3 de abril de 2020 – Desde hace semanas, el mundo está paralizado, intentando controlar una pandemia que sin duda es el desafío más grande que hemos enfrentado juntos como sociedad y comunidad internacional. Al igual que para el pueblo de Estados Unidos, confrontarla es nuestra prioridad.
Afortunadamente, en Venezuela hemos contado con algunas ventajas. Tomamos medidas muy tempranas de aislamiento y el despistaje ampliado, apoyándonos en nuestro sistema público y gratuito de salud, que cuenta con médicos de familia alrededor de todo el país. Contamos también con la invalorable organización comunitaria para ayudar a elevar la conciencia social y brindar apoyo a los más vulnerables. Igualmente, la solidaridad de Cuba, China, Rusia y el apoyo de la Organización Mundial de la Salud, nos ha permitido obtener insumos médicos necesarios, a pesar de las sanciones ilegales de Donald Trump.
Al expresarles mi solidaridad ante este importante desafío histórico y nuestra consternación y dolor por las consecuencias de la pandemia en EEUU, me veo obligado a también alertarles que, mientras el mundo se enfoca en atender la emergencia del COVID-19, el gobierno de Trump, instrumentalizando una vez más las instituciones para alcanzar sus objetivos electorales y basándose en infamias bajo pretexto de la lucha contra las drogas, ha ordenado el despliegue militar más grande de Estados Unidos hacia nuestra región en 30 años, con el fin de amenazar a Venezuela y de llevar a nuestra región a un conflicto bélico costoso, sangriento y de duración indefinida.
Es claro, que la administración Trump construye una cortina de humo para ocultar el improvisado y errático manejo de la pandemia en Estados Unidos. Desde un principio Donald Trump le restó importancia y la negó, tal como ha hecho con el cambio climático. Hoy la crisis se agrava simplemente porque, pese a contar con recursos, no está dispuesto a transformar el sistema de salud en uno que priorice el cuidado pleno de la población y no el lucro de ganancias de la medicina privada, las compañías de seguros y las farmacéuticas.
Nosotros en Venezuela no queremos un conflicto armado en nuestra región. Queremos relaciones fraternales, de cooperación, de intercambio y de respeto.
No podemos aceptar amenazas bélicas, ni bloqueos, ni tampoco la intención de instalar un tutelaje internacional que viola nuestra soberanía y desconoce los avances del último año en el diálogo político sincero entre el gobierno y gran parte de la oposición venezolana, que desea soluciones políticas, y no guerras por petróleo.
Por todo lo anterior, hago un llamado al pueblo de los Estados Unidos para que ponga freno a esta locura, para que responsabilice a sus gobernantes y los obligue a enfocar su atención y sus recursos en la atención urgente de la pandemia. Pido, junto al cese de las amenazas militares, el fin de las sanciones ilegales y el bloqueo que restringe el acceso a insumos humanitarios, tan necesarios hoy en el país. Les pido, con el corazón en la mano, que no permitan que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable, otro Vietnam u otro Irak, pero esta vez más cerca de casa.
No somos tan diferentes, como nos quieren hacer creer con infamias. Somos pueblos buscando una sociedad más justa, libre y compasiva. No dejemos que los intereses particulares de minorías cegadas por ambición nos separen. Nosotros, como dijo una vez nuestro líder Hugo Chávez, compartimos el mismo sueño. El sueño de Martin Luther King es también el sueño de Venezuela y de su gobierno revolucionario. Los invito a luchar juntos por hacer realidad ese sueño.
No a la guerra de Estados Unidos contra Venezuela
No más sanciones criminales
Queremos Paz
Nicolás Maduro Moros