Se realiza este FSM en el momento en que varios pueblos se movilizan por la libertad y la democracia, como sucede en el mundo árabe. En Occidente la crisis del capitalismo suscita el movimiento Ocupen Wall Street. Las dos manifestaciones tienen en común claridad en cuanto a lo que no se quiere, aunque sin presentar propuestas alternativas viables.
El pasado 15 de octubre hubo movilizaciones en ¡mil ciudades de 82 países! En el mundo andino los pueblos indígenas cuestionan el modelo capitalista de desarrollo y rescatan los valores del buen vivir (sumak kamsay).
Como resultado de la incompetencia de un sistema que prioriza la acumulación privada de la riqueza en detrimento de los derechos humanos, sociales y ambientales, el capitalismo conoce ahora una nueva crisis. Ante ella, la reacción de los dueños del poder es la misma música de una sola nota: austeridad, recortes, aumento de impuestos y desempleo, flexibilización de las leyes laborales, congelamiento de salarios.
Se salvan los bancos y perece la población. Más miseria a la vista; jóvenes sin perspectiva de futuro, condenados a la droga y al crimen. Flujos migratorios desordenados.
Por el lado de la esperanza, y después de tres décadas de globocolonización neoliberal, las manifestaciones señalan valores positivos como la empatía ante el sufrimiento ajeno, la solidaridad, la defensa de la igualdad, la búsqueda de justicia, el reconocimiento de la diversidad y la preservación ambiental. Sin ese universo ético no hay esperanza de que se construya otro mundo posible.
Es necesario reinventar la convivencia humana. Y, por parte de los dueños del poder, no hay ninguna propuesta fuera de la preocupación por no reprimir la ruleta del casino global. La crisis ambiental es ignorada por la ONU, por los gobiernos de los EE.UU. y de la Unión Europea, y nada garantiza que la Rio+20 conseguirá reunir, como en la Eco-92, a jefes de Estado de los países del G8.
Se mercantiliza la vida, se destruyen los ecosistemas, se reduce velozmente la biodiversidad. En todo el planeta se acentúan las iniciativas extractivistas, sin ninguna preocupación por su impacto social y ambiental. Ahora la lucha social es oxigenada por la búsqueda de democracia y soberanía en los países árabes y las grandes manifestaciones, en Europa y en los EE.UU., contra la lógica necrófila del neoliberalismo.
Si otro mundo es posible, lo será a partir de la convergencia de todas esas movilizaciones, de la sincronía entre todos los que luchan por la preservación ambiental, del diálogo entre las fuerzas sociales y políticas convencidas de que dentro del capitalismo no hay salvación para el futuro de la humanidad.
El FSM de Porto Alegre 2012 deberá ser el punto de encuentro de sujetos políticos capaces de encontrar una salida a la crisis y las bases de la construcción de un nuevo modelo civilizatorio, en el que predomine la globalización de la solidaridad. Y de ella podrán salir propuestas temáticas para abastecer a aquellos que, en junio, se encontrarán en la Cúpula de los Pueblos (Rio+20).
La dinámica del FSM 2012 estará a la base de grupos temáticos capaces de acoger experiencias y contribuciones de los participantes en torno a cuatro ejes transversales: 1. Fundamentos éticos y filosóficos. 2. Derechos humanos, pueblos, territorios y defensa de la Madre Tierra. 3. Producción, distribución y consumo: acceso a la riqueza, bienes comunes y economía de transición. 4. Sujetos políticos, arquitectura de poder y democracia.
por: Frei Betto, escritor, autor de “El amor fecunda el Universo. Ecología y espiritualidad”, junto con Marcelo Barros, entre otros libros. http://www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.
Traducción de J.L.Burguet