Ángel, en El Salvador me decía siempre que Fidel era de él y yo le decía que no, que era mío. Sandra desde Colombia, me llamaba esa terrible madrugada del 26, queriendo darme fuerzas y lamentando no poder venir a conocer a Cuba antes de su muerte. Lieve desde Bélgica envía sus condolencias no solo a mí y mi familia, sino a todo nuestro pueblo. Somos tantos los tristes en estos días en que quisiera no
llorar pero las lágrimas brotan sin que pueda evitarlo. No creo que está muerto.
Esta mañana cuando pasaba frente a su foto en el Ayuntamiento de Santiago, me parecía verlo en su balcón que tantas veces lo acogió desde el histórico día del Triunfo de la Revolución. En ese minuto de paso apurado rodeada de niños de una escuela especial que también le rendía homenaje, solo atiné a susurrarle mi renovado compromiso con la causa e ideales que el defendió y que hemos hecho nuestros.
Mi tristeza de estos días la convertiré en toda una vida de lucha, creo que solo así valió su ejemplo infatigable de revolucionario. Ya eres inmortal Fidel y estarás siempre con los pobres de la tierra, donde se luche y se sueñe por un mundo mejo repartido, más justo y digno. Nunca te irás porque sembraste muchas semillas que ya están germinando en tantas partes.
¡Todos somos Fidel en esta hora!