Querido Raúl:
En estos días de homenaje por la vida de Fidel y su contribución al pueblo cubano y a la humanidad, desde el Centro Memorial Martin Luther King Jr., compartimos el orgullo por ser parte de este proyecto de luz que él guió y que seguirá fertilizando con su ejemplo.
La fe y el amor son resortes fundamentales para construir comunidad y alcanzar el Reino de Dios. Fidel, martiano de corazón, tuvo infinita fe en los seres humanos, en la utilidad de la virtud y en la justicia social.
Sustentó su obra en valores esencialmente humanos, como la solidaridad, el compromiso y la honradez. Fue hidalgo de la esperanza y acompañó a los más desposeídos, como mismo hizo Jesús en su tiempo. Fue profeta en su tierra y creyente “del Dios de la Vida y la Fraternidad”, como dijera el Obispo brasileño Pedro Casaldáliga.
Las iglesias cubanas comprometidas con el proyecto social cubano de soberanía popular, damos acción de gracias por la plenitud de su existencia, por la oportunidad que tuvimos de caminar a su lado, de dar testimonio de una manera diferente de ser cristianas y cristianos en Revolución.
Fidel no solo entró por la puerta ancha a la Historia, también a esa nube de testigos que nos acompaña siempre en cada acción de transformación, que multiplica la vida, que salvaguarda la creación e ilumina el camino de las mujeres y hombres de bien en la siembra de semillas de libertad.
Un abrazo de hermano,
Rev. Raúl Suárez Ramos, junto a la familia que integran
nuestra Red de educadores y educadoras populares y
la Red ecuménica Fe por Cuba.