¿Es posible que Estados Unidos continúe resbalando hacia un neofascismo, o es sólo una desviación momentánea a la locura? ¿El caos, la ineptitud, los engaños, los berrinches y los ataques son parte de un gran plan maestro, un caos organizado, o de verdad son tan espantosamente ineptos e infantiles los nuevos ocupantes de la Casa Blanca y sus compinches?
Pocos se atreven a decir que saben qué onda, mientras cada día millones dentro y fuera de este país están en un limbo macabro donde unos cuantos hombres (y muy pocas mujeres, con la excepción de la “princesa” del castillo) están jugando, literalmente, con el futuro del planeta.
Vale señalar que mientras la atención se distrae con los últimos tuits, las amenazas, el desorden administrativo, las supuestas pugnas entre diversas bandas dentro de la Casa Blanca, la presunta interferencia rusa y más, este nuevo gobierno ha logrado en los primeros dos meses desmantelar cientos de regulaciones y normas ambientales y laborales sobre empresas e industrias, e incluso ha anulado restricciones y protecciones de todo tipo, desde la privacidad de usuarios de Internet hasta derechos civiles.
Ni hablar de los cambios en la aplicación de las leyes de inmigración, donde millones han sido calificados de amenaza y hasta de enemigos de este país; y nadie en ningún lugar dentro de esta comunidad inmigrante puede sentirse seguro. Aun sin redadas masivas, el nuevo régimen ya ha logrado imponer el temor como condición cotidiana entre los más vulnerables.
A pesar de extraordinarias expresiones de repudio y protesta popular –algunas sin precedente en este país– desde que Trump asumió la presidencia, y aunque el Ejecutivo ahora goza del índice de aprobación más bajo para un nuevo gobernante, aún no se sabe si todo esto se convertirá en una resistencia suficientemente numerosa como para poder frenar y/o derrotar este asalto derechista.
Eso sí, casi todos los días, en multitud de esquinas del país se escuchan los gritos de un extraordinario mosaico de oposición. Brotan nuevas alianzas de todo tipo, de mexicanos y otros latinoamericanos con árabes, de judíos y musulmanes, de jóvenes veteranos de Ocupa Wall Street con veteranos de guerra, de veteranos de luchas por los derechos gays con nuevos movimientos por los derechos civiles, de la defensa de derechos de las mujeres vinculándose con los movimientos por derechos laborales, de trabajadores de la salud con ambientalistas.
Este martes 4 de abril es el 50 aniversario del discurso –tal vez el más peligroso y radical– del reverendo Martin Luther King Jr, en el cual se atrevió a declarar que la guerra contra Vietnam era “una de las guerras más injustas” de la historia mundial, y afirmó que la lucha por los derechos civiles tenía que estar vinculada con la lucha contra las guerras y las luchas por los derechos de los trabajadores y la justicia económica. Es un discurso que casi nunca se menciona en las celebraciones oficiales de King. El eco de sus palabras sigue siendo el llamado más elocuente a la resistencia 50 años después de que se escuchó en la gran iglesia Riverside en Nueva York. Aquí algunos fragmentos:
“Llega un momento en el cual el silencio es traición… Aun cuando son presionados por las demandas de la verdad interna, los hombres no asumen fácilmente la tarea de oponerse a las políticas de su gobierno, especialmente en tiempos de guerra. Ni se mueve sin gran dificultad el espíritu humano contra toda la apatía del pensamiento conformista… Más allá, cuando los temas a la mano parecen más perplejos como tan frecuentemente lo son en el caso de conflictos atroces, estamos siempre al borde de ser hipnotizados por la incertidumbre. Pero tenemos que proceder.
“Estamos llamados a hablar por los débiles, por los sin voz, por las víctimas de nuestra nación, por aquellos que son llamados ‘enemigo’, ya que ningún documento de manos humanas puede convertir a estos humanos en nada menos que nuestros hermanos.”
Estados Unidos, señaló, “jamás podrá ser salvado mientras destruye las esperanzas más profundas del hombre por todo el mundo”. El gran campeón de la no violencia afirmó: “nunca más podría levantar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos sin hablar primero claramente contra el proveedor más grande de violencia en el mundo hoy día: mi propio gobierno.
“Estoy convencido de que si vamos a colocarnos del lado correcto de la revolución mundial, nosotros como nación tenemos que emprender una revolución radical de valores. Tenemos que empezar rápidamente el giro de una sociedad orientada sobre las cosas a una sociedad orientada hacia las personas. Cuando las máquinas y las computadoras, los motivos de las ganancias y los derechos de propiedad son considerados más importantes que la gente, el trío gigantesco del racismo, el materialismo extremo y el militarismo se vuelve invencible.
“Nuestra única esperanza hoy día reside en nuestra habilidad de recuperar el espíritu revolucionario y salir en un mundo a veces hostil declarando nuestra hostilidad eterna a la pobreza, al racismo y al militarismo.
“Ya no podemos gastar más en adorar al dios del odio o hincarnos ante el altar de la represalia. Los océanos de la historia se hacen turbulentos con las mareas cada vez más altas del odio. La historia está amontonada con las ruinas de naciones e individuos que procedieron por este sendero autoderrotador del odio.
“Tenemos que pasar más allá de la indecisión a la acción. Si no actuamos, seguramente seremos arrastrados por los largos, oscuros y vergonzantes pasillos del tiempo reservados para aquellos que tienen poder sin compasión, poderío sin moralidad, y fortaleza sin visión…
“Ahora, empecemos. Ahora redediquémonos a la larga y agria, pero bella lucha por un mundo nuevo.”
Organizaciones sociales y personas de conciencia por todo el país dicen que hoy día están respondiendo a esa invitación pendiente durante medio siglo.