Queridas y queridos amigos:
Nos faltan muy pocos días para el 25 de abril, fecha en que cumpliremos veinticinco años de existencia. Como en todo aniversario, además de celebrar con alegría, conviene dedicar un instante a pensar en las razones, emociones y sentimientos que dieron vida y carne a un proyecto como el nuestro.
Nacimos inspirados en el amor, la espiritualidad cristiana y las enseñanzas de Martin Luther King, Jr. pastor negro del sur de los Estados Unidos que creía en la no violencia y luchó hasta sus últimos momentos contra la discriminación racial, la injusticia y el flagelo de la guerra, a quien se le recuerda por esta frase: “Yo tengo un sueño”; y también en la vida de Paulo Freire, educador popular brasileño del que aprendimos la filosofía de la pregunta, del cuestionamiento, de la capacidad de discernir sobre el mundo poniendo —en primer plano del decir y el hacer— el diálogo, la participación comprometida para nombrar las cosas y para transformarlas.
Ya pasamos nuestra adolescencia y con el morral lleno de aquellas experiencias fundacionales, que mucho marcaron los primeros tiempos, nos aproximamos a una etapa más reflexiva, profunda, igual de apasionada y vibrante, pero llena de riesgos, nuevos desafíos y cambios generacionales.
El Centro ha bebido de esos valores en estos veinticinco años y los ha multiplicado en nuevos rostros, en nuevas voces, en mujeres y hombres que hacemos parte de esta hermosa y cotidiana batalla que significa refundar ese sentido de ser Cuba para el hoy y el ahora.
Cómo olvidar a quienes durante esta etapa han compartido nuestros sueños, personas e instituciones que en diversos sitios de esta isla nos acompañan y estimulan. Hoy somos un tilín mejores, como dice el poeta, gracias a ese compromiso que mantiene vivo el espíritu, a ese soplo de viento que nos impulsa a ser mejores seres humanos, mejores compañeros, amigos, hermanos, madres, padres, hijos, educadores y educandos.
Hijos somos de negros, blancos y mestizos, unidos y trabajando en un barrio y por un barrio, una iglesia y un Centro, un territorio, una ciudad, un país. Nos anima la formación, la comunicación y la solidaridad y esa doble alegría de ser padres y hermanos a un mismo tiempo. Padres y madres de proyectos que ya caminan solos; y hermanos y hermanas de dos redes, la de educadoras y educadores populares y la ecuménica, donde se articulan miles de personas de toda Cuba.
Haciendo camino al andar vamos juntando voluntades y energías, personas y experiencias, proyectos y sueños, solidaridad y amor, entusiasmos y certezas. A ustedes, amigas y amigos, que comparten nuestros sentidos y esperanzas desde diversas instituciones, espacios y esferas gubernamentales, sociales, políticas, culturales, de la solidaridad, la academia, los poderes locales, la agricultura, el medioambiente, la educación, los proyectos comunitarios, los medios de comunicación, las iglesias e instituciones ecuménicas, vaya también nuestro abrazo agradecido en este aniversario.
Aun nos queda mucho por andar, por crear y pensar pero confiamos en que ustedes seguirán siendo parte de nuestras utopías.
La familia del Centro Memorial Martin Luther King Jr.