Inti Santana (trovador): Mis padres me transmitieron durante mi infancia y adolescencia una noción completamente indiscutible de que éramos un país socialista a la vanguardia en América Latina. Crecí esperando el “futuro luminoso” y Cuba me parecía una nación realmente envidiable, con sus promesas de desarrollo justo. Estábamos confiados y conformes con ese Estado que nos daba lo que teníamos, pero esas ideas y circunstancias hoy, en alguna medida, han cambiado.
Dazra Novak (narradora): Mis padres me legaron un sentido de la responsabilidad que se correspondía con ciertas normas y deberes ser, decir y hacer. La escuela me exigía, con argumentos comparativos, obedecer, responder y agradecer: “Lo que estás viviendo hoy es lo máximo”. El discurso político, por su parte, repetía que “todos éramos iguales” o “se van a acabar las desigualdades”. Hasta que de pronto esas aseveraciones dejaron de ser verosímiles. Es por eso que mis personajes parecen no saber adónde van y tienen más preguntas que respuestas.
Observo que los jóvenes narradores evaden la realidad, como si no quisieran mirar los problemas de frente. Quizás es una posición válida, pero yo veo también mucha autocensuran y asoman recurrentes los “no voy a escribir esto para no marcarme”. Sin embargo, también hay muchos que desean hacer cosas, salir adelante desde la Cuba que tenemos, siendo muy críticos con lo que hemos logrado y con los errores que hemos cometido. Eso para mí es algo positivo que no debemos desaprovechar.
Onaidy Gutiérrez (guionista): Mientras en la Literatura se tiende a evadir la realidad, en el cine cubano pecamos por exceso de filmes politizados o que piensan mucho a Cuba desde lo político y no concentrados en lo estético. No veo lo estético divorciado de lo político, porque desconocería a Memorias del subdesarrollo o Suite Habana, películas arriesgadas formalmente y a la vez muy políticas. Mas a lo estético hay que prestar atención pues a través de él también puede surgir la resistencia, la diferencia, la inconformidad.
Danae Dieguez: La evasión es una manera de dialogar con la realidad desde otra perspectiva. Me cuestiono si el compromiso tiene que pasar por el referente obvio de la realidad política. ¿Acaso el aparente descompromiso no es una manera de resistir y de dialogar con la realidad, válida, necesaria y muy útil para la cultura cubana?
Julio César Guanche: Usualmente la política en cualquier lugar se entiende como un problema de especialistas: los que estudian política, los que hacen política, los dirigentes de la política, los cuadros de la política, en fin, los que están en el mundo técnico de la política. Sin embargo, la política trata sobre la vida humana. Todos tenemos derecho a hacer la política y esta se concibe en función de la libertad y la felicidad de los seres humanos. Por eso la experiencia que vive la gente es imprescindible para hacer política. Y lo que la gente desea, piensa y quiere como vida no es otra cosa que la materia misma de la política.
Dazra Novak: Yo desearía no tener que decir adiós. Ese es un dolor que sufrimos constantemente: la gente se va. Miras a tu alrededor y quienes estudiaron contigo viven ahora en otro país. Para que esto no suceda creo que la juventud necesita sentirse actor en la sociedad en que vive.
Debemos hacer nuestras cositas que, aunque parezcan pequeñas, implican determinadas cuotas de poder; así es que usémoslas conscientemente. Creemos espacios de comunicación —este lo es— y pasemos de la teoría a la práctica, sin desligar una de la otra para que anden de la mano. Si te dedicas al audiovisual hazlo con sinceridad, y así en la literatura, la pintura, en la crítica social. Que individualmente propongas o no soluciones es otra cosa, pero el solo reflejar lo que sucede a tu alrededor incita a la gente a pensar y a hacerse preguntas distintas sobre qué y cómo hacer.
Inti Santana (trovador): Con tantas manifestaciones autoritarias urge cuestionarnos y discutir qué proyectos de país y socialismo queremos. Muchos de nuestros problemas debieran, por lo menos, debatirse; ignorándolos no llegaremos a ningún buen lugar. Pretender que todo parezca bien ordenadito puede costarnos tener que apagar la luz de El Morro.
