La Cuaresma es un “tiempo favorable”, un tiempo de gracia. Estamos convocados y convocadas para subir con Cristo a Jerusalén, el lugar donde él sufrirá y morirá antes de resucitar con gloria. Esto quiere decir que estamos invitados e invitadas para renunciar al mal dentro de nosotros y a nuestro alrededor, de modo que podamos resucitar, como individuos y como comunidad, a una vida más profunda, hacernos más disponibles para Dios y para nuestro prójimo, y ser capaces de prestar servicio con amor. El camino para ello es el arrepentimiento, la conversión, esto significa preocuparnos y cuidar de nuestros hermanos dándole una respuesta de amor y compromiso, renunciando a nuestros egoísmos. Se trata de un llamado de volver a las esencias.
Esta ceniza de hoy nos recuerda nuestra fragilidad de vida y la trasformación que necesitamos realizar. Recibiremos esta ceniza con humildad, mientras se nos marca con la señal de la cruz, pues nuestros corazones desean sinceramente seguir a Jesús por el camino del amor.
Que con esta ceniza todo nazca del corazón y todo sea por amor y para amar. Que no sea por orgullo, por sentirnos mejores que otros, por aparentar, o por mero cumplimiento de leyes y normas. Nuestro yo egoísta estaría volviendo a la carga sin dejar sitio a Dios y sin dejarle convertirnos de verdad.
- Oración de Bendición:
Señor, bendice esta ceniza como signo de conversión y de penitencia, como prueba de que queremos descubrir a tu Hijo hoy en el silencio de nuestra oración y en la persona de nuestro prójimo, a quien nos acercamos en su necesidad. Que la señal de la cruz dada en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo nos anime y nos sane interiormente, de forma que te sirvamos sinceramente a ti y a nuestro prójimo, por la fuerza de Jesucristo nuestro Señor. Amén.