Inicio Resumen Semanal No. 18-2012 Desde la Utopía al banquete con todos

Desde la Utopía al banquete con todos

Rev. Francisco Rodés González

Lucas 16.15-24

A estas palabras, uno de los invitados le dijo, “Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios”. Jesús respondió: “Un hombre daba un gran banquete, e invitó a mucha gente. A la hora de la comida, envió a su sirviente a decir a los invitados: Vengan, ya está todo listo”. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero le dijo, “Compre un Campoy es necesario que vaya a verlo, te ruego que me disculpes”. El otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes”. Otro dijo: “Acabo de casarme y por esta razón no puedo ir”.

El sirviente, al regresar, contó todo esto a su patrón. Este se enojó, pero dijo al sirviente: “Anda rápido por las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos”. Volvió el sirviente y dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía queda lugar”. El patrón le contestó, “Anda por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar, de modo que mi casa se llene. Porque, se lo digo, ninguno de esos señores que yo había invitado probará de mi banquete”.

Agradezco mucho esta invitación a predicar en la Asamblea del año en que la Fraternidad cumple sus 30 años. Me ha motivado a recordar muchas cosas que han sucedido antes y después del año de 1989, cuando en este mismo lugar decidimos crear una nueva forma de hermandad de iglesias bautistas con el mismo sentir. Hablarles esta noche de cuales fueron las raíces es hablarles de una ruptura dolorosa, como toda ruptura en una familia, pero que significó la liberación para empezar a construir una vida de iglesia como el Espíritu de Dios nos decía desde años atrás cuando comprendimos lo que significaba la predicación del reino de Dios, no otra cosa que el proyecto de vida de Dios para este mundo.

Esta parábola responde a unas palabras de un discípulo cuando dice “Dichoso el que participe en el banquete en el Reino de Dios”.

Se esta refiriendo al Reino de Dios en su culminación final, al futuro en que Dios cumplirá todas sus promesas para la humanidad al final de la historia. Y lo ilustra con la imagen de un gran banquete, algo bastante terrenal, un banquete que no era solo una buena cena, incluía música, y danzas y mucha alegría en un ambiente de comunión de amigos que se quieren. Esa era la imagen escatológica común, Jesús retoma la idea para presentar esta parábola hermosísima que nos inspira esta noche.
Es una invitación a pensar en la respuesta que damos a esta invitación a fijarnos en el futuro de Dios para este mundo. Hoy día muchos cristianos les encantan hablar del otro mundo, del más allá después de la muerte o del encuentro con Jesús, en el rapto que nos haga escapar de este mundo. Peros si tomamos en serio la oración que nos enseñó a decir “Venga a nosotros tu reino”, es el reino de Dios que viene a este mundo. No es la fuga del mundo a una esfera celestial. El reino de Dios está ilustrado por todo lo que hizo Jesús durante su ministerio, cuando ofreció una vida abundante a todo el que se le acercaba, esa es la felicidad que tenemos derecho aquí y ahora.

En una época de mi generación empezamos a despertar en lo que significa creer que la historia tiene un sentido, a tomar en serio los acontecimientos mundiales, a discernir como Jesús dijo, ¨las señales de los tiempos¨. Y cuando uno empieza a ver que el reino de Dios no está confinado a las cuatro paredes de nuestro templo, ni a nuestra denominación, y empezamos a tomar conciencia de lo que significa ser ecuménico, a descubrir las maravillas que Dios hace con otros y otras que siendo diferentes a nosotros en algunas prácticas nos enseñan mucho de lo que es ser pueblo de Dios, entonces probamos el camino de libertad que nos enseñaron nuestros antecesores bautistas, soltamos las amarras sectarias y empezamos un nuevo camino.
Eso nos fue marcando ante nuestros hermanos fundamentalistas que nos miraron con desconfianza.

