En Cabaiguán, la Red Ecuménica Fe por Cuba de la región central, organizó una cantata para festejar el cierre de una etapa de trabajo territorial, y la apertura de un nuevo período. Unas 438 personas participaron en la cita, que contó con las palabras de meditación de la pastora Raquel Suárez.
Meditación para la cantata de la Red fe por Cuba de la región central
Agradezco la oportunidad que Dios nos ha dado de poder estar en esta noche compartiendo con hermanos y hermanas de diversas comunidades de fe cristianas que participan de la Red Ecuménica Fe por Cuba en la región central del país. Hemos venido a celebrar la esperanza y la fe en una ecumenía comunitaria, de base y eclesial. El lenguaje que nos une es la música y siento que el Espíritu danza, canta a la vida y se mueve con la mano de Dios, creando entre nosotros una red de amor, amistad y compromiso con la justicia y el shalom del Reino, en medio de una Cuba cuya realidad es cada vez más desafiante y compleja.
Así como en diversas experiencias históricas los salmos, los cantos expresaron los anhelos, los clamores y sueños de los pueblos, hoy cantamos como cristianos cubanos, soñando con un mundo mejor, con una iglesia mejor y con una patria mejor porque son los sueños los hilos que nos conectan con el futuro de Dios, que viene a nuestro presente impulsándonos a caminar. Es hora de hundir raíces en una Espiritualidad orante y comprometida, abierta a acoger el Espíritu de Dios, la vida del prójimo en comunión amorosa con el resto de la creación. Así que el canto y la alabanza hoy deben promover en nosotros ánimo, fuerza, y discernimiento de la misión que hoy Jesús quiere compartir con su Iglesia.
La Palabra es el cincel con que Dios moldea a su Iglesia, somos barros en manos del gran alfarero, pero el barro que no se trabaja se endurece y petrifica (Jr 18: 6b). Así que la Iglesia que se aleja del mensaje auténticamente bíblico es como una roca en un paisaje agreste, estéril, abandonado.
Hoy la Palabra que inspira esta celebración se encuentra en una narración recogida en los tres Evangelios sinópticos, pero tomaremos la tradición de Mateo, el evangelio de la Didagé, de la enseñanza…. (Mt 9:18-19,23-26). Un pasaje muy conocido y valorado sobre todo por el movimiento de mujeres. Encontrándose Jesús en pleno ministerio público en Galilea, sanando a muchos y muchas de toda dolencia, enseñando y practicando la nueva lógica del Reino, en contraste con la lógica de la Ley, es interpelado por el jefe de la sinagoga, un hombre llamado Jairo:- Mi hija acaba de morir, ven y pon tu mano sobre ella y vivirá-cuenta Mt, en Lc, y Mc Jairo dice: Mi hija está agonizando, ven y pon tu mano sobre ella para que sea salva y vivirá. Jesús se dispuso a seguirle, pero es interceptado por otra mujer que padecía de flujo de sangre, lo cual demora la llegada de Jesús a la casa de Jairo. Llegaron a darle la noticia de que ya la chica había muerto, pero Jesús anima a Jairo y le dice: No temas, cree solamente. Y llegando a la casa de este principal de la sinagoga encuentra a la gente llorando y a los músicos tocando. Les aparta y proclama que no está muerta, sino que duerme. Entró a la habitación donde yacía, junto con los padres y discípulos, y tomando la mano de la niña le dijo, /talita, kum. /Levántate y anda. La niña despertó. Mandó a darle de comer y a guardar silencio sobre lo ocurrido.
Muchas biblistas están de acuerdo en que la niña, al llegar a la pubertad, dato que enfatizan Mc y LC, entraría en la complejidad del sistema religioso legal que ataba a las mujeres con las amarras de los códigos de pureza e impureza en relación con la menstruación, las relaciones sexuales, embarazos y partos, que aprisionaban a las mujeres con las cadenas del sistema patriarcal que la confinaban al espacio doméstico, a la sumisión y opresión. Esta niña frente a la crisis de identidad, prefiere morir, dar la espalda a la vida…pero Jesús brinda su mano y su palabra sanadora, su palabra liberadora y le dice: /talita, kum/. Me imagino que estos músicos cambiarían el repertorio, de música fúnebre a música festiva.
Hoy traemos esta palabra de salvación para la Iglesia cubana. Como cristianos y cristianas tenemos que desatar las cadenas que hoy nos limitan y obstaculizan, y llevar adelante el ministerio de Jesús, de dar vida, dignidad, proclamar la Buena Noticia del Reino, en medio del contexto donde estamos. ¿De qué ataduras y temores tenemos que librarnos como Iglesias hoy?
– De una espiritualidad individualista y alienante.
Levántate y anda.
– De una alabanza vertical e intimista, que no refleje nuestras problemáticas de vida y anhelos de justicia, paz e integridad de la creación.
Levántate y anda
– De los miedos a dar paso a los y a las jóvenes como protagonistas de la pastoral de la Iglesia, de las organizaciones ecuménicas y de la vida de la sociedad cubana.
Levántate y anda
– Del miedo a tratar nuestros prejuicios y discriminaciones raciales, de género, orientación sexual, intergeneracionales, regionales, de condición social.
Levántate y anda.
– De una lectura literalista, ahistórica y superficial de la Biblia.
Levántate y anda.
– De las luchas de poder, de las divisiones, del líder centrismo y la jerarquización de ministerios y dones.
Levántate y anda
– De la despreocupación y falta de compromiso social y ecológico.
Levántate y anda
– De la apatía y falta de entusiasmo evangelizador y poco espíritu misionero.
Levántate y anda
– De una educación cristiana bancaria y una liturgia poco renovada ni anclada en los mejores valores de nuestra cultura.
Levántate y anda
– Tenemos que librarnos de la falta de fe, de la falta de sensibilidad y ceguera ante las desigualdades sociales, el consumismo, la burocracia e ineficiencia y las situaciones de vulnerabilidad y pobreza que aquejan hoy a nuestra sociedad, amenazando al proyecto social de justicia y equidad por el cual lucharon hasta dar la vida tantas generaciones de mártires en Cuba.
Levántate y anda
/Talita, kum. /Dijo Jesús al darle la mano a la joven dormida. /Talita, kum,/ nos dice Jesús a nosotros hoy,/ talita, kum /a los jóvenes cristianos que están acá llamados a renovar nuestra iglesia y nuestra sociedad con el poder y la autoridad de servicio y humildad con que Cristo nos comisiona. Queda de nosotros apoyarnos en las manos tiernas del Maestro, levantarnos y alegres en comunidad decir: heme aquí, envíame a mí. Que así sea.
Raquel Suárez