Julio Cesar Guanche: Decir que los jóvenes son el futuro, sin complejizar ese asunto, puede resultar peligroso; porque los jóvenes también son el presente y de ser ellos el futuro, entonces, los viejos no tendrían nada que decir en ese futuro. Una sociedad con cierta madurez aprovecha a jóvenes, medios tiempo y a los viejos.
La comunicación no supone sumar palabras, sino comprender que existen imaginaciones y sentidos completamente distintos y que tenemos derecho a ser tratados de otra forma, pero también que otros tienen ese derecho.
Yasmín Portales (blogera): Me preocupa que en mi experiencia personal las palabras que uso y las que usan mis mayores son las mismas, pero no significan lo mismo. Negociar significados implica dar a la juventud la posibilidad de actuar en esta realidad sobre la que queremos debatir.
Inti Santana: Los diferentes sentidos de las palabras son también una contradicción que experimento, por ejemplo, con aquellas que significan quimeras para mí y para otras personas no. Uno de los retos que me planteo ahora mismo como creador es quitar ese velo de “algo sucio” que tiene la política. Bajo ese estigma podemos caer en la enajenación y vivir una “comodidad” acrítica.
Maikel Colón (investigador): Los jóvenes también debemos aprender a dialogar con lo que nos rodea, aunque nos gusten cosas particulares. El reguetón, por ejemplo, no me agrada, pero tendría que comprender porqué mueve a tantos jóvenes. El diálogo ha de reconocer la dinámica social en su conjunto para poder construirla de una mejor manera.
Hiram Hernández: No creo ni que “todo tiempo pasado fue mejor” ni en “el futuro luminoso”, porque son eslóganes y la realidad es más compleja. La emigración de jóvenes se relaciona con los obstáculos que se les presentan para participar y crear realidades desde sus nuevos imaginarios, saberes y deseos. No podremos pedirles a los cubanos y cubanas del mañana ningún valor ciudadano que no seamos capaces de ejercer ahora mismo. Cuando escucho decir que “otro mundo es posible” quiero pensar que también se refiere a que otra Cuba es posible, que no se trata de irse para otro país, sino de pensar y hacer siempre un país distinto. La democracia que deseamos apunta a debatir y dialogar para efectivamente cambiar las normas y buscar mejores maneras de estar juntos.
Onaidy Gutiérrez: Que La Habana esté derrumbándose, tengan baches las calles y no podamos vestirnos como queremos, me parecen cosas graves, pero lo que más me preocupa es que hemos perdido una parte de nuestra educación cívica.
Por otra parte, estamos enfermos de homenajes. No abogo por romper con el pasado, porque mucha gente ha hecho cosas importantes, pero miramos todo el tiempo hacia atrás y sería bueno enfocarnos también en el presente.
Julio César Guanche: Es injusto convertir a figuras como si fueran las únicas responsables de toda la historia o las portadoras de los proyectos de pasado y de futuro. Sí creo en el respeto a la vida humana y a lo que fue la vida de determinadas personas. Su independencia de opinión, autonomía y deseo de vivir en libertad es lo que realmente aprecio que debe servir para vivir otras vidas. De lo contrario sólo se trataría de un homenaje vasallístico que francamente no puedo respetar.
Dazra Novak: Borrarlo todo y empezar de nuevo no funciona. La sociedad está moviéndose y creciendo constantemente a partir de circunstancias existentes. Nuestra experiencia de vida particular determina que tengamos opiniones diversas. La búsqueda de consensos debe partir de las diferencias para que a las personas les funcione lo que vamos a construir. Y si lo vamos a hacer para todos tiene que haber un espacio para cada uno de nosotros.
“¿Cómo se hace para enviar nuestras colaboraciones?”
Fue la pregunta que una estudiante de psicología lanzó al joven panel de editores de las revistas Alma Mater, Dédalo, Upsalón y la web de la AHS. Reafirmación de la continuidad de la sección de crítica, reclamo del sujeto que quiere pensar y hacer con franqueza.