Pero la sospecha subió de tono cuando empezamos a pensar en nuestra responsabilidad social ante la Cuba que se esforzaba en abrirse un futuro mejor para sus hijos. Así surgió un movimiento alrededor de los Campamentos sobre la responsabilidad social del cristiano, que eran eventos que fueron aglutinando especialmente a jóvenes de todas las convenciones bautistas de Cuba, llegando a aglutinar un significativo número, ayudándonos a profundizar en la conciencia de nuestras responsabilidades históricas. Fueron muy enriquecedoras las relaciones con grupos latinoamericanos.

Muy linda fue la relación con Nicaragua luego del triunfo de la revolución sandinista.
Eran tiempos con mucha buena energía. A pesar de las presiones de las estructuras convencionales, la Coordinación Obrero Estudiantil Bautista de Cuba, la COEBAC, fue un movimiento esperanzador, una fuente de renovación. No niego que éramos un poco locos, creíamos que íbamos a despertar la conciencia del pueblo bautista invitándolos al gran banquete del futuro que se estaba construyendo, la mesa de la comunión entre todos y todas. Pero la mayoría del pastorado bautista estaba máspreocupadapor el ambiente y el avance de la ideología marxista. Nosotros queríamos ser un puente entre la iglesia y la sociedad. Las canciones de aquellos tiempos nos muestran que sentíamos. El joven José Aurelio Paz, con su guitarra nos enseñó a cantar:

/ES JESUS MI AMIGO Y COMPAÑERO
SU MANO CONSTRUYENDO VA POR ESTE MUNDO NUEVO/
Jesús su voz levanta,
La oigo en todo el pueblo
Que se solidariza
Con los pobres, con aquellos
Que luchan por la justicia,
Porque todos tengan pan,
Para que como nosotros
Gocen de su libertad.

El mundo no se detiene
Jesús marcha a su lado
Con los hombres que construyen
Y cantan con su trabajo.
Y no se asusten señores
Tarados y con recatos
Jesús es mi compañero
Y está en mi sindicato.

Pero nosotros no éramos políticos como nos acusaban. Estábamos fuertemente arraigados en la Biblia, en la idea del Reino de Dios como realidad presente. Jesús dijo, el reino de Dios entre vosotros está. Donde hay redención, vida feliz, reconciliación y paz allí hay señales de ese Reino. Y creíamos en el reino como meta final de la historia. Dichoso el que participe de ese banquete. Creíamos en ese banquete. Esto es ser soñadores, medio locos al fin.

Ah, que sorpresa si miramos a la Biblia vemos cuantos locos hay, cuántos son soñadores de un mundo nuevo. Empezando por el padre de la fe, Abram, que abandona su mundo de seguridad y comodidad para convertirse en un peregrino caminando sin saber a ciencia cierta adonde lo conduciría Dios. Creyó en la promesa, es un ejemplo de que el contenido de la fe es la certeza de lo que se espera, creer en lo que todavía no se ve (Hebreos 11.1). Esto de creer en lo que no existe todavía es lo que hoy en el siglo XVI Tomás Moro llamó Utopía, que significa no tiene lugar en el presente. El capítulo 11 de los Hebreos nos trae toda una galería de hombres y mujeres que hicieron historia porque siguieron un sueño “Porque todos ellos murieron sin haber recibido lo que se les había prometido y solo llegaron a ver esto de lejos”. Héroes y heroínas de la fe que siguieron el sueño de un mundo nuevo, una realidad de paz y de justicia.

