¿Cómo se inscribe este Foro en el proceso altermundista?
El Foro Social Mundial (FSM) ha tenido sucesivas ediciones globales, regionales y temáticas desde su nacimiento en el 2001 en Porto Alegre, Brasil. De ese modo se ha ratificado como un espacio de encuentro al servicio de la articulación de las luchas sociales. Uno de sus momentos más importantes es la Asamblea Mundial de los Movimientos Sociales, que junta a redes y organizaciones regionales e internacionales. En ella se aprueba un texto común que hace un balance general de la coyuntura y lo más significativo de las regiones, incluye pronunciamientos de solidaridad con causas de los pueblos y se identifican desafíos para las luchas altermundistas.
Después de un proceso de concertación entre las agendas sectoriales y regionales, se convocan a acciones conjuntas globales. Entre ellas se recuerdan la movilización en marzo de 2003 contra la guerra en Irak o las jornadas de movilización anticapitalista en octubre pasado. Durante el 2012 los movimientos sociales refuerzan la denuncia a la deuda ecológica, al impacto ambiental de los procesos de acumulación capitalista que van contra el desarrollo de la vida. La frase “cambiemos el sistema, no el clima” mantiene su vigencia ante el modelo civilizatorio capitalista.
¿Cuáles son las principales contribuciones de este FST en el camino hacia Río+20?
Organizaciones diversas desarrollaron actividades autogestionadas, pero hubo un programa central que en las mañanas trabajó el momento histórico que estamos viviendo y la crisis del capitalismo, contra las falsas soluciones ante el cambio climático y la salida de la crisis. Al mediodía escuchamos testimonios de los nuevos movimientos: los Indignados de Europa, los representantes de la Primavera Árabe, los que ocupan Wall Street y los estudiantes chilenos. En las tardes se activaron 17 grupos que trabajaron por ámbitos temáticos en la construcción de una síntesis que presente las posturas alternativas al documento oficial que está siendo negociado en el proceso de Río+ 20.
Los espacios de este FST tenían el propósito de fortalecer la capacidad de incidencia y actuación de los movimientos sociales en torno al proceso de Río+20. Previamente organizaciones y redes brasileñas junto a redes mundiales como la Vía Campesina, Jubileo Sur, la Marcha Mundial de Mujeres2, Amigos de la Tierra, la Convergencia de los movimientos de los pueblos de las Américas (COMPA), entre otras, hicieron un llamamiento ante Río+20. Se logró consensuar una convocatoria alternativa —que desde su propio nombre indica el posicionamiento de los movimientos sociales— para una Cumbre de los Pueblos por la justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la vida y la naturaleza y en defensa de los bienes comunes.
A diferencia de las Conferencias de las Partes de Naciones Unidas sobre cambio climático, en las que ha habido un proceso de negociación donde los movimientos sociales han tratado de incidir, en Río+20 la negociación está prevista para mayo en la sede de Naciones Unidas en Nueva York y a Río, llegarán los jefes de estados a suscribir un documento ya negociado. De ahí la importancia de que redes, organizaciones y movimientos sociales de Asia, África, Europa y América se articulan ante los desafíos que representan el proceso previo y las negociaciones que se hacen previo al evento mismo.
El FST permitió compartir propuestas de acciones de incidencia sobre esas negociaciones oficiales y dejó abierta la convocatoria a movilizaciones globales a partir del 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente. La presencia en Río implica actividades autogestionadas por quienes lleguen a esta ciudad brasileña. A su vez habrá un programa como parte de la Asamblea permanente de los pueblos que pretende visibilizar un posicionamiento político fuerte en relación con la Cumbre oficial. Este espacio será una oportunidad de organizarnos y compartir con los movimientos sociales brasileños, mientras se realiza una movilización mundial en apoyo a lo que suceda en Brasil el 20 de junio, en ocasión de la inauguración de Río+20.
Es un llamado a la coordinación de luchas a lo largo y ancho del planeta para construir un proceso de articulación que desemboque en esa asamblea permanente de los pueblos donde se escuche la voz de mujeres y hombres de diferentes sectores sociales, que están resistiendo el avance de un modelo de desarrollo no sustentable, depredador de la naturaleza, excluyente y que pretende someter cada ámbito de la vida a las reglas del mercado.
¿Qué cuestionamientos hicieron los movimientos sociales al proceso de Río+20?
Evidentemente había mucha gente concentrando su crítica en la economía verde, que pretende legitimar de una manera más agresiva, el avance de las trasnacionales sobre la naturaleza, la biodiversidad, la tierra y el territorio, que son sustento de vida y de los pueblos. Los patrones y ritmos de acumulación capitalista de las grandes trasnacionales están agotados, por lo que hay un desplazamiento hacia la mercantilización de la naturaleza, o dicho de otro modo, a que las funciones de la naturaleza se conviertan en objeto de los mercados financieros especulativos, a través de los mercados de carbono en bosques, los servicios ambientales, el uso de tecnologías como la biología sintética, la nanotecnología y los transgénicos.
