Ahora que su asesor Karl Rove anda en dificultades por el caso de las filtraciones de la CIA, el inquilino de la Casa Blanca ratific en Mar del Plata que tena poco que decir sobre el asunto. Uno de los ms sonados es el de Valerie Wilson-Plame, esposa del embajador Joseph Wilson, a quien se identific con una agente encubierta a las rdenes de Langley.
De inmediato surgieron las sospechas de que el paso se haba dado porque Wilson era un crtico de la poltica de la administracin Bush hacia Iraq. Las revelaciones sealaron que Wilson-Plame haba propuesto a su esposo para investigar la versin de que Nger haba vendido uranio a Bagdad. Ese fue uno de los pretextos para asegurar que el rgimen de Saddam Hussein estaba en andanzas para crear un potencial nuclear.
Sin embargo, Wilson lleg a la conclusin de que en Iraq no se preparaba ningn programa de armas nucleares. La administracin entonces acudi a otra justificacin para ocupar a Iraq, la supuesta posesin de armas de destruccin masiva (biolgicas y qumicas). Tampoco ese pretexto fue probado por la Casa Blanca de Bush, pero la ocupacin del pas rabe no se detuvo y contina hasta el presente, pese a que ms de dos mil soldados estadounidenses han muerto en esa empresa.
Si Pedro neg a Cristo tres veces, Bush defendi a Rove cuatro, porque esas veces se neg a contestar preguntas de los periodistas sobre el caso. Bush ni siquiera quiso comentar acerca del futuro de quien se dice que es el principal artfice de su gestin desde la mansin ejecutiva. No era para menos porque no faltan quienes afirman que sin Rove, el presidente estara indefenso, sumergido en los torbellinos del acontecer mundial del que parece entender poco.
Rove est tan metido en el muladar de la puesta en evidencia de la informacin de la CIA, como uno de los principales asesores del vicepresidente Richard Cheney que ya est sometido a proceso legal. Acerca de su colaborador, el jefe de la administracin estadounidense dijo que “la investigacin sobre Karl (Rove) como ustedes saben, no est completa, y por lo tanto no comentar sobre l y/o su investigacin”.
Bush tampoco quiso referirse a las especulaciones en Washington acerca de si Rove conservar su empleo de subjefe de personal de la Casa Blanca. Ahora, el fiscal que maneja el caso de las filtraciones de informacin sobre una agente encubierta de la CIA con fines polticos, Patrick J. Fitzgerald, ha estrechado la investigacin que lleva a cabo sobre Rove.
El propsito de Fitzgerald es determinar si trat de esconder informacin al gran jurado en cuanto a una conversacin que tuvo con un periodista de la revista Time, una semana antes de que se conociera la identidad de la agente de la CIA en 2003. Segn se piensa en estos momentos, Rove conoca la identidad de la agente encubierta desde dos das antes de la conversacin con el periodista Matthew Cooper y se la mencion en ese encuentro. Cooper, quien estaba presente en la ronda de Bush con la prensa, no hizo pregunta alguna sobre el asunto.
Una parte de la prensa estadounidense se ha desentendido de este abordar el asunto de la filtracin pese a las interrogantes ticas que supone la revelacin de la identidad de una agente encubierta por motivos polticos. Un editorial del diario The Wall Street Journal afirm que Dow Jones & Company, la corporacin que posee a ese peridico, pidi legalmente que sean dadas a la publicidad ocho pginas con argumentos de Fitzgerald.
Esos documentos explican segn la demanda porqu el investigador principal de este escndalo necesit obligar al gran jurado que tomase el testimonio de Cooper y de Judith Milear, una reportera del The New York Times. Miller estuvo en prisin porque, inicialmente se neg a revelar la identidad de sus fuentes sobre el caso de Wilson, hasta que, al final, revel que se trataba de un antiguo alto funcionario del FBI en retiro.
El rotativo neoyorquino asegura que nunca se ha dado a la luz pblica qu escribi Fitzgerald en las ocho pginas en litigio. Sin embargo, el investigador del escndalo de la CIA ha sugerido en algunas apariciones en los tribunales que fueron discutidos secretos y asuntos de seguridad nacional.
Entre las pginas de marras estn la opinin del juez David Tatel (15 de febrero de 2005) contra Miller y Cooper en una sentencia en una corte federal de apelaciones. The New York Times apunt que, segn Tatel, Fitzgerald demostr en numerosos volmenes clasificados que la informacin lograda por esos periodistas “es crtica y no se puede obtener de otra fuente”.
La mocin argumenta que el secreto ya no se requiere porque tanto Cooperar como Millar ya han testificado al gran jurado y presentaron sus testimonios en artculos en sus medios de prensa. Entretanto, en la Casa Blanca levantan los puentes, llenan los fosos y preparan las armas para defender el castillo de Karl Rove, una persona a la que Bush considera determinante en la buena marcha de su administracin.
Por el momento, no parece que habr grietas en esa defensa a ultranza, porque en el caso de su asesor de poltica el presidente acta como si fuera a morirse de perder sus servicios. Rove, como antes Libby, estn muy cercanos a Bush y Cheney, por lo que este caso de serias brechas en la informacin con connotaciones de seguridad nacional ha puesto en aprietos a la administracin.
Claro, las comparaciones tal vez sean exageradas entre Bush y Pedro, el legendario fundador del estado del Vaticano. En definitiva, no parece que sea tan importante la identidad de una agente encubierta de la CIA, por mucho impacto que tenga en la seguridad nacional estadounidense, como negar al hijo de Dios.