Ariel Dacal nos convoca a “compartir nuestras ideas y los testimonios de su posibilidad”. Me corresponde hacerlo con La Educación Popular en Cuba: Impactos y Desafíos, Cuaderno No. 26 de la Colección Educación Popular de Cuba de la Editorial Caminos. Este Cuaderno recoge nueve miradas colectivas sobre experiencias de trabajo comunitario desde la concepción y la metodología de la Educación Popular, compiladas por María Isabel Romero Sarduy. La coordinación editorial estuvo a cargo de José Ramón Vidal, la edición de Mayra Valdés Lara y el diseño de Olmer Buchholz Espinoza.
Todos los textos reconocen el impulso ético y metodológico que recibieron en sus vínculos con el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, especialmente a través de su Programa de Educación Popular y Acompañamiento a Experiencias Locales. Se comprende que ese acompañamiento tiene carácter finito, como resalta Geidy Díaz Crespo de CEPRODESO, se llega a hacer superfluo si ha sido un real acompañamiento inspirador para dar lugar al compromiso mutuo, el apoyo recíproco y la eterna solidaridad.
María Isabel nos advierte en su presentación de las experiencias compiladas de la Red de Educadores y Educadoras Populares en Cuba que “no existen recetas únicas para implementar esta propuesta, en la que si bien es común la aprehensión de una filosofía de la vida que apuesta a la participación popular, esta se aplica atendiendo a las particularidades de los contextos; y que los recursos metodológicos utilizados aunque variados, subvierten concepciones educativas bancarias, alienadoras para formar sujetos críticos, propositivos, comprometidos con su entorno y con Cuba”. Nada más cierto cuando nos adentramos en cada una de las experiencias relatadas.
Confesiones de una comunidad marinera, muestra con gran coherencia y espíritu autocrítico más de 12 años de “dura y difícil labor comunitaria” en Cayo Granma, un asentamiento costero al interior de la bahía de Santiago de Cuba, que podemos visualizar desde el Castillo de San Pedro de la Roca, el Morro y que ostenta una arquitectura vernácula única en la región. Aleida Iset Márquez, Marilín Peña Pérez, Nancy Ivette Borrego y María Luisa Osorio (Chuchy), dan fe del tránsito del trabajo comunitario que comenzó a la manera tradicional y que en determinado momento asume la visión integral de la Educación Popular, transformando los sentidos de la experiencia. Pese a los logros que pueden mostrar, el recuento termina con un llamado a la Esperanza, pero sin edulcorar lo que les falta: “Las intenciones del proyecto han superado lo alcanzado y ponen en peligro su continuidad cuestiones burocráticas, falta de integración entre organismos y problemas organizativos amenazan la paralización de la rehabilitación arquitectónica, ello influirá negativamente en las esperanzas y la confianza de los ciudadanos y equipo de trabajo involucrado y afectaría la participación alcanzada”. Esperemos que no.
El camino y los pasos: la mirada de CEPRODESO al acompañamiento a experiencias, de Geidy Díaz Crespo pasa balance a la labor de acompañamiento a proyectos de transformación de este colectivo, pionero de la Educación Popular Ambiental en Pinar del Río. El texto sintetiza reflexiones teóricas, éticas, políticas y metodológicas del tipo de acompañamiento por el que apuestan en CEPRODESO, esto es: “desde las realidades que identifican los acompañados, sin pretender, en modo alguno, realizar las funciones de los/as otros/as, suplantarlos/os en su trabajo ni apropiarnos del protagonismo en la toma de decisiones de asuntos que les atañen”.
Consuelo Hernández y Yanoris Bernal Carrazana nos presentan su experiencia comunitaria ambiental en la Estación Experimental Escambray, específicamente en un lugar ubicado en la premontaña del Escambray cienfueguero, la comunidad Jobero. Aquí se despliega un proyecto educativo y de transformación con sentido medioambiental en el que se implican productores, productoras y especialistas de la comunidad.
Otra experiencia presentada es la de la aplicación del diagnóstico participativo en la comunidad de Manicaragua Brisas de Arimao, sede del grupo teatral Cubiche. Con la llegada de la FEPAD (Formación en Educación Popular Acompañada a Distancia) a Manicaragua en 2007 se desataron los nuevos sentidos de la transformación, esta vez partiendo de una cuidadosa planificación y ejecución del diagnóstico participativo de la comunidad Brisas de Arimao. Los resultados de ese proceso nos lo narran Esther Avalos Mesa y Saimy Alba Rodríguez.
