En los Hechos de los Apóstoles no tenemos registradas muchas historias de mujeres; eso es común en la historiografía. Lo que tenemos son muchas fracciones de esos relatos. Hemos de criticar a Lucas en cuanto a su historiografía androcéntrica; pero, además, le debemos gratitud porque si no tuviéramos esas migajas de memoria histórica registradas, nuestro cuadro de experiencias de mujeres que nos precedieron en la fe sería aún mucho más restringido.
La tarea de reconstruir una parte de la gesta de nuestras antepasadas es ardua y urgente. Aunque es un trabajo muy difícil, resulta gratificante descubrir cómo las mujeres participaban, activamente, en todo el movimiento de propagación del evangelio, y percibir la forma en que ellas organizaban la propia vivencia cristiana en su mundo. A partir de ese re-descubrimiento podemos recibir mayores impulsos para la organización de nuestra propia vivencia de fe.