Históricamente, el espacio de su existencia fue proporcionada por el movimiento de mujeres del país, que fue en gran parte responsable de hacer de Cuba, en 2008, el primer país de las Américas que tiene la operación de cambio de sexo incluido en el paquete de la atención universal de salud que disfrutan los y las ciudadanos de la isla.
Este mes de enero, el politólogo Antonio Carmona Báez de la Universidad de Amsterdam entrevistó a Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) con sede en La Habana, y una baluarte del movimiento LGBTT naciente en Cuba. Hija del actual presidente del país, Raúl Castro, y de la feminista revolucionaria Vilma Espín Guillois, Mariela es una profesional e intelectual en su propio derecho, trabajando por la defensa de los derechos de la libre determinación sexual. Aquí, ella comparte algunas reflexiones sobre la estrategia general de educación sexual para combatir la homofobia, y sobre la construcción de un movimiento LGBTT socialista.
- ¿En que momento histórico se puede ubicar en Cuba un interés sobre la identidad de género y la diversidad sexual?*
Yo creo que la atención a la identidad de género y la diversidad sexual comenzó de manera institucionalizada en 1979. Con relación a la diversidad sexual hubo siempre muchas contradicciones en el período revolucionario y en toda la historia de Cuba, pero identifico que su atención institucional comienza en 1979, cuando en lo que era entonces el Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual (GNTES), que después se convierte en el CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), y por iniciativa también de la FMC (Federación de Mujeres Cubanas) que era la que dirigía ese grupo, se comienza la atención a personas trans. Luego que la primera persona solicitara se le diera tratamiento para cambiar su sexo porque no se sentía identificada con el sexo con el que había nacido. Es decir, por la incongruencia que existía entre su identidad de género y sus genitales, lo que entonces llamaban transexualidad, por lo menos en la psiquiatría.
A partir de ese momento se determinó que se creara una comisión más especializada y multisdisciplinaria dentro de una comisión que ya existía en este grupo de atención a la orientación y la terapia sexual para empezar a investigar de que se trataba esa realidad. Se visitaron algunos países europeos, se buscó información y una vez analizada la bibliografía que trataba el tema se llegó a la determinación de asumir los mismos estándares de cuidado que había establecido la Asociación Internacional de Disforia de Género Harry Benjamín, como se llamaba en aquel tiempo. Entonces se establecieron esos protocolos de atención considerando por supuesto la transexualidad, como en aquel tiempo, primero como una disforia de género y luego identificándola como un trastorno de identidad de género como así sigue actualmente clasificada en los Manuales Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Y es en este año pasado, en el 2010, que hemos establecido un consenso con la comunidad científica para promover la desmedicalización de la transexualidad porque no la consideramos un trastorno mental, y creo que tampoco tenemos los datos suficientes para considerarla un trastorno, sino una realidad humana que merece atención, sobre todo en el campo de los derechos humanos.
Pero el contacto con esta realidad, se inició a partir de una demanda explícita de atención médica por parte de las personas que deseaban la cirugía y los tratamientos hormonales, la mayoría de las cuales ya habían comenzado por si solos los tratamientos hormonales sin atención médica, es decir, empezó con el enfoque biomédico que ha caracterizado la problemática transexual, el tratamiento de la transexualidad, y no es hasta el año 2004 que empezamos a darle otro enfoque basado más en los derechos humanos, luego que un grupo de personas transexuales y transvestis vinieran a solicitar ayuda porque habían sido hostigadas por la policía y por los propios ciudadanos de la Habana. Fue entonces cuando yo les propuse que participaran, juntos con el CENESEX, en la evaluación de una estrategia de atención integral a la realidad que estaban viviendo, que no solamente contemplara la demanda específico de salud que ellas querían sino también aspectos relacionados con el ejercicio de sus derechos para lo cual debíamos ponernos de acuerdo con varias instituciones del Estado y las organizaciones de la sociedad civil y así fue como construimos esta estrategia de atención integral a personas transexuales que ha ido evolucionando en el tiempo e incluso nos ha permitido ir modificando los términos por los que vamos identificando a las personas y a los procesos que se han ido realizando, tanto que no decimos ya que diagnosticamos a la transexualidad, ni que hacemos un estudio para diagnosticarla como decíamos antes, ahora decimos acompañamos a la persona para ayudarla a identificar qué le pasa, es decir, a identificar si es una persona transexual o si es una persona homosexual que vive elementos de transvestimos, o sea una persona que vive la experiencia del transvestismo con una orientación heterosexual o bisexual, es decir ayudarle a descifrar a ella y a nosotros también lo que le pasa.