Ese discurso está siendo cuestionado por los pueblos del mundo tanto por los indignados de siempre —los de las luchas históricas como los pueblos originarios y campesinos, por solo citar un par de ejemplos—, como por los indignados de hoy en los países del norte. Durante el Foro, intelectuales participantes reflexionaron sobre estos temas y el escenario al que hemos llegado 20 años después de la Cumbre de Río.
Hay una postura de los movimientos sociales que se refleja en la Declaración final de su Asamblea, que señala el principio de la crítica al capitalismo y su crisis, que es multifactorial y se expresa en diferentes ámbitos (energético, alimentario, ambiental, financiero, etc.). La economía verde o el capitalismo verde es el nuevo rostro de ese capitalismo salvaje. Pero a la vez hay que mantener sobre el tapete temas angustiosos que son motivo de la rebeldía y las luchas sociales, como la militarización y presencia de los EE.UU. en diferentes regiones del planeta o el avance de trasnacionales en la minería, la privatización del agua, entre otros.
¿Quiénes llegaron a este FST?
Al Foro llegaron disímiles actores, algunos, desde mucho antes vienen trabajando de conjunto para Río+ 20. Es cierto que en algunas regiones del mundo estos temas no están instalados en la agenda de los movimientos sociales, ni siquiera de los nuevos indignados, que si bien tienen un posicionamiento y reacción ante la crisis capitalista, parten de demandas específicas, sentidas por la ciudadanía de esos lugares.
En América Latina —por la movilidad social y las articulaciones que han dejado las campañas contra el ALCA, la militarización, la deuda histórica, ecológica y social, contra la presencia agresiva de las trasnacionales sobre la naturaleza que tiene expresiones en los agronegocios, los monocultivos para la producción de biocombustibles—, hay una mayor conciencia y educación popular para enfrentar estos temas. Esto nos recuerda el proceso que se llevó a nivel popular ante la campaña contra el ALCA, que le permitió a la gente comprender qué consecuencias concretas tenía esa propuesta. Así mismo hay que hacer con estos temas de cambio climático, la economía verde y otras supuestas “soluciones”. Tenemos un acumulado en aquellos países con gobiernos cuyas posiciones están más cercanas a las nuestras, como los pequeños estados insulares y los que integran el proyecto integracionista del ALBA.
Estamos hablando de avanzar hacia Río y más allá. El esfuerzo que hagamos de lucha hacia junio próximo no debe consumir todas nuestras energías, porque este es un proceso de largo alcance, dado que intenta legitimarse un nuevo consenso capitalista de las trasnacionales y sus gobiernos cómplices como sucedió con el Consenso de Washington.
¿Cómo entra Cuba en este proceso?
Hay un conjunto de organizaciones sociales e instituciones gubernamentales cubanas que participan en la elaboración e implementación de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental. A ella deberían sumarse estos contenidos sustantivos de manera progresiva.
Por otra parte, para los movimientos sociales el gobierno cubano es considerado un aliado por sus posiciones ante estos temas. Ahora tenemos, además, la ventaja de que el aldabonazo en Río ´92 lo dio Fidel con uno de sus más breves discursos. Me atrevería a animar a Fidel para que siga poniendo su voz profética y de denuncia al servicio de esta causa, que tiene que ser asumida por todas y todos porque lo que está en peligro es la sobrevivencia de esta nave planetaria y de la vida misma.
Ante las transformaciones que están teniendo lugar en el país como parte de la actualización del modelo económico hay que estar vigilante para prevenir y mitigar los impactos ambientales de cada inversión o aplicar el principio de la precaución donde los impactos y sus consecuencias sobre los seres humanos y la naturaleza no se puedan determinar. Tenemos que ir hacia un desarrollo sostenible como se expresa en los Lineamientos. De manera creciente, las organizaciones de la sociedad cubana y la ciudadanía en general, deben sumarse a un movimiento que vigile y logre que nuestro país mantenga el prestigio que ha alcanzado por su política ambiental.
¿Qué rol está desempeñando el Centro Martin Luther King al respecto?
Nuestro Centro tiene un papel de liderazgo y representación de algunas redes regionales de las que somos miembros y que son parte de este proceso de Río+ 20, desde donde se hace una contribución al proceso internacional. Uno de estos espacios es la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, que tendrá su momento fundacional en noviembre de este año. Durante los meses que siguen las organizaciones integrantes harán procesos de concientización popular con sus bases sociales para participar activamente en la convocatoria de nuestros pueblos hacia Río y que este sea un impulso para integrar nuestras posiciones comunes.
Además, integramos el Comité Cubano del Foro Social Mundial junto con otras organizaciones de acá para tener una participación decisiva en el proceso previo a Río+ 20, en la Cumbre de los Pueblos y en la medida de lo posible, sumarnos a iniciativas de carácter nacional relacionadas con la educación de nuestra gente sobre estos temas.
Trataremos en los espacios donde actúan las redes sociales ecuménica y de educación popular que anima el CMLK, de hacer acciones pequeñas que conecten a nuestras educadoras y educadores populares y militantes cristianos con las movilizaciones globales que tendrán lugar en junio venidero.
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