porque además no creo en esas cosas. Creo que los procesos de cambio que de veras se dan, crecen de abajo hacia arriba y de adentro hacia afuera, de modo que a veces son silenciosos, casi secretos, pero existen en todas partes y a veces nos sorprenden.
“Por ejemplo, este fenómeno mundial de los indignados estalló de golpe y no hay quien lo pare, porque la indignación tiene una capacidad de contagio sorprendente. Es una de las buenas noticias que el mundo tiene, más allá de las etiquetas que les quieran poner a las cosas, si de izquierda o de centroizquierda. Lo que importa es confirmar que el planeta está dividido entre los indignos y los indignados, en un mundo que obliga a la indignidad. Neutral no se puede ser.”
por: Marianela González