Asiste Raúl a ceremonia de beatificación del Padre OlalloLos miembros del Buró Político Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, y el general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa Martín, jefe del Ejército Oriental y Héroe de la República de Cuba; Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central, y el historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Splenger, también estuvieron presentes, junto a Julio César García Rodríguez, primer secretario del Partido en Camagüey, y Jesús García Collazo, presidente del Gobierno en la provincia.
La misa, presidida en la Plaza de la Libertad de Camagüey por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto Emérito de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, contó con la presencia del Nuncio Apostólico, Monseñor Luigi Bonazzi; el Cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana; el arzobispo de Camagüey, monseñor Juan García Rodríguez —estos dos últimos concelebrantes— y un número nutrido de obispos y fieles de las arquidiócesis y diócesis del país.
El Cardenal José Saraiva Martins, celebrante principal, transmitió al pueblo y las autoridades cubanos el saludo del Papa Benedicto XVI y dio lectura a la Carta Apostólica de proclamación como beato del Hermano de San Juan de Dios José Olallo Valdés, decreto firmado por el Papa el 15 de marzo de este año. Más de un centenar de Hermanos de San Juan de Dios de varios países viajaron a Camagüey especialmente para la ocasión y participaron junto a miles de cubanos.
La urna con los restos del Padre Olallo fue trasladada por una procesión y colocada cerca del altar. Durante la ceremonia, el arzobispo de Camagüey, monseñor Juan García Rodríguez, y el Superior General de la Orden mencionada, William Forkan, pronunciaron palabras de agradecimiento por la beatificación de Fray José Olallo Valdés.
También recibió Raúl de manos del Diácono Miguel Ángel Ortiz, de la Iglesia La Soledad de Camagüey, una Biblia políglota obsequiada por el Arzobispo de la ciudad.
Concluida la ceremonia, Raúl saludó a las autoridades eclesiásticas y a otros miembros del clero, monjas, laicos y al pueblo camagüeyano que lo aclamaba.
Al final de la misa, la procesión de salida trasladó los restos del llamado Cura de los Pobres hacia la Plaza de San Juan de Dios, entorno en el que desarrolló una ejemplar labor asistencial en bien de los más necesitados y donde protagonizó el 12 de mayo de 1873 la histórica acción de defender a todo riesgo y lavar el cadáver glorioso del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz, caído en combate por la independencia de Cuba un día antes.
Con su beatificación, la Iglesia Católica podrá rendirle culto público en nuestro país.