En aquella ocasión, a punta de pistola y bayoneta, sin mediar orden o causa judicial alguna, reconocidos patriotas y revolucionarios fueron arrestados, arrebatados de sus hogares, en medio del llanto y del dolor de sus seres queridos. La gran mayoría de ellos nunca volvieron.
Hoy, víspera de las grandes movilizaciones, de la convocatoria a la huelga nacional y en medio de la brutal represión contra el pueblo bocatoreño con su desgarrador saldo de muertos, heridos, desaparecidos y detenidos, las hordas asesinas de Ricardo Martinelli han arremetido contra la dirigencia sindical honesta y combativa, allanando sus hogares, produciendo arrestos y obligando a la clandestinidad a algunos de ellos como es el caso de los compañeros del SUNTRACS y FRENADESO, Genaro López y Saúl Méndez. La verdadera intención de Martinelli contra estos luchadores sociales es recluirlos en los centros penitenciarios de La Joya y La Joyita para que allí sean asesinados por delincuentes comunes al servicio de los organismos de seguridad de Estado, responsabilizar al bajo mundo de estos crìmenes e incluirlos en la lista de los tantos que acontecen en nuestro país, para así enmascarar la responsabilidad del Gobierno, tal como aconteció con el asesinato del abogado Javier Justiniani.
No sería de extrañar actuaciones de este tipo en un Gobierno donde algunos funcionarios, incluido el propio Presidente, han sido vinculados con la mafia internacional del narcotráfico y del tráfico de armas.
A los arrestados, Jaime Caballero, Ronaldo Ortiz y Alexis Garibaldi no se les permitió conocer las causas de su detención ni los cargos que se les imputa; no se les ha permitido ser asistidos por sus abogados, se han violado el debido proceso y las garantías fundamentales.
En su cacería sin precedentes, arrestaron a casi 300 personas tras concluir el Encuentro Nacional de Dirigentes del pasado sábado 10 de julio. Al Hotel Soloy, lugar donde se celebró el evento, la Policía entró a revisar oficinas y habitaciones sin contar con orden de allanamiento alguna.
Ante turistas aterrorizados pretendieron llevarse presos a dirigentes populares y hasta a ciudadanos que ni siquiera habían participado del Encuentro.
Tuvo que contarse con la presencia de representantes de la Igesia Católica , organismos de derechos humanos y abogados para impedir las injustas detenciones y lograr la liberación de los 300 presos.
Fue un 10 de julio, como el 10 de julio de 1987, el tristemente célebre Viernes Negro de Noriega.
Sin embargo, en horas de la noche y el domingo continuaron los allanamientos y los arrestos selectivos de dirigentes del SUNTRACS y FRENADESO.
La Policía considera que si Martinelli mediante la Ley 30 les dio impunidad y licencia para matar a ciudadanos, entonces porqué no realizar allanamientos y arrestos sin mediar orden judicial alguna.
Pero se supone que las garantías fundamentales están vigentes y afortunadamente hay ciudadanos, panameños decentes y honestos, panameños humildes pero dignos: obreros, campesinos, indígenas, estudiantes, educadores, jóvenes, artistas, mujeres, ambientalistas, defensores de los derechos humanos, pobladores, desempleados y profesionales, que lucharemos por hacerlas valer, como haremos valer nuestro derecho a desarrollar todas las acciones que estén a nuestro alcance para derogar leyes tan salvajes, inconsultas y atroces como son la Ley 30 (Ley Chorizo) y la Ley Carcelazo.
Martinelli no ha aprendido de las lecciones de la historia. El sigue creyendo que es el dueño de esta franja de territorio y que los panameños somos sus mansas ovejas.
Es hora que despierte de ese sueño, de esas alucinaciones y comience a mirarse en el espejo de Noriega.
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