Desde que nos visitaron del Programa de Educación popular del
Centro Memorial Martin Luther King, Martha, Cary y Julita, se quedó
sembrada la semilla del saber en espera de un próximo taller, que sin
dudas, cubriría nuestras expectativas acerca del trabajo comunitario.
Aquella mañana estaba cubierta de incógnitas: ¿Cómo serían
esta vez los coordinadores, qué aprenderíamos, cuántas personas
asistiríamos, nos volveríamos a ver? Pasado cierto tiempo cada
una de estas preguntas tuvieron sus respuestas. En esta ocasión,
no eran los mismos coordinadores pero su imagen demostraba la
transparencia del proceso que daría inicio esa mañana. Sus nombres
Ania, Ariel y Mabel.
Integrantes de diferentes sectores: educación, salud, cultura, poder
popular, presidentes de consejos populares, y otros que aunque no
pertenecen a estos organismos, se dedican al trabajo sociocultural
en las comunidades, participamos del encuentro.
Cada momento del taller fue rico en ideas, criterios y debates.
Se formaron las comisiones: comunicación, logística y animación–
mística, para lograr un trabajo colectivo y se establecieron las normas
para mantener la disciplina, a lo que le siguieron los momentos donde
aprenderíamos asuntos relacionados con el trabajo comunitario.
Partimos, entonces, de nuestras concepciones, ideas y creatividad.
Así aparecieron los dibujos de las comunidades, murales gráficos,
dramatizaciones de experiencias donde nos convertíamos en actores
de pequeñas telenovelas, lecturas comentadas acerca de los términos:
comunidad, diagnóstico participativo, participación, planificación,
diseño… Al culminar nos percatamos, que en el taller se llevaron a
cabo los pasos de la planificación participativa en el grupo, por lo
que fue más fácil comprenderlos desde esta perspectiva.
Hubo momentos donde hicieron presencia los artistas que
conformaban la comisión de animación, en este caso se destaca la
solista Maité Bauzá Peña, la rueda de baile dirigida por el coreógrafo
Ariel, y los programas televisivos: Comunidad Punto y coma, 23 y
M comunitario, La comunidad en mi barrio, Radio Reloj comunitario,
Revista Amanece conmigo y El Noticiero popular, que nos pusieron
al día con las noticias de lo más relevante ocurrido durante los cinco
días del taller.
No se puede dejar de mencionar la figura del decimista Guillermo
Castillo quien nos regaló algunas de sus creaciones, la poetisa
Magalis quien no se quedó atrás y también reveló su don de escribir
en versos, y la necesidad de algunos comunitarios por regresar el
nombre identitario a su comunidad «Paso Palmar».
Y los caminos se abrieron para comenzar una nueva etapa de
trabajo comunitario participativo en la que: no se impongan soluciones
a las problemáticas desde la óptica de los gestores de proyectos, la
comunidad tenga el papel protagónico de lo que acontece y no el
secundario, haya unidad de criterios, sentido de pertenencia, respeto
y aceptación por la variedad de identidades, no existan diferencias
entre género y raza, haya creatividad a la hora de planificar acciones
educativas para lograr convertir a los sujetos en participantes activos
y no pasivos de sus propios espacios.
Y el taller se convirtió entonces, en guía para revisarnos y rebasar
barreras individuales que nos impiden trabajar en colectividad,
generar nuevos proyectos en las comunidades.
Ahora vemos más claramente lo que queremos y debemos hacer
para trabajar en democracia, revertir lo aprendido, concebir nuevos
métodos y mecanismos de trabajo, considerarnos una nueva familia,
un club de principiantes seguros de lo que quieren, unidos por lazos
de intervención-acción-participación desde la Educación Popular.
*_La autora es Integrante del Proyecto de Desarrollo Local en Jesús Menéndez, Las Tunas._
