Home Resumen Semanal No. 18-2012 30 años de la FIBAC. Las raíces que no se pueden olvidar

30 años de la FIBAC. Las raíces que no se pueden olvidar

Edel Rivero y Sayonara Tamayo

La primera jornada de trabajo de la XXVIII Asamblea General de la FIBAC inició este sábado con un panel sobre la historia de la Fraternidad en el que participaron los Reverendos Noel Fernández Collot, Jonathan Entenza Martínez y Orlando Corales Moreno, así como la laica Bárbara Meneses.

Fernández inició su presentación remontándose al surgimiento de las convenciones bautistas Occidental y Oriental y su relación con la intervención estadounidense en el proceso de desarrollo del movimiento Bautista en Cuba. “Su génesis estuvo signado por un amplísimo sentimiento de patriotismo y anticlericalismo”, expresó.

“Con la intervención norteamericana en la última guerra de independencia contra el colonialismo español, las iglesias bautistas cubanas quedaron divididas en dos partes: el Oriente, integrado por las provincias de Camagüey y Oriente, bajo la guía y sostén de la Convención Bautista del Norte (en la actualidad Iglesias Bautistas Americanas) y las restantes provincias (Occidente) quedaron bajo la égida de la Convención Bautista del Sur. La primera de ellas con marcado acento antiesclavista, ecuménico, liberal e inclusiva; la segunda pro esclavista, conservadora y anti ecuménica”.

El origen marcó y la influencia norteamericana marcó las primeras diferencias entre las dos Convenciones.

Más adelante Noel ejemplificó las valiosas contribuciones de las iglesias bautistas a la lucha contra la tiranía de Batista con ayudas concretas y la entrega de jóvenes como Frank y Josué País, Oscar Lucero Moya, los hermanos Díaz, Fabio Rosell. Sin embargo, resaltó, las iglesias cubanas en general no estaban preparadas para comprender la magnitud del triunfo revolucionario de 1959, donde temas como la proclamación del carácter socialista y la nacionalización de la enseñanza generaron posiciones de retraimiento en algunos líderes bautistas revolucionarios, mientras otros pasaron a la oposición sin analizar teológicamente aquellos acontecimientos.

La juventud bautista tuvo un rol esencial en las etapas posteriores. Un grupo minoritario se había quedado en las iglesias “enarbolando la bandera de la fe en el Cristo de la justicia y el amor eficaz para seguir acompañando los cambios sociales que día a día se hacían evidentes en la sociedad cubana”. Para ello comenzaron a buscar la base teológica necesaria que les permitiera sustentar sus acciones y jóvenes de ambas Convenciones comenzaron a encontrarse en ese camino de búsquedas.

Esta fue una generación impactada directamente por la figura del Reverendo Bautista Martin Luther King Jr. y sus luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos. Documentos como “El pensamiento de Cristo para nuestra acción”, de Francisco Rodés y los aprobados por la Alianza Mundial Bautista en 1971, ayudaron a comprender la base teológica de aquel proceso histórico, así como la libertad de conciencia y la justicia social como principios.

Como resultado de esa acumulación, en 1974 surge la Coordinación Obrero Estudiantil Bautista de Cuba (COEBAC), con definiciones claras en su compromiso con la edificación del socialismo, en el reconocimiento de Jesucristo como Señor y Salvador con una mirada liberadora desde lo doctrinal, en la apuesta por la renovación de la iglesia a favor de la dignidad humana.

La radicalidad progresiva de estas definiciones marcó diferencias con las Convenciones Bautistas existentes que se acentuaron cada vez más, hasta que se produjeron varias expulsiones de quienes militaban en la COEBAC, líderes, o hasta congregaciones completas.

“Con el dolor de la separación, la tristeza de la desconfianza y el desprecio nacimos, pero con bases teológicas que permitirían tener en Cuba una iglesia comprometida con su pueblo, con su historia y con Dios hecho carne, que enfrentó una religión superflua llena de fariseísmo…”, expresó Noel Fernández, al referirse al surgimiento de la FIBAC.

Al referirse al papel de la Fraternidad en los cambios que se suceden en Cuba, en medio de muchas complejidades en el ámbito religioso, recordó que la FIBAC nació para ser voz profética en una Cuba de cambios y nuevas medidas que edifica con la opinión de todas y de todos una nueva Constitución, incluso “a los que con pretensiones de santidad desconocen el amor y la justicia; más todavía la fraternidad”.