Y qué diremos de las visiones de los profetas, que ya más claramente hablan de cosas que no tenían ningún respaldo en la realidad de sus días. Isaías dice que “El juzgará entre las naciones y dictará sentencia entre muchos pueblos, y ellos convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces. Ninguna nación levantará espada contra otra nación, ni se entrenarán mas para la guerra” (Isaías 2.4). ¿Quién ha visto convertir un tanque de guerra en un buldócer para arar la tierra? Cuándo se ha visto esto en este mundo. Lo que han leído un poco de historia, se dan cuenta que la historia humana es solo la historia de la violencia, de guerras y venganzas. La propia Biblia está llena historias de violencia. Y hoy más que nunca, que se anuncia que se restablece la carrera armamentista por las grandes potencias. El propio Isaías habla de “el lobo convivirá con el cordero, el leopardo se acostará junto al cabrito, el león y el animal engordado andarán juntos, y un niño los pastoreará. Nadie hará mal ni daño en mi santo monte porque la tierra estará saturada de conocimiento del Señor” (Isaías 11.6, 9). Que nombre recibe la creencia en un mundo de paz, un solo nombre Utopía, lo que no existe y solo se puede un sueño de minorías. La Biblia nos enseñó a tener una utopía, creímos que no es justo que en el mundo unos pocos acumulen la riqueza y miles de millones vivan en la miseria. Creímos que el canto de María de un Dios “que derrotó de los tronos a los poderosos y puso en alto a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los dejó con las manos vacías” (Lucas 1.52, 53) no era una simple poesía, tenía que ser realidad, aunque fuera una utopía. El mismo Jesús, ¿no se presentó en su primer sermón en la Sinagoga de Nazareth diciendo con Isaías “El Espíritu del Señor me ha ungido para proclamar buenas nuevas a los pobres; me ha ungido para proclamar libertad a los cautivos, y poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año agradable del Señor”? Estábamos bien pertrechados bíblicamente.

Creíamos que nuestro país necesitaba de nuestro esfuerzo para seguir adelante construyendo una sociedad más justa. Fueron los años en que luchábamos para hacer que la economía fuera adelante, íbamos a cortar caña, pensando que cada zafra nos acercaba a la meta. Una sociedad no movida por las leyes del mercado, sino por la planificación en beneficio de las necesidades.

Pero la parábola sorprende con un hecho. Los invitados a la boda no acuden a la invitación, aduciendo razones personales, ¨acabo de comprar un terreno¨, tengo que ir a verlo¨, ¨acabo de comprar unas yuntas de bueyes tengo que probarlas¨, acabo de casarme…¨, razones personales, sus intereses primero. Su interés en lo material del presente, no les llama la atención el banquete del futuro del mundo. Parecía un boicot. El banquete sin invitados no sería banquete. Que gran frustración.

Ah, mis hermanos que años aquellos de finales de la década del 80. Se resquebrajaba el edificio del bloque socialista mundial. El paradigma de países con economía planificada se derrumbaba estrepitosamente. Quien lo hubiera soñado. Un anciano de mi iglesia, José Díaz, cada vez que le tocaba hacer una oración, terminaba diciendo, ¨Te pedimos por la poderosa, fraterna e invencible Unión Soviética¨. Pero la poderosa a invencible Unión Soviética desaparecía como el Titanic, en las frias aguas de la economía de mercado. Eso fue un golpe muy fuerte para nosotros, desaparecía el referente, no teníamos a nuestros aliados. Entramos en los duros años del período especial, los apagones, el transporte en bicicleta, la falta de alimentos. Quién iba a hablar del banquete del futuro cuando había que arañar la tierra para conseguir algo para el plato de los hijos.

El banquete está suspendido. ¿Suspendido? Para Dios no hay proyectos suspendidos, siempre un plan B.

Dice la parábola que el señor del banquete dijo a su criado, “ve por la plazas y las calles de la ciudad y trae aquí a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos”. Y cuando cumplió su misión dijo el criado, todavía hay lugar. Entonces el Señor le dijo ve por los caminos y por los atajos y hazlos entrar por la fuerza”. Y esto de aplicar la fuerza se refiere a que estas gentes de los caminos y los atajos son los más marginados de la sociedad, aquellos que se han acostumbrado a ser lo último que no creen que fuera realidad esta invitación, pueden desconfiar que sea una trampa. Ellos están incluidos. Este es el plan de Dios frente al boicot, la inclusión. Este es finalmente el banquete de los excluidos por los poderes de este mundo son bienvenidos en la casa, como dice el lema de este evento “la casa común”.

