Su gobierno acaba de aprobar la ley 30, la cual tiene como objetivo fundamental regimentar la vida de los trabajadores sindicalizados de este país.
Pero la resistencia de los trabajadores no se hizo esperar y hoy Panamá está sumido en lo que las autoridades de la Iglesia Católica a través de las palabras de su obispo caracterizan como “al borde de un estallido social sin precedentes”.
Sucede que en esta semana la empresa Bocas Fruit Company se negó a descontar la cotización de la cuota sindical en los salarios amparándose en la ley mencionada.
Frente a ello los trabajadores del Sindicato de la Industria de la Banana declararon la huelga y comenzaron importantes movilizaciones en toda la localidad de Changuinola, principal punto industrial de la provincia del Toro.
La represión no se hizo esperar, inmediatamente se declaró el “toque de queda” y ya el saldo de los enfrentamientos son un muerto y 87 heridos a raíz de la brutal represión.
Ya van siete días de conflicto, con carreteras cortadas, y la huelga cada día gana más apoyo popular. Se suman ahora los estudiantes universitarios de Artes y Oficios y los trabajadores de la construcción ( Suntracs) al igual que los docentes agremiados .Estos últimos han denunciado el secuestro de dos docentes en la ciudad de Changuinola.
El asesinato del sindicalista Antonio Smith generó mayor rebeldía de los huelguistas y ya se dice que el país puede tener en los próximos días una huelga general.
La empresa Bocas Fruit Company, fiel a su historia represora, llama al gobierno a “detener los desmanes de los sindicalistas”. Por cierto que ya cuentan con sendos comunicados emitidos por la Asociación de los Industriales panameños y su Cámara de Comercio, de apoyo total a la multinacional.
El gobierno de Martinelli, de neto corte neoliberal y reaccionario, está cumpliendo de esta manera con el retorno a las llamadas “repúblicas bananeras”. Es tal su desparpajo que declaró que iría a Sudáfrica a observar la final del campeonato de fútbol, porque el país pronto estaría “bajo control”.
La realidad marca algo muy distinto; el país vive una profunda crisis social, movilizaciones masivas, cortes de rutas y la solidaridad corre como reguero de pólvora entre los trabajadores panameños. Como si fuera poco la represión desatada contra los trabajadores bananeros, ahora también comenzó la represión a los periodistas críticos al gobierno de Martinelli.
El caso de Paco Gómez Nadal, periodista de nacionalidad española que reside en el país desde 2005 y desde las columnas del diario “La Prensa” critica en forma permanente las medidas anti obreras del gobierno, es de los más conocidos. Fue retenido en el aeropuerto de Panamá por espacio de varias horas, bajo el argumento de que su residencia no estaba clara desde el punto de vista legal. Este atropello a la prensa opositora se suma a la detención hace 14 días del periodista Carlos Núñez, quien fue procesado por injurias al gobierno.
Estos hechos generaron la reacción y denuncia de la organización Reporteros sin Frontera, la cual solicita a la Corte Suprema de Justicia que tome cartas en el asunto de la persecución al periodismo.
Por Gustavo González