“Si la FIBAC nació quiere seguir siendo lo que sus fundantes vislumbraron tendrá que regresar a sus principios teológicos, eclesiológicos, bíblicos y éticos, que la ubicaron como un oasis en medio del desierto religioso del país”, sentenció.

Orlando Corrales, por su parte, recordó a mujeres trascendentales en estas tres décadas de vida y trabajo de la FIBAC como Clara Rodés, Isis Jiménez, Adalys Vázquez, Lázaro Cuesta y muchas personas que con su entrega y liderazgo, siguieron el camino de la justicia social y la inclusión.

En su presentación la hermana Bárbara Meneses significó el valor simbólico de celebrar esta asamblea en la misma iglesia donde nació la FIBAC. Muy reconocida en la labor laical, expresó que “los laicos están llamados a transformar lo cotidiano y lo temporal según los valores del evangelio, para lo cual es necesario transformar el sentir y el vivir desde las propias experiencias personales”.

Meneses rememoró a los pastores Raúl Suárez, Francisco Rodés y Adalberto Cuéllar que, junto a sus esposas y el grupo de miembros de sus respectivas iglesias, comenzaron a pensar una nueva organización para continuar la obra en aquel momento de crisis en que fueron expulsados de la asamblea de la convención bautista occidental.

También reconoció el surgimiento de la COEBAC, donde habían impulsado junto al pueblo los trabajos voluntarios socialmente útiles y otros espacios de responsabilidad social, teniendo presente la biblia y el principio del trabajo de las iglesias en las comunidades.

“Fue como un amanecer luminoso en que la responsabilidad social del cristiano nos permitió definir la senda por la cual debíamos caminar”, dijo, y mencionó a un grupo estos hombres y mujeres que lideraron esa etapa como Clara Rodés, Adalys Vázquez, Elia Fonseca, Perla Aguilera, Noel Fernández, Ormara Noya, Samuel Hernández, Elizabeth león, Antonio Lara, Olga Rodríguez, Moisés Figueroa, Lilian González, Rubén rodríguez, Gladys Abella, Raquel Suárez y Joel Suárez, entre otros.

Destacó principalmente el rol de las mujeres en el laicado como maestras, liturgias, misioneras, con los enfermos y asistencia en los hospitales, proyectos y otras iniciativas comunitarias, y como líderes, al tiempo que destacó la importancia de la mujer para continuar siendo discípulos de Jesús en el laicado.

“Hemos sido y somos una iglesia misionera y la prueba es que somos ya 42 iglesias”, afirmó Jonathan Entenza en su intervención y destacó que no se han apartado de la visión misionera de la reforma, ni de la tradición bautista, pero sí se han caracterizado por una misión encarnada, contextualizada y liberadora en medio de un mundo neoliberal y en constante cambio, donde diariamente aparecen nuevas ofertas religiosas que conmueven el emocionalismo y la búsqueda de algo trascendente, unido a encontrar una solución material inmediata a los problemas del momento. Además, reconoció en el ecumenismo un ámbito necesario al que la FIBAC ha aportado.

Varios de los participantes en la asamblea también hicieron aportes sobre la identidad y la historia de la FIBAC. Joel Suárez, Coordinador del Centro Martin Luther King, Jr. se refirió a la nueva generación de la FIBAC después de estos 30 años, que asume el liderazgo en medio de transformaciones significativas, incluso en el ámbito religioso.

Como bautistas, dijo, somos herederos de una tradición nacionalista e idependentista de cubanos que conocieron a Dios en los preparativos de las guerras de independencia, como fueron Alberto de Jesús Díaz, Francisco Rodríguez, Martha Cabarrocas. La FIBAC tuvo un papel esencial en el cese de la discriminación religiosa y la recuperación del carácter laico del estado, algo en lo que coincidió el Rev. Raúl Suárez al destacar que se produjo esa transición entre el estado ateo y el ateo laico y muchos otros cambios con respecto a la religión que fueron posible, en gran medida, gracias a los esfuerzos del movimiento ecuménico cubano y dentro de este a algunos líderes como Raúl Hernández Ceballo, en su diálogo con el gobierno cubano.

En estos momentos difíciles para el campo religioso cubano, dijo Joel, un miembro de la FIBAC conduce el Consejo de Iglesias de Cuba, el Rev. Antonio Santana.

“Se sigue respetando la libertad de conciencia, pero no ha habido contradicción entre amar a Dios y amar a la Patria. No somos hijos de una iglesia anexionista, y es importante conocer nuestras raíces”, concluyó.

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