Su historia no es diferente a la de otras mujeres golpeadas por sus parejas. La Constitución cubana y numerosas leyes aseguran la igualdad de la mujer y protegen a la familia, pero el maltrato que transcurre en la intimidad del hogar no siempre traspasa miedos y prejuicios, ni se denuncia, ni figura en las estadísticas.
“Jamás se me ocurrió ir a la policía, hubiera sido peor. Además nadie hacía eso, todo quedaba dentro de la familia”, relató una profesional de 55 años que pasó también por esa dolorosa experiencia en su primer matrimonio. Diez años más joven, Toyo sí acudió a las autoridades en una ocasión en que se sintió amenazada de muerte por el esposo.
“Yo empecé a defenderme y me ponía como una fiera también. Ese día le había dado una galleta (bofetada). Los policías se rieron de eso y me dijeron: tú lo acusas, pero él también te puede acusar a ti, sin pensar en que él (el esposo) me iba a agredir con un machete. Hace falta que la policía se preocupe más e investigue de verdad los casos”, afirmó.
Acompañada por sus hermanas, Beatriz y Esperanza, Toyo consideró que una línea telefónica como la ya existente en Cuba para casos de drogadicción o sida, ayudaría mucho a víctimas de la violencia doméstica. “Y que en las estaciones policiales hubiese un departamento con personal especializado en estas situaciones”, acotó Esperanza Toyo.
Las tres mujeres coincidieron en que también sería deseable disponer de “casas de acogida” similares a las de otros países, donde la mujer golpeada puede buscar refugio con sus hijos en situaciones de crisis. Sin embargo, reconocieron que cualquier proyecto de crear ese tipo de albergues se hunde en el crítico déficit de viviendas que tiene el país.
La socióloga y académica cubana Clotilde Proveyer admitió que el consumo de alcohol y de drogas y las situaciones de crisis económica se convierten en “catalizadores” de conductas violentas. “Pero la causa real de este problema social tiene que ver con relaciones de poder y control”, estimó.
En opinión de esta experta en género, “las mujeres han sido un grupo social subalterno del poder masculino y ahí está la más importante razón de la violencia de género: el uso de la violencia como un mecanismo de control patriarcal”. Por eso consideró imprescindibles las vías educativas para desmontar tales conductas.
Sin informes estadísticos oficiales no es fácil establecer un estimado sobre la magnitud del problema. “Yo diría que no es tan grande como algunos reflejan, ni tan pequeño como quisiéramos”, aseguró en entrevista con IPS la abogada con maestría en sexualidad Yamila González Ferrer, secretaria de la junta nacional de la Unión de Juristas de Cuba.
Desde el ámbito académico, Proveyer ofreció algunos datos reveladores en una ponencia presentada en la institución cultural Casa de las Américas, que organizó en febrero de 2008 un coloquio internacional sobre Violencia y Contraviolencia en la cultura de mujeres latinoamericanas y caribeñas.
La experta dijo que más de 70 por ciento de las mujeres asesinadas en Cuba tenían una relación previa con su victimario y consideró que “al no aparecer como figuras aparte, muchos delitos de género están incluidos dentro de los delitos generales”.
El resultado, dijo Proveyer, “es que están invisibilizados”.
Según la académica, en los asesinatos de mujeres a manos de varones, 50 por ciento de los victimarios son sus maridos, y 60 por ciento de las mujeres fallecen a consecuencia de algún tipo de vínculo con la relación de pareja, casi siempre por sus ex esposos. Cincuenta y dos por ciento de estas muertes ocurren en el hogar de la víctima.
ÁMBITO LEGAL
“Como principio, así fuera un caso, hay que ocuparse”, afirmó González, miembro al igual que Proveyer del Grupo de Trabajo para la Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar, creado en septiembre de 1997 para aunar “objetivos y tareas” de las distintas instituciones involucradas en el asunto.
Para esta profesional, lo importante es que el asunto tiene hoy una mayor visibilidad. “Lo vemos un poco más, justamente porque se está trabajando para que se visualice”, dijo. Ha sido una preocupación constante de la no gubernamental Federación de Mujeres Cubanas, agregó.
Esa organización creada en los albores de la Revolución Cubana (1959) coordina las labores del grupo para la atención de la violencia intrafamiliar, que incluye a varios ministerios, el Centro Nacional de Educación Sexual, la Universidad de La Habana, el Instituto Cubano de Radio y Televisión y el Tribunal Supremo Popular, entre otros.
El equipo trabaja en el proyecto de nuevo Código de Familia y en el perfeccionamiento del Código Penal, que se modificó entre 1997 y 1999 para introducir delitos como el ultraje sexual, que incluye el acoso sexual, y la eliminación de toda referencia que se pudiera interpretar como discriminación por razón de la orientación sexual.
También se incluyó como una de las circunstancias agravantes “ser cónyuge y el parentesco entre el ofensor y la víctima hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad”.
Según el nuevo artículo, “esta agravante sólo se tiene en cuenta en los delitos contra la vida y la integridad corporal y contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la familia, la infancia y la juventud”.
González consideró esa modificación de “una gran importancia, pues debe ser principio que las acciones de tipo violento contra un miembro de la familia, por las implicaciones que tienen para el normal y adecuado desenvolvimiento de ésta, sean agravantes de la responsabilidad penal para quien las comete”.
Según la especialista, el grupo estimó innecesario “en este momento” una ley contra la violencia intrafamiliar y, en cambio, decidió continuar trabajando para “perfeccionar” la legislación vigente y acentuar la capacitación de policías, jueces, médicos, profesores y demás personal involucrado en la atención del problema.
“Por sí solas las leyes no resuelven. Si no se aplican debidamente, si no tienen efectos prácticos, de nada sirven”, dijo González. “ Por eso insistimos en la capacitación de personal que tiene que ver con estos asuntos que impactan no sólo a mujeres, sino a todos los miembros de una familia, y también en la sensibilización de la sociedad”, dijo.
En tanto, estudios académicos concluyen que por su desarrollo social, las mujeres cubanas reaccionan “más activamente” ante la violencia de género que las de otros países, aunque existe aún desconocimiento, sobre todo en materia jurídica.
Esas fuentes advierten que la población no conoce los cambios en la legislación, lo que atenta contra la prevención y enfrentamiento. “La mujer no debe permitir que el hombre le levante la mano, pero si conoce sus derechos y las leyes, mejor aún”, comentó Beatriz Toyo, la hermana mayor, con un matrimonio de 20 años que calificó de feliz, aunque con altibajos.
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