No todo lo que les pasa tiene nombre porque es muy diverso. Hay muchos matices, pero por lo menos les ayudamos a integrarse en la sociedad; a no sentirse enfermas; a no sentirse depreciadas; a no sentirse inferiorizadas; y a encontrar en esta institución un apoyo y también un espacio de construcción del conocimiento; porque ¿quién mejor que las personas que viven esta experiencia para aportar conocimiento a su socialización en toda la población?. Nosotros a partir de ese momento les propusimos primero formarlas como promotoras y promotores de salud sexual con énfasis en la prevención del VIH, porque era una manera de integrarlas y vincularlas con nuestro trabajo. Además de visibilizarlas en una tarea social y humana. También para ayudarlas a ser generosas con los que no habían recibido esa experiencia de la sociedad. Les estábamos dando una oportunidad para aprender a ser generosas ayudando a promover salud sexual.
Posteriormente empezamos a formarlas como activistas de derechos sexuales con énfasis en los derechos civiles desde la metodología de la educación popular de Paolo Freire, que es una metodología participativa que también aporta valores humanos muy importantes en las relaciones que ellas construyen con las demás personas. Las hemos también estimulado a elevar su nivel cultural y su nivel de instrucción para que encuentren mejores plazas de empleo y hemos negociado con instituciones del Estado para que se les faciliten oportunidades de estudio y de trabajo sin que los prejuicios medien en estas decisiones. Hemos creado un grupo de activistas que ya se reúnen dos veces a la semana aquí [en CENESEX]. En otras ciudades se han creado también otros grupos. Hemos creado además un grupo de familias dirigido a mejorar las relaciones familiares, para quitar la culpabilidad, el estigma; y, realmente esto les ha ayudado mucho a todas ellas y a todos ellos.
¿Cuáles son las principales dificultades que enfrentan en las prácticas para lograr la aceptación de identidad de género y la diversidad sexual?
Los grandes obstáculos tienen que ver con los prejuicios y la ignorancia profunda que existe con relación a las sexualidades, a los géneros. Por eso nosotros hemos apoyado en la creación de una estrategia educativa para promocionar el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género como principio de justicia social e equidad, esta estrategia dura todo el año. Nos apoyamos también en actividades educativas de cine-clubs, de debates, en espectáculos teatrales para el debate, en conferencias, charlas, programas participativos, y sobre todo en campañas de bien público que tienen su momento más significativos, más sensualizados en los medios en la semana entorno al 17 de mayo a raíz del Día Internacional Contra la Homofobia. Durante toda una semana se generan debates en diferentes lugares e instituciones, escuelas y universidades, en varias ciudades del país donde ya se han creado las condiciones y la disposición para hacerlo. Hemos logrado crear una red de activistas que participan en estas actividades. Hacemos espectáculos que incluyen, con un valor artístico bien preparado, el transformismo. Nosotros no tenemos una marcha de orgullo gay. Nosotros hacemos una conga, una modalidad de baile cubano muy satisfactorio, que proporciona mucho placer desde un punto de vista rítmico, sonoro, en esa conga hacemos una visualización ante la población de la necesidad de trabajar los prejuicios. No visualizamos el orgullo gay porque también tenemos el orgullo heterosexual, el orgullo de las mujeres lesbianas, el orgullo de las personas trans, no queremos visualizar solo lo gay. Centramos nuestra mirada en la homofobia que es lo que consideramos que debe cambiar, debe desarticularse la homofobia para articular el respeto a la dignidad plena de las personas. Además la homofobia esta muy vinculada a otras formas de discriminación que también viven las personas LGBT como la discriminación racial, la discriminación por zonas geográficas, por vivir en zonas rurales y no zonas urbanas, por ser inmigrante y no ser nativo, por ser una persona no blanca, por ser mujer, por la edad, la discriminación etaria. Entonces hay muchas formas de discriminación y nosotros relacionamos la homofobia como otra forma de discriminación que no ha sido suficientemente visualizada y que aun no está contemplada en la legislación internacional y en muchas de las legislaciones nacionales, y en las que la visualiza no es suficientemente protegida por las leyes.