Le siguen dos reflexiones de uno de los centros que más se ha destacado en iniciativas de trabajo comunitario desde la Educación Popular con visión agroecológica: la Universidad Agraria de La Habana. El primer texto destaca los perfiles y el proceso formativo de la Cátedra de Extensión Agraria de la UNAH y el impacto multivariado de la FEPAD, escrito por Mercedes Sablón, Julia M. Fernández, Zulema Salguero y Yanet Vallejo. El otro se centra en una mirada del impacto de la educación popular en el contexto universitario, a cargo de Julia María Fernández, quien afirma: “Conocer de la educación popular, deslindar que más que técnicas o metodologías es una opción que apuesta a la transformación de los seres humanos con profundo trasfondo político, imponía un desaprendizaje de los modos tradicionales de asumir la labor docente”.
Desde una cuerda similar podemos leer la experiencia del Diplomado de Desarrollo Local Comunitario de FLACSO-Programa Cuba, presentado por María Rosa Muñoz Campos. La autora al asumir la filosofía emancipatoria inherente a la Educación Popular no pude menos que desafiar política y epistemológicamente la noción de desarrollo heredada de la modernidad y reproducida por el productivismo del socialismo real. “Asumimos que no podemos hablar de desarrollo –nos dice—, ni mucho menos de desarrollo local comunitario si no pensamos ese desarrollo desde una nueva episteme que destaca la concepción de comunidad, de participación y del saber popular como parte de una praxis emancipatoria que forma pensamiento crítico y que lleva a la desnaturalización de las formas de aprender, de ser y hacer; a la redefinición de las relaciones entre los especialistas y las comunidades, constituyéndose estas en sujetos de sus propios procesos de cambio, que enfatiza en el carácter histórico y relativo del conocimiento, y destaca la inexistencia de un modelo único, de una línea única de desarrollo”.
Cuatro vivencias y un contexto para la transformación: Convenio de Soberanía Alimentaria y Desarrollo Local, nos permite confrontar cuatro miradas desde Granma y Mayabeque. Eva Fernández, educadora popular por ACSUR Las Segovias, Yordenis Monge, comunicadora de la UNEAC y coordinadora del Grupo Demanos en Granma, Rosmery Padrón de la Rosa, educadora popular por la Unidad de Gestión del Convenio en Mayabeque y Alcides García Carrazana, profesor universitario, presidente de la Asociación Cubana de Comunicadores en Granma, son quienes reconstruyen y problematizan los referentes conceptuales manejados en la experiencia sobre participación, educación popular, agroecología, desarrollo local, sostenibilidad, soberanía alimentaria, compromiso y responsabilidad personal y social, entre otros.
Termina el Cuaderno con el texto Sin frenos la educación popular en Guantánamo, de Yoelbys Trimiño Martínez, entusiasta reflexión del impacto de la Educación Popular en el Grupo de Desarrollo Integral de la Ciudad y las experiencias desplegadas desde esa concepción en los barrios guantanameros de La Caoba, Ho Chi Minh, Palmira y Río Guaso, en los que “se propicia la transformación integral, física, espacial y sociocultural con la participación institucional y ciudadana, mejorando la imagen urbana y la calidad de vida” Todo ello con el propósito de “desarrollar capacidades de diálogo, reflexión y procesos de autogestión en el mejoramiento medioambiental desde la educación popular”.
No cabe dudas que estas experiencias y otras muchas imposibles de recoger en un Cuaderno muestran las posibilidades de potenciar el desarrollo local-comunitario, el despliegue de los intercambios y la
economía popular y solidaria en los territorios, la que incluye sectores
cooperativistas, asociativos y comunitarios. Experiencias e iniciativas populares en las bases que caminan, aunque tengamos que retroceder, hacia el horizonte, desde donde —como apunta Geidy Díaz al finalizar su texto—coqueta, se deja ver la utopía.
por: Gilberto Valdés Gutiérrez
Grupo GALFISA, Instituto de Filosofía