Iris L. Madera Iglesias y Susana Rodríguez Ortega
Educar educándonos, educar enredándonos, esta fue la premisa para fundir espíritus. Con la venia del incansable Martin Luther King emprendimos viaje al conocimiento desde la praxis edificadora.
Partimos de distintos destinos, Cuba, El Salvador, Nicaragua y México. Sin conocer nombres, preferencias o credos comenzamos a unirnos como Voltus5, un pañuelo verde fue el pretexto para ensamblar las piezas de nuestro robot.
¿Blanco, rojo o azul?, escoger un color de la bandera marcó el momento para develar identidades. Ya estábamos listos para salir a surcar el espacio sideral, por la ruta del crecimiento personal perseguíamos la transformación social.
Las técnicas para el aprendizaje se entretejían con los momentos de diversión. Enterrados los viejos roles de profesores y alumnos, cada uno aportó su estilo para entender la concepción y metodología de la educación popular.
Estrategias de poder, hegemonía, dominación, emanciparse… las palabras abrieron fuego al caer cual lluvia de meteoritos. El debate polemizador denotaba el compromiso colectivo, un empeño en lograr cambios de mentalidad y acción.
El trabajo en comisiones organizó los procederes de la semana. El clan de logística fue multifacético, lo mismo preparaban la merienda que confeccionaban una planilla, imposible olvidar las gestiones de Antonio y Juana. Por su parte, el grupo de mística y animación nos convidó a soñar en cada jornada, lástima que los muchachos de comunicación y memorias solo mostraron destellos aislados.
Cada noche tuvo su magia, especialmente aquella en que la música removió alegrías y tristezas a la luz de un candil para luego celebrar el cumpleaños de Circe y hasta un piquete de bohemios, peleados a muerte con el descanso nos despertó un día entonando ”Las mañanitas” a golpe de bongó.
Así nos fuimos envolviendo unos con otros, con otras, hasta quedar enrolados por siempre en un periplo interminable, un viaje a las estrellas.
nota: las autoras son estudiantes de Periodismo.