Cómo lo visualizamos en nuestro contexto. Algunos testimonios bastan. Uno de los líderes de la Coebac por años, un día perdió la visión, pero eso no fue obstáculo para que se hiciera pastor. Dios tenía un plan para él, estaba llamado a ser mensajero de la inclusión, su trabajo con ciegos, sordos, y portadores de otras discapacidades lo ha cumplido y este año anunció su retiro como coordinador principal. Gracias al trabajo de Noel Fernández y su esposa Ormara Nolla cientos de discapacitados han recibido sillas de ruedas, muchos que estaban en la orilla de las iglesias ahora son protagonistas, activos, están en la mesa con todos. Hubo un trabajo educativo para eliminar las barreras mentales a la inclusión.

Perdonen que de mi testimonio personal. Un día Dios me llamó a ir a las prisiones.
Recuerdo que iba a la prisión de máxima severidad de Agüica, en Matanzas, donde traen a los internos con las esposas puestas. Aquel primer día cuando se las quitaron a un interno se me abrazo llorando, ¿Quién le dijo que hoy es mi cumpleaños y que nadie de mi familia me ha venido a ver ni enviado mensajes? Trabajar de capellán con las personas que han perdido su libertad, algunos olvidados por todos, sufriendo depresión y baja autoestima, es ir a decirles Dios los tiene incluidos en su lista de invitados, no están olvidados por Dios, él tiene una segunda oportunidad. La capellanía carcelaria es una bella expresión de la invitación de Dios al banquete de su Reino.

Esta propia iglesia es un ejemplo de inclusión, sino pregunten al humilde barrio de Pogolotti qué significa la Iglesia Ebenezer y el Centro Martin Luther King para ellos. El programa de mayor impacto del Centro Luther King es la educación para la participación, para el protagonismo, esto es inclusión.

Podríamos multiplicar ejemplos. Cuanto nos han enseñado nuestras hermanas a superar nuestro lenguaje y comportamiento excluyente y machista, ahí está el recuerdo de Clara Rodés, y las hermanas ordenadas por primera vez en las iglesias bautistas de Cuba al ministerio pastoral. Todavía queda por hacer, pero mucho nos dice que casi la mitad de los pastores sean mujeres.

Gracias a Midian en su trabajo ecuménico por la inclusión femenina, de Lila en su tarea con las amas de casa para desarrollar sus dones artísticos que las hacen recuperar un papel en la sociedad.

La propia Fraternidad cuando se fundó acogió a pastores, como el hermano Remberto Ortiz, de la Iglesia de Dios, expulsado de su denominación, y al hermano Argudín, pentecostal fervoroso, también castigado por su iglesia, los acogimos porque tenían y tienen el mismo sentir ecuménico, creen en el banquete del reino. La Fraternidad al principio discutíamos si llamarnos Fraternidad Evangélica o Fraternidad Bautista, porque no queremos vivir en el espíritu de orgullo denominacional.

Hermanos y hermanas, hay mucho que hacer por la inclusión, por la superación de prejuicios heredados, por la mentalidad vieja de jueces del prójimo.

Dios nos llama a trabajar por el banquete de una humanidad unida en amor, como lo soñó también el pastor Martin Luther King. Es locura a los que se pierden, es locura a los que piensan que el dinero es lo que mueve al mundo. Creemos en la dignidad del ser humano, dada en su condición de imagen de Dios. Creemos en las personas de buena voluntad que trabajan por la inclusión, como los médicos que van a Haití y a cualquier rincón del planeta a llevar la salud. Eso es parte del plan de inclusión en el banquete. No se suspende la utopía, no se abandona el sueño. Dios lo sostiene y sabemos que un día brillará el sol de justicia y paz sobre todo el mundo.

Amén.

La Habana, febrero 15 del 2019

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