Alrededor del mundo las luchas por las personas LGBT han surgido de los movimientos sociales contestarios. Según su punto de vista, ¿cómo se da esta lucha en Cuba?
El escenario principal de la lucha en Cuba fue la revolución de 1959. La revolución fue el inicio de un proceso emancipador en todos los sentidos que puso en tela de juicio, en tela de discrepancia y cuestionamiento, las relaciones entre los seres humanos basadas en la explotación que, históricamente, habían sido aprendidas. En este proceso de transición los socialistas se fueron articulando nuevas relaciones humanas. Nuevas relaciones sociales se fueron desmoronando como mitos, prejuicios, sobre todo en los temas de clase, los temas de raza y en los temas de género. Sin embargo, los temas relacionados con la orientación sexual e identidad de género que no respondían a criterios heteronormativos y patriarcales encontraron más resistencia al cambio. No se comprendió tempranamente que también eran formas de injusticia y de discriminación. Entonces la FMC, la organización de mujeres que ha abogado por los derechos plenos de la mujer y ha trabajado los derechos de la mujer, introdujo el enfoque de género que permitió visualizar la necesidad de trabajar también las masculinidades hegemónicas que crearon tantas dificultades a los hombres de cualquier orientación sexual. Así se abría el camino para también encontrar los argumentos que permitieran introducir en el debate científico, académico y político la problemática de las personas con orientación sexual no heterosexual y las otras problemáticas relacionadas a estos temas. Y ese fue el valor principal, el escenario de justicia e igualdad social fue la revolución. El trabajo de la FMC como sociedad civil organizada fue un factor determinante para abrir el camino de introducir desde un programa de educación sexual institucionalizado, la realidad de las personas homosexuales o las personas trans, desde los prejuicios y el ámbito de los derechos.
¿Se puede decir que hay un movimiento LGBT, organizado o no en Cuba?
Dentro del movimiento de mujeres, es que se llegó a empezar a trabajar la problemática LGBT. Y en estos momentos, desde un espacio estatal, que es el CENSEX, que coordina un programa nacional de educación sexual donde se integran instituciones del Estado y organizaciones de la sociedad civil se está gestando un movimiento por los derechos LGBT. Esa es la peculiaridad que tiene la experiencia cubana.
¿Que le ha motivado a Ud. a convertirse en una luchadora por las personas LGBTT?
Desde niña yo recibí estos valores de mi familia, por mi padre y por mi madre. Especialmente por mi mamá que desde la FMC ha liderado estos procesos de educación sexual. Pero ella que luchó mucho por los derechos de las personas LGBT, si tuvo que enfrentar resistencias más complejas y más rígidas que las que he tenido que enfrentar yo y esta generación. Además, la trayectoria profesional me ha permitido encontrar también argumentos y oportunidades para presentar esa problemática en la sociedad cubana desde las instituciones donde trabajé. Así que lo que me motivó fue justamente la conciencia de justicia social que me transmitió mi familia y que también me transmitió la sociedad cubana, sobre todo en las escuelas, en la universidad, en toda su complejidad. La sociedad cubana nos ha enseñado valores instituidos por la revolución, nos ha enseñado a luchar por la justicia social. Ahora, esta experiencia profesional me permitió darme cuenta de que ésta era un área que no había sido abordada suficientemente por nuestras luchas por la justicia social y esto fue complementado por el conocimiento de la historia y la filosofía marxista que me dio herramientas para abordar desde la experiencia de la construcción socialista en Cuba esta realidad que debemos introducir en nuestra practica social.
por: Antonio Carmona Báez, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Amsterdam, Países Bajos y es autor de State Resistance to Globalisation in Cuba (Pluto, 2004)