No hablamos de una vida desprovista de sentidos y atributos, que se limite al ciclo natural: nacer, crecer, reproducirse, morir. Se trata de transitar ese camino vital aprovechando el privilegio y la responsabilidad de ser testigos y protagonistas de nuestra época. Entonces nos toca optar.
Hay muchos modos de vivir, pero solo algunos se han instalado en la conciencia colectiva como si fueran en sí “la vida misma”. Tras esos modelos de éxito la carrera es vertiginosa. Cuántos esfuerzos se pierden en esa competencia por alcanzar un lugar, un status, un bienestar maquetado para un grupo selecto, que termina influyendo en los imaginarios de miles de seres humanos.
Esas representaciones del “desarrollo” se orientan por lo general al hemisferio norte, a las naciones del llamado Primer Mundo, que sustentan su liderazgo global a costa de todo, incluso, de la Vida. ¿Dónde nos ubicamos ante esa lógica sacrificial capitalista? ¿Podemos permanecer indiferentes como si no fuera asunto nuestro?
Miremos adentro, en casa, en nuestro contexto cubano, ¿qué estamos entendiendo por “vivir bien” o “buen vivir”? El debate llega en un momento singular, junto al desafío de actualizar el modelo económico del país. Ya se ha dicho que lo económico por sí solo no resolverá el cúmulo de problemáticas de la sociedad cubana. Las claves económicas se tejerán con otras de carácter político, social, cultural, espiritual, que hacen y recrean ese complejo sistema de valores y de apuestas en el que queremos compartir la Vida.
No es un tema que se resuelva a punta de lápiz, ni por decreto oficial. Habrá que recuperar y resignificar ese horizonte común, desde el intercambio de ideas, de preguntas, de concepciones, de alternativas que se parezcan a la Cuba de estos tiempos. En esa construcción hay que contar con la gente que ha entendido su propia vida, ligada a la de otras personas, porque quieren abrazar sus sueños individuales con otros colectivos, que le dan más riqueza e impulso a las utopías e invitan al camino.
A propósito de invitaciones, te proponemos a ti, al grupo o comunidad de la que eres parte, seguir esta reflexión con el auxilio de algunas frases del refranero popular.
Cuando el río suena
El Sumak Kawsay forma parte de la cosmovisión indígena, alimentada por una fuerte tradición oral y la vivencia de los pueblos originarios del continente latinoamericano. Su manera de relacionarse con la naturaleza, no como sus depredadores, sino como fruto de ella, es una propuesta armónica con el derecho a la Vida de todas las formas vivientes que cohabitamos en el planeta.
No es posible “vivir bien” en un medio dañado, hostil, desigual, injusto. Esa cultura indígena se reivindica en sus luchas populares, en sus esfuerzos cotidianos por preservar la herencia histórica, a pesar de la colonización y de los efectos de la globalización capitalista. Callada y tercamente las piedras que han sedimentado, quieren contarnos de esas otras maneras de construir Vida. Pongamos oído, movamos los referentes porque nuestro norte definitivamente está al Sur.
La paja en el ojo propio
La gente vive como si el mundo fuera ilimitado. El consumismo se salió del mercado, se instaló en las casas, en los espacios de socialización, en la tele, en Internet y peor aún, en las mentes. Quien consume desecha, incluso, su responsabilidad individual y colectiva cuando lanza en cualquier sitio la basura que genera o deja en manos de nadie lo que bien sabe hacer.
Empecemos revisando el ojo propio, y antes de creer que estos temas son asuntos de otras personas, preguntémonos qué podemos cambiar en nuestros hábitos y prácticas cotidianas para tener Vida en abundancia como proclamara Jesús Cristo (Juan 10:10).
Cuando comas la fruta, acuérdate de quién la sembró
La humanidad es una gran familia. Al igual que en casa guardamos recuerdos y fotos de seres queridos, en la Tierra, dejamos una huella que marca nuestro paso. Otros, otras antes garantizaron para nosotros los frutos de hoy. Sería egoísta no hacer lo mismo para quienes habitarán esta casa inmensa en breve. En definitiva como dice un proverbio indio “la tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”.
Rico no es el que tiene mucho sino el que disfruta lo que tiene
La felicidad de la que todos podríamos decir algo, a la que la poesía ha tratado de descifrar, regresa una y otra vez a cuestionarnos las esencias mismas de la Vida. Parecería que no contar con recursos materiales, nos priva de ella, pero al mismo tiempo la muy caprichosa no necesariamente habita entre quienes más tienen. Quizás el misterio sea aprender a disfrutar a plenitud la Vida en las múltiples formas en que se nos revela.
No hay peor ciego
En Cuba hay experiencias transformadoras que desde múltiples espacios y tal vez sin saber del Sumak Kawsay, han encontrado las vías para impulsar la calidad de vida, la felicidad comunitaria, en armonía con la naturaleza. Los valores socialistas han convertido en sentido común, la suerte compartida de cubanas y cubanos y el espíritu solidario más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, de ello hay que dar testimonio y contar más con esas prácticas que hablan de otro modo de sembrar Vida.
El problema
El problema no es
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
El problema no es jugar a darse
El problema no es de ocasión
El problema señor
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa
El problema no es
de los niños que ostentan papás
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor
El problema señor
sigue siendo sembrar amor
El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma
El problema vital es el alma
El problema es de resurrección
El problema señor
será siempre
sembrar amor.
Silvio Rodríguez (disco Rodríguez, 1994)
texto elaborado por el Comité Cubano de la Agenda Latinoamericana Mundial, a partir de las reflexiones colectivas durante el diseño de la Campaña de promoción de esta publicación en Cuba.