Desesperados por el avance lento pero sistemático de los movimientos populares, frustrados por los resultados del referendo revocatorio que otorgó más del 67% de respaldo a la gestión del presidente Evo Morales, consideraron que era el momento adecuado para llevar adelante sus proyectos secesionistas y fracturar el país. Insólitamente, recurrieron a un plan que pasará a la historia política de Bolivia como un monumento a la estupidez. Organizaron, financiaron y apoyaron hordas de delincuentes cuya tarea fue saquear y destruir instituciones públicas ¡en las propias ciudades controladas por esos grupos de poder! Más allá del daño económico, calculado en varios cientos de millones de dólares, la campaña acabó por espantar a sectores urbanos que advirtieron la insensatez y falta de escrúpulos de un proyecto dispuesto a arrasar con el patrimonio regional y nacional.
El punto culminante fue la masacre de campesinos cometida el 11 de septiembre en el amazónico Departamento de Pando con el concurso de autoridades locales, terratenientes y sicarios. Provocó la intervención del gobierno central, que decretó estado de sitio en aquella región y encarceló al entonces gobernador, típico representante de los señoríos de horca y cuchillo. Como nota grotesca, hay que indicar que el sujeto hoy está postulado como vicepresidente en la fórmula de Manfred Reyes Villa, otro personaje ligado al paramilitarismo y al golpismo criollos.
La estrategia del escorpión puede resultar espectacular y dramática, pero es conveniente recordar que sólo conduce a la muerte.
Memoria necesaria
Por estos días, varias organizaciones e instituciones sociales del Departamento de Santa Cruz se reunieron para evocar los tenebrosos días de septiembre del 2008, en los que fueron blanco de amenazas y ataques. Fueron convocadas por la Coordinadora Departamental de Derechos Humanos en instalaciones del CEJIS (Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social), cuyas oficinas fueron asaltadas hace un año por bandas de saqueadores. Según testigos oculares, llegaron en tres vehículos con individuos que supervisaron organizadamente el procedimiento. Una parte significativa e irrecuperable del archivo del CEJIS fue quemada, desapareciendo para siempre testimonios escritos inéditos sobre organizaciones indígenas del oriente boliviano.
El representante de la CPESC (Coordinadora de Pueblos Etnicos de Santa Cruz) destacó el grado de irracionalidad de las hordas financiadas y entrenadas por los grupos de poder, que no sólo se dedicaron a la rapiña sino que incluso demolieron las instalaciones de esa organización.
El director del CIPCA (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado) relató pormenores de la arremetida contra la oficina de esa institución en la localidad de Ascensión de Guarayos, al norte de Santa Cruz, que fue perpetrado con el concurso y participación directa de autoridades del Comité Cívico y Alcaldía de ese poblado.
La CIDOB (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia) es una sólida organización que nuclea a los pueblos originarios de tierras bajas en siete de los nueve departamentos del país. Sus oficinas centrales también fueron tomadas a la fuerza y saqueadas. Uno de sus dirigentes destacó el fenómeno de la complicidad de medios de comunicación locales, que instalaron antenas de transmisión varias horas antes de los asaltos, en pleno conocimiento de lo que sucedería.
Todos los testimonios subrayaron la inoperancia del aparato judicial de Santa Cruz, que no ha realizado investigaciones hasta el momento. Es parte sustancial del sistema de dominación que pervive, alimentado por el poder económico y patronal que pretende seguir administrando al país como un feudo medieval.
En plena campaña electoral, con la establecimiento atropellado de frentes, alianzas y partidos políticos que son una apología del transfugio y la amnesia, es imprescindible mantener viva no sólo la memoria histórica larga, aquella de la resistencia popular secular, sino también la de las luchas cotidianas, sencillas y heroicas, que suman pasos hacia la emancipación nacional de Bolivia.
